"Márkaris, nacido en Estambul, de padres de origen griego y armenio, se
estableció en Atenas cuando era un treintañero y sigue viendo los
problemas inherentes de Grecia con la visión de un forastero. "Se trata
de un sistema que se ha creado día a día, desde el inicio del siglo y se
ha acelerado en los últimos 30 años", comentaba.
El sistema en cuestión se denomina habitualmente clientelismo. En
dicho sistema, la élite griega, integrada por los armadores, los
médicos, los abogados y los periodistas más destacados, crean los dos
principales partidos y consiguen los puestos más altos de la
administración pública para sus hijos e hijas a cambio de inversiones,
así como una exención fiscal de por vida.
Se trataba de un pacto
insostenible que se ocultó en las cuentas nacionales y que se
desenmascaró de un modo espectacular cuando el país ya no pudo pedir
préstamos a los mercados internacionales para costear sus hábitos.
Cuando el Gobierno saliente la emprendió contra los médicos
atenienses en un intento tardío de recaudar algunos ingresos, descubrió
que la mayoría no había pagado nada, ya que había declarado que sus
ingresos se encontraban justo por debajo del umbral de exención
tributaria de 12.000 euros, aunque conducían coches cuyo valor era
varias veces superior a esa cantidad.
En el duelo de poder entre los
reformistas en el Gobierno y la élite, perdieron los reformistas. El
Gobierno se hundió y las elecciones de la semana pasada sólo aportaron
estancamiento y la incierta perspectiva de otras elecciones.
Entre tanto, los ricos siguen atestando los restaurantes y los bares
más elegantes de la ciudad mientras que la clase obrera y gran parte de
la clase media se enfrentan a la indigencia. El mismo Márkaris vive en
un modesto piso de un bloque del centro de Atenas que claramente solía
ser mucho más agradable.
Ahora, la ira salpica las paredes en forma de
grafiti que amenazan a los inmigrantes con la expulsión o con algo peor.
Sus libros están repletos de sus observaciones de la crisis que se está
desarrollando." (Presseurop,16 mayo 2012, The Guardian
Londres)
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