- Autoridad sin autoritarismo. "Ha saltado por los aires el principio de autoridad, que era un elemento vertebrador de la sociedad. Hasta el siglo XVIII un individuo tenía una esfera de libertad muy pequeña y un concepto de sí mismo al servicio de (el rey o el gremio de zapateros). Además tenía creencias colectivas fuertes (patriotismo, religión) y costumbres extremadamente moldeadoras (la tradición). Y todo en una sociedad muy jerárquica con una minoría poderosa que se proponía a sí misma como modelo. Esa combinación rompía cualquier individualidad. Ahora vivimos la ausencia de todo eso unida al lenguaje de la liberación subjetiva.
Disturbios como los de septiembre en Pozuelo y la polémica sobre la autoridad de los maestros demuestran que los chicos viven en sociedad, pero no están socializados. Hay que volver a valorar las conquistas de la libertad: el derecho a la intimidad, a la reunión, al propio nombre, cosas que hasta hace poco se negaban. Los jóvenes de hoy no saben cuánto costó esa liberación porque el precio no lo pagaron ellos sino sus padres".
- Fascinante confusión. "Me considero un hijo gozoso de mi época. Tenemos la responsabilidad de dar contenido a un proyecto civilizatorio que es contingente, precario y sin precedentes que sirvan de modelo. Fascinante. Los que nos dedicamos a la reflexión debemos ayudar a moldear la que será la imagen natural del mundo en el futuro para que sea compatible con la convivencia colectiva y favorable al proyecto democrático, secularizado e igualitario".
- Demasiada vida privada. "La libertad es el presupuesto de la ética pero no la ética misma. Claro que hay violaciones a la libertad, infinitas, pero ya nadie las considera legítimas. El liberalismo ha convertido la libertad en un dogma. Cualquier insinuación sobre uso cívico y social de tu libertad produce alergia bajo el nombre de vida privada. Hemos olvidado que cuando se inventó el Estado coactivo se inventó también la vida privada como un terreno inviolable. No puedo estar más de acuerdo en términos jurídicos (la defensa frente a la autoridad), pero la socialización y la ética son otra cosa".
- Más ejemplos y menos leyes. "Siempre existirán autoridades coactivas -tu padre o el Ministerio de Hacienda-, pero las que pretendan ser legítimas tendrán que basarse en la ejemplaridad. Antes, ser padre era un hecho biológico del que se derivaba un arsenal de poderes sobre tu mujer y tus hijos. Hoy es un hecho moral que te tienes que ganar con una conducta ejemplar. El problema de la política es que hay sobreabundancia de leyes y falta de conductas ejemplares. Es un círculo vicioso: el ejemplo negativo de los políticos desmoraliza a la sociedad, se generaliza la vulgaridad en la conducta y los propios políticos reaccionan con más leyes". (JAVIER GOMÁ: "Sobran leyes y faltan conductas ejemplares". El País, ed. Galicia, cultura, 14/12/2009, p. 40)
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