"La entrevista con Chomsky comenzó con una recomendación, implícita, a un libro: Falla de diseño ( Failure by design ),
de Josh Bivens, economista integrante del Instituto de Política
Económica, un centro de investigación que hizo varios análisis sobre la
rampante desigualdad de Estados Unidos mucho antes de que cientos de
jóvenes acamparan en el Parque Zuccotti, en Nueva York.
“Recorrieron las políticas de los últimos 30, 35 años, y las
describieron como un fracaso, pero un fracaso clasista. Hay una falla de
diseño, que surge de las clases sociales, que refleja las
preocupaciones y los intereses de quienes diseñaron esas políticas. Para
ellos, ha sido un gran éxito.
Si se utiliza el imaginario del
movimiento Occupy… , que por supuesto es sólo imaginario, para
el 1% es un gran éxito; para el 99%, es un fracaso. Pero eso es lo que
cabría esperar. Las políticas están determinadas por un estrecho sector
de poder y privilegio. Funcionan para ellos, pero mire lo que sucede
para todos los demás.”
Esa falla de diseño, sostiene Chomksy, es la que llevó a cientos de miles a rebelarse en varios rincones del planeta.
¿Está despuntando un nuevo modelo? En busca de algunos indicios en
ese sentido, Chomsky menciona, primero, algunas “propuestas de
políticas”, como ciertas reformas al corazón de Wall Street, o medidas
para atacar la corrupción corporativa, que comenzaron a surgir tras la
gran recesión de 2008. Luego, habla de un cambio “profundo, mucho más
profundo”, que él ve como lo más significativo del movimiento Occupy Wall Street : el desarrollo de comunidades.
“Eso es bastante significativo. Este es un país altamente atomizado.
Las personas están básicamente solas. Se puede odiar todo lo que está
pasando, pero no se cree que se pueda hacer nada al respecto. Romper con
eso, y construir comunidades de apoyo mutuo en todo el país, eso en sí
mismo es un avance significativo. Si puede ser sostenido ante la
represión previsible, y puede crecer, puede hacer una gran diferencia.”
Sobre esa idea, agrega que hay nuevos modelos que han ganado
atención: el desarrollo de empresas en manos de trabajadores, de tipo
cooperativo. “Eso parece estar aún en una etapa muy temprana, pero
podría desarrollarse. Y no es una utopía. Podría ocurrir”, afirma.
-¿Cómo cree que será el desenlace de este conflicto entre la
sociedad civil y el poder tradicional que se ve en las protestas en
distintos lugares del mundo?
-Nunca se pueden predecir esas cosas. Si alguien hubiera preguntado
hace un año qué pasaría si un par de jóvenes ocupaban el Parque
Zuccotti, la predicción racional, lo que yo hubiera dicho, es que iban a
ser expulsados por la policía al día siguiente y que todo habría
terminado. Bueno, eso no sucedió. Se encendió. Acabo de reunirme con un
grupo de activistas de Chile.
Si alguien hubiera preguntado un año y
medio atrás qué pasaría si un grupo de estudiantes marchara en las
calles para oponerse al grotesco costo de la educación y su sistema
educativo clasista, hubiera recibido la misma predicción. No pasará
nada.
Pero resulta que sí pasó, lleva años, atrajo a otras personas, y
está desafiando las bases del régimen que dejó Pinochet por primera vez.
Y lo mismo en la Plaza Tahir. ¿Quién puede hacer predicciones? El
desenlace dependerá de lo que haga la gente.
-¿Cuál es el cambio más significativo que provocaron las protestas?
-Hay varias diferencias entre Egipto, España, Chile, Estados Unidos y
los demás. Pero hay algunos elementos comunes. En su mayor parte, es
una rebelión contra el neoliberalismo, que fue un fracaso por su diseño.
Es un sistema diseñado para el beneficio de un pequeño sector de
privilegio y poder. Ha sido un desastre en casi todas partes. Después de
un par de décadas de graves, graves desastres, finalmente, hace unos
diez años, América latina ha ido levantándose.
La Argentina fue uno de
los primeros, de hecho. Pero Bolivia, Ecuador, Venezuela, Brasil, han
estado saliendo. En África del Norte, en la “primavera árabe”, una gran
parte de las revueltas fueron en contra del neoliberalismo. Las medidas
neoliberales han sido impuestas por los culpables de siempre: el FMI, el
Banco Mundial, el Departamento del Tesoro, y así sucesivamente.
Los
países fueron muy elogiados por las instituciones internacionales, como
la Argentina, que fue alabada por su economía magnífica justo el día
antes de que se derrumbara totalmente. Eso es normal. Y, de hecho, el
sistema fue bueno para algunos. Hubo crecimiento, y el crecimiento fue,
como de costumbre, muy concentrado.
Para la mayoría de la población,
significó el estancamiento, y la disminución o eliminación de los
sistemas de apoyo, las consecuencias habituales. También la corrupción,
tremenda, que siempre viene aparejada. Y la población simplemente se
levantó contra eso. En Túnez, y lo mismo en España y Grecia, y los
Estados Unidos y Chile. Hay variantes diferentes, pero la misma falla de
diseño." (Attac España, 01/08/2012, Entrevista a Chomsky,
Rafael Mathus Ruiz - La Nación (Buenos Aires)
1 comentario:
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