8/2/10

El mercado del arte

"PREGUNTA. ¿Se siente afortunado de haber tenido maestros como Richter o influencias como el crítico Buchloh? Personalidades fuertes. ¿Es importante para un joven artista tener cerca a figuras de referencia?

RESPUESTA. En esa época la situación era diferente, no eran estrellas. Sólo Beuys, quizá. O Warhol. Podías hablar con cualquiera de ellos en clase, en los museos, donde los encontraras. Era normal que casi cada semana cayeran por la academia artistas como Richard Serra. Los profesores enseñaban pero no querían seguidores, no querían crear enanos. Nos trataban como iguales, como artistas, no como estúpidos. Y ésa es una diferencia. Desde un principio eso nos situó del lado más contemporáneo, lo que sólo sucedió diez años después en Nueva York. Sólo que nosotros no estábamos en los circuitos del dinero, ni existía el star system o la presión del mercado.

Los egos de los artistas no eran destructivos. No lo era Beuys ni otros artistas de entonces, como Mario Merz o Kounellis. Si tu trabajo era interesante te aceptaban de inmediato. Hoy las cosas son muy distintas. En los años ochenta los artistas tenían unos egos enormes. Luego fueron los comisarios quienes desarrollaron tremendos egos. Y ahora son los coleccionistas los que se pavonean. En la inauguración de una exposición hoy no distingues quién es el artista, es alguien del montón. Pero los coleccionistas entran dando la nota.

P. Usted ha sido siempre muy crítico hacia el mundillo del arte. Incluso ha manifestado su deseo de retirarse de todo ese ruido en varias ocasiones.

R. Al principio lo del arte era un asunto de familia. Había entre cinco y diez grupos de gente en los distintos países, unos pocos galeristas. Todos se conocían entre sí y estaban conectados. Esa familia del arte se convirtió en una industria cultural. Ahora vas a una bienal y no conoces a nadie.

Se ha convertido en un negocio global. Yo formo parte de ello, pero no es plato de mi gusto. Prefiero los momentos en los que trabajo con las manos. En Estados Unidos, por ejemplo, no llegas a tener éxito como artista si no vas a cenas e inauguraciones a diario. Yo no he tenido mucho éxito en América por eso. No es que sea antisocial, pero lo mío es el trabajo.

P. ¿Cómo ve esos cambios?

R. Todo eso de la moda del arte y las casas de subastas han tomado las riendas del negocio en los últimos diez años. Una vez que entras en la dinámica de los precios en el mercado ya no puedes salir. Si te mantienes algo apartado de las subastas todavía puedes controlar la recepción de tu obra. A muchos artistas les gusta eso, entre ellos a amigos míos como Gursky. Para mí es una dirección equivocada. Lo que ha sucedido en la última década es que el dinero es el que diseña las carreras de los artistas, y eso es totalmente estúpido.

Un galerista famoso y de larga trayectoria como Konrad Fischer se preguntaba hace poco: "Hemos vendido toda la exposición el primer día, ¿qué hemos hecho mal?". Gente como él se formó luchando contra dificultades e incomprensión. Venderlo todo en un día significaba haber caído en algo demasiado fácil, decorativo o kitsch. Yo intento no llegar a extremos, hago cosas no demasiado complicadas ni demasiado sencillas." (Thomas Schütte: "El dinero diseña hoy las carreras de los artistas". El País, Babelia, 06/02/2010, p. 18 )

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