"La edición especial del Hola fue el detonante: había que hacer una obra de teatro sobre el pensamiento de la derecha. Once años más tarde supimos que, con Alejandro y Ana. Lo que España no pudo ver del banquete de la boda de la hija del presidente –uno de los acontecimientos teatrales del país en pleno aznarismo–, los Animalario descubrieron, mientras parodiaban la corrupción, el caso Gürtel.
José María Aznar reinaba con mayoría absoluta, acababa de hacerse la foto de las Azores con George Bush y Tony Blair y el sector cultural mostraba su cara más incómoda en los Goya del "No a la guerra", ideada y protagonizada también por Animalario un mes antes del estreno de la obra.
Alejandro y Ana tomó ese paseíllo de políticos, banqueros, empresarios y demás poderosos nacionales e internacionales a la entrada del monasterio de El Escorial
y, en un ejercicio de transparencia que va mucho más allá de una página
web, nos enseñó lo que nadie quería que viéramos.
Tejemanejes,
pisotones, trapicheos, codazos, falta de valores y escrúpulos… Todo por
el poder. Muchos de aquellos ilustres invitados hoy están imputados,
con Francisco Correa y Álvaro Pérez el Bigotes a la cabeza, quienes, además, “regalaron” a los novios parte de la boda con cargo a la trama corrupta.
Reunimos a Andrés Lima, director del montaje, y a Juan Mayorga y Juan Cavestany, sus dramaturgos, en el Teatro del Barrio de Alberto San Juan, también parte de Alejandro y Ana, para recordar lo que supuso esta obra –y esta boda– pero, sobre todo, quiénes éramos entonces, qué somos hoy y cómo (no) ha cambiado la casta.
Mayorga: Esa boda fue expresiva precisamente de algo que luego se ha convertido en un lugar común: apareció una casta. José María Aznar nos dijo “os mando una casta”.
Cavestany: Hizo alarde de ello.
Mayorga:
Un hombre que además había presumido permanentemente, y sus
partidarios, de su austeridad y su gravedad castellana, sobre el hecho
de que su primera acción en Castilla y León fue quitar la Visa Oro esa a
sus consejeros. Pues, de repente, se le subió el poder a la cabeza y,
desde esa embriaguez, hizo un gesto absolutamente obsceno que se
reflejaba extraordinariamente en aquel número del Hola.
Lima: La obra atendía coyunturalmente a un momento muy particular. Era el momento álgido del PP en el poder, con mayoría absoluta, e
hizo esta exhibición. Pero justo en ese momento álgido es cuando
empiezas a caer y ese acto de ‘somos los más poderosos y entramos en
guerra junto al entrañable George’ fue lo que hizo que fuéramos una
pequeña balsita en la cresta de esa ola. Y eso le dio una significación
especial al montaje.
Mayorga: Creo que nos quedamos cortos. El personaje más corrupto es ese que interpretaba Javi Gutiérrez,
Volpone, que se dedica a vender de todo y hasta acaba vendiendo a su
hija, pero lo que hemos visto luego supera a cualquier Volpone.
Cavestany:
Hay algo de tragedia para mí y, sobre todo, visto con el paso del
tiempo. Miro estos años atrás y lo que fue aquello, una especie de
culminación patética de la austeridad traicionada o el no poder contener
las ganas que tenía ese señor de hacer ese despliegue, y me parece
trágico.
Lima: Y, de hecho, la consecuencia fue trágica: la guerra de Irak.
Mayorga: Una boda como esta hoy no sería posible. Se montaría tal lío…
Lima:
A mí la impresión que me ha dado en estos 11 años es que el peso de
toda esa boda ha estado sobre el país. Ahora toda esta gente es la que
está metida en casos de corrupción y es muy significativo. Hace falta
echarlos fuera a todos.
Cavestany: En este
tiempo lo que ha irrumpido es la crisis, que ha puesto en un segundo
plano la reflexión sobre la política, que es de lo que hablaba esta
obra. Creo que lo que ha habido últimamente ha sido una cierta oleada
con mucho montaje y comentario sobre la crisis, la supervivencia, los
desahucios… pero no ha habido una mirada o visión política documental
del momento como fue esto.
A lo largo de los años nos decían: “Oye, de
esto podéis hacer un Alejandro y Ana”, de la boda de Felipe y Letizia o de la Gürtel…
Lima:
Se siguen haciendo pero no suficientemente y creo que es por la
precariedad del sector. El poder y el pensamiento de la derecha han
tenido muy claro desde aquel entonces que no es cuestión de callarle la
boca a la gente sino de quitarle el sustento a la cultura para que no se
pueda hablar. Creo que hay un ataque directo hacia la cultura en este
país, salvaje, y el buque insignia es el 21% de IVA.
Mayorga: Un ejemplo de obra que podría hacerse hoy y sería muy interesante son las andanzas del Pequeño Nicolás. Dan para un muy interesante espectáculo. Y también la apertura del retrato de retrato de Antonio López de la Familia Real.
Lima: La aparición de Podemos es
un descanso porque hubo mucho tiempo en que nos pedían hacer cosas con
la actualidad. Así que me hace muchísima ilusión que haya salido y que
la izquierda empiece a reaccionar un poquito ante todo este atropello.
Mayorga: Usamos en aquel momento la noción de teatro histórico de urgencia.
Lima:
Nosotros queríamos hacer mucho hincapié en que no era parodia. Era un
análisis muy serio pero evidentemente jugábamos con elementos paródicos y
el humor. Tomarnos esto con sentido del humor era básico.
Mayorga:
Recuerdo que hubo mucha presión. Un buen amigo, un autor veterano, me
dijo pocos días antes del estreno, de esta sólo os podéis librar por la
calidad. Como hagáis una mierda, os van a machacar.
Lima:
Había también un reto claro difícil que es representar a gente que
existe y que vive todavía hoy. Eso en una obra tan coral y que quería
hablar de algo tan grande como se supone que es el pensamiento de la
derecha, es decir, no hablar de un hecho concreto te obliga por un lado a
generalizar y hacer cierta parodia pero, por otro lado, a ser muy fiel a
la realidad y no meter la gamba. Ese equilibrio es lo que le da algo
especial. Y es verdad que realmente es documental.
Cavestany: Hoy tenemos algo que no había entonces y que me inquieta: las redes sociales.
Hay una respuesta instantánea de humor, parodia y comentario que se
extiende como la pólvora al minuto de cualquier acontecimiento. Nos pone
el nivel de exigencia más alto porque tenemos que hacer con el teatro
otra cosa.
La pregunta es cómo plantear escenas de reflexión sobre la
actualidad que no sean lo que se hace a diario en las redes, que es la
parodia, la farsa… Por ejemplo, ¿cómo meterle mano con rigor y altura de
miras a un tema como el del pequeño Nicolás sin caer en la broma?
Mayorga: Plantea una mayor exigencia. Hacer algo que no sea un gag.
Cavestany: Cuando hicimos Alejandro y Ana contamos con una balsa de varios meses, pero ahora no existe esa balsa para trabajar, estrenar y estar ahí, porque lo de Granados ya se ha acabado, las tarjetas black, el ébola…
Mayorga:
Creo que precisamente la proliferación de reacciones en las redes
sociales, además muy ingeniosas, nos lleva a nosotros a una mayor
autoexigencia y a buscar precisamente, parafraseando el subtítulo, lo
que España no puedo ver de Nicolás o de la elaboración durante 20 años
del retrato de la Familia Real. Ahí hay algo explosivo, que podría ser
enorme. Invitas a la gente a ver eso y es algo vinculado a la coyuntura,
pero que puede rebasarla. Es verdad que esto nos obliga a ser más
exigentes y autocríticos.
Lima: Un año antes habíamos tomado la decisión de hablar del pensamiento de la derecha. Surge un 12 de octubre
cuando Alberto [San Juan] y yo íbamos paseando por Colón y, de repente,
nos encontramos toda la movida del Ejército. A partir de ahí empezamos a
pensarlo y con esa premisa fue con la que os llamamos. No había boda ni
nada. Había las ganas de hacer algo juntos nada más.
Cavestany:
Te has saltado el momento clave. Teníamos esa inquietud y nos juntamos
los tres con Roberto y Alberto para hablar de cómo abordar el tema de
cómo piensa la derecha. Y tú trajiste el Hola de la boda. (...)
Mayorga: Era tan rico el material que tuvimos que dejar mucho fuera. Recuerdo que dejamos fuera era que la escena de que a Gallardón no le dejaran entrar en la boda. En ese momento era como el electrón libre. Nos lo planteábamos como Spiderman intentando entrar por cualquier ventana y siempre le echaban. A veces he lamentado eliminarlo (risas)." (Prado Campos
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