Tuvo una psiquiatra que supo interpretar su dolor: "Sé que te sientes como si tuvieras un león dentro de ti", y que la convenció poco a poco de que la manía es abusiva, se presenta como una de esas personas carismáticas que finge ser tu amiga y que lo único que hace es joderte la vida; es lo que el científico Oliver Sacks llama muy expresivamente "la seducción del mal". Sally se recuperó, aprendió a intuir cuándo esa aberración de su identidad estaba a punto de poseerla. No se ha curado, pero ha aprendido a anticipar sus crisis; vive en Vermont, cerca de su madre, de la naturaleza, y se siente feliz entre aquellos a los que puede ofrecer calor o ayuda: ancianos, perros, niños.
¿Cómo viviría ella en Nueva York?: "Mal", dice Greenberg, "y yo me sentiría terriblemente inseguro. La ciudad está llena de amenazas para alguien como ella. Pueden hacerle daño". Los dos entendemos a qué tipo de daño se refiere. Los periodos de exuberancia dejan al maniaco depresivo a merced de peligrosas tentaciones. "Ella me escribe cartas maravillosas, tiene ese temperamento artístico que se atribuye a los bipolares".
Es cierto, los bipolares perciben la realidad de manera intensa, aunque esa intensidad les acabe llevando a perder la razón. ¿Y cómo se siente ella al ser protagonista ahora de un libro y dentro de poco de una película? "Me da miedo la película, no quisiera que su personaje fuera una caricatura. Pero ella está contenta; cuando leyó el libro, me dijo: "sentí que estaba leyendo la historia de otra chica, la historia de una chica llamada Sally que había pasado un tiempo viviendo en el infierno y era la única que no lo sabía". (Elvira Lindo: Entrevista: Michael Greenberg evoca la vida de Sally, aquejada de trastorno bipolar. El País, ed. Galicia, Cultura, 25/02/2009, p. 34)
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