4/4/11

"No prestamos suficiente atención a lo que nos hace sentir bien porque estamos obsesionados midiendo si tenemos más o menos placer que el resto"

"S. Z. Me interesan más otras cosas. Por ejemplo, los conceptos de posible e imposible. Hoy cualquiera con dinero puede viajar al espacio, cada mes anuncian descubrimientos contra algún tipo de cáncer, incluso se habla de avances para alcanzar la inmortalidad.

Al mismo tiempo, en cada telediario, salen políticos y economistas explicando que no hay dinero para mantener la Seguridad Social. Vivimos una época que promueve los sueños tecnológicos más delirantes, pero no quiere mantener los servicios públicos más necesarios.
EP3. ¿Qué postura toma frente a esto?
S. Z. No estoy en contra del capitalismo en abstracto. Es el sistema más productivo en la historia. Me considero comunista, aunque el comunismo no sea ya el nombre de la solución, sino el del problema. Hablo de la lucha encarnizada por los bienes comunes.
Las corporaciones intentan privatizar los recursos naturales, la biogenética o los conocimientos. El capitalismo actual se mueve hacia una lógica de apartheid, donde unos pocos tienen derecho a todo y la mayoría son excluidos.
EP3. Su último libro, Living in the end times (2010), explora nuestra negativa a aceptar que el mundo está al borde del colapso. ¿Qué nos impide tomar verdadera conciencia?
S. Z. Nos gustan las respuestas sencillas. En vez de pensar sobre la estructura del sistema, nos refugiamos en cuestiones morales. El anticapitalismo es muy popular entre las grandes estrellas de Hollywood. Todos están en contra de alguna compañía que explota niños o que contamina el medio ambiente. Hacen estas cosas para calmar su conciencia individual.
Me opongo por completo a lo que suele llamarse estilo de vida ecologista. Hablo de la gente que recicla, tiene paneles solares y compra comida orgánica.
Leí hace poco un informe que demuestra que si todos siguiéramos esas pautas de consumo provocaríamos una catástrofe, ya que los artículos ecológicos son mucho más caros de producir.
EP3. ¿Cuál es la alternativa?
S. Z. La solución que ofrecían era que la mayor parte posible de la humanidad viviera apiñada en grandes ciudades. Así, todos los servicios serían más baratos. El sueño de todos de la casita en el campo o en las afueras puede acabar en cataclismo.
EP3. ¿Hay que replantearse todo?
S. Z. Hay que ser más hedonistas. El problema es que no nos centramos en lo que realmente nos satisface. Estamos atrapados en una competición malsana, una red absurda de comparaciones con los demás. No prestamos suficiente atención a lo que nos hace sentir bien porque estamos obsesionados midiendo si tenemos más o menos placer que el resto.
En estos casos extremos, me gusta recurrir a los clásicos. Por ejemplo, Rousseau. Él veía el egoísmo como algo saludable. El único límite que ponía es que no es legítimo preferir el bien propio si causa un mal a otros. Los capitalistas actuales son fanáticos religiosos que defienden sus beneficios aunque traigan la ruina para millones de personas." (El País, EP3, 01/04/2011, p. 4)

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