8/2/11

“Comemos los que nos dicen las grandes empresas agroalimentarias”... engordamos, y después... enfermamos

"El modelo de producción de alimentos antepone intereses privados y empresariales a las necesidades alimentarias de las personas, a su salud y al respeto al medio ambiente. Comemos lo que las grandes empresas del sector quieren.

Hoy hay el mismo número de personas en el mundo que pasan hambre que personas con problemas de sobrepeso, afectando, en ambos casos, a los sectores más pobres de la población tanto en los países del norte como del sur. (...)

La agricultura industrial, kilométrica, intensiva y petrodependiente se ha demostrado incapaz de alimentar a la población, a la vez que ha tenido un fuerte impacto medioambiental reduciendo la agrodiversidad, generando cambio climático y destruyendo tierras fértiles.

Para acabar con el hambre en el mundo no se trata de producir más, como afirman los gobiernos y las instituciones internacionales. Por el contrario, hace falta democratizar los procesos productivos y propiciar que los alimentos estén disponibles para el conjunto de la población. (...)

Hace falta recuperar el control social de la agricultura y la alimentación. No puede ser que unas pocas multinacionales, que monopolizan cada uno de los tramos de la cadena agroalimentaria, acaben decidiendo lo que comemos. La tierra, el agua y las semillas han de estar en manos de los campesinos, de aquéllos que trabajan la tierra.

Estos bienes naturales no han de servir para hacer negocio, para especular. Los consumidores hemos de poder decidir qué comemos, si queremos consumir productos libres de transgénicos. En definitiva, hay que apostar por la soberanía alimentaria.

¿Podrías definir el concepto de “soberanía alimentaria”?

Consiste en tener la capacidad de decidir sobre todo aquéllo que haga referencia a la producción, distribución y consumo de alimentos. Apostar por el cultivo de variedades autóctonas, de temporada, saludables.

Promover los circuitos cortos de comercialización, los mercados locales. Combatir la competencia desleal, los mecanismos de dumping, las ayudas a la exportación. Conseguir este objetivo implica una estrategia de ruptura con las políticas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Pero reivindicar la soberanía alimentaria no implica un retorno romántico al pasado, sino que, por el contrario, se trata de recuperar el conocimiento de las prácticas tradicionales y combinarlas con las nuevas tecnologías y saberes.

Asimismo, no consiste en un planteamiento localista sino de promover la producción y el comercio local, en la que el comercio internacional funcione como un complemento del anterior. (...)

Hoy, siete empresas en el estado español controlan el 75% de la distribución de los alimentos. Y esta tendencia va a más. De tal manera que el consumidor cada vez tiene menos puertas de acceso a la comida y lo mismo le pasa al productor a la hora de acceder al consumidor.

Este monopolio otorga un control total a los supermercados a la hora de decidir sobre nuestra alimentación, el precio que pagamos por lo que comemos y cómo ha sido elaborado." (Entrevista a Esther Vivas, coautora del libro “Del Campo al Plato” (Ed. Icaria, 2009). Attac Madrid, 06/02/2011)

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