3/2/14

Ucrania, el punto de no retorno

"(...) Después del trágico y fulminante derrumbe de la Unión Soviética, Ucrania, su segunda república después de Rusia, por nivel de desarrollo y número de población, entró en el turbulento periodo de su historia independiente.

 A pesar de un sin número de problemas económicos y políticos, a diferencia de sus vecinos, Ucrania se mantuvo este cuarto de siglo con una envidiable paz social y mis compatriotas me repitieron varias veces ese narcisista y seductor mito de “lo pacífico” del “carácter nacional” de los pueblos de Ucrania, tan diferente de los otros, donde están desde los bosnios hasta los chechenos, capaces de tanta barbarie.

A partir de mediados de enero del presente año, nadie más creerá en este cuento. Se derramó sangre (...)

Sin duda estamos frente a un fenómeno que todavía no logramos entender por completo.
En el territorio de Ucrania hoy se enfrentan dos grandes depredadores: el capital occidental y el capital ruso, donde los oligarcas ucranianos como chacales siempre estarán detrás y siempre apostarán por el más fuerte.

En el futuro seguramente se escribirán varios libros sobre el trabajo de los servicios secretos extranjeros en Ucrania de principios del siglo XXI. De esos temas ya hablan y hablarán mucho, cambiando el énfasis según la óptica ideológica. Tocaremos otro tema, por ahora menos mediático: las verdaderas y más profundas causas del descontento popular en Ucrania. 

Algo sucedió en este país, todavía ayer tan pacifico y tolerante, que ahora en su desesperación busca un cambio urgente, sin elegir los medios ni las fuerzas que hoy prometen asegurarlo.

Las protestas, cada vez más violentas, contra un gobierno de derecha, cada vez más violento, son encabezadas por grupos de ultraderecha también cada vez más violentos. Lamentablemente esta ultraderecha ahora tiene cada vez más aceptación social. 

Esto pasa porque la ultraderecha actúa contra un gobierno corrupto que prácticamente perdió su legitimidad frente a la mayoría de los ucranianos, mientras otra derecha, ya la tercera de las derechas, la de oposición democrática, la de los cuentos europeos y llantos por Yulia Timoshenko (temas y nombres hoy día ya olvidados), no tuvo valor ni capacidad para encabezar las protestas populares. Así que mejorando los cálculos anteriores esta guerra interna ucraniana ya no es entre dos sino entre tres de las derechas.

Uno de los periodistas ucranianos comparó el rol de la ultraderecha nacionalista ucraniana en la actual lucha contra el gobierno con el rol de los integristas musulmanes en la “Primavera Árabe”. Tomando en cuenta la enorme diferencia cultural e histórica entre estos dos casos, igual me parece una comparación interesante y como fenómeno digna de un estudio más profundo.

Criticando o defendiendo al partido fascista ucraniano “Svoboda”, los medios normalmente ignoran el hecho que hace unos 4 años, este partido era un grupito de fanáticos y tuvo un apoyo electoral del 0,12%.

 Al ganar la elección presidencial, el actual mandatario del país Víctor Yanukovich, pensando en su futura reelección optó por dar luz verde a Svoboda y a su propaganda, porque según su cálculo, el podía ser reelecto sólo si su futuro rival fuese un siniestro candidato fascista. En las elecciones parlamentarias del 2012 “Svoboda” logró un 10,44% de los votos y hasta ahora duplicó o triplicó el número de sus partidarios.

 El nivel de aprobación del presidente Yanukovich está cerca de un 12 ,6%. Si los comicios fueran hoy, con toda seguridad Víctor Yanukovich perdería frente a un candidato nazi. Entre otras cosas, lo anterior es una prueba más de la destrucción de la memoria histórica del pueblo ucraniano. 

 Recordemos que en la Segunda Guerra Mundial, que para nuestro pueblo fue La Gran Guerra Patria, murió uno de cada seis habitantes ucranianos. Mis felicitaciones a los nuevos medios de comunicación: libres, entretenidos, democráticos y anticomunistas.

Las típicas frases que suenan en las calles de Kiev: “No son fascistas, son nacionalistas no más”. Otros reflexionan: “Mejor los fascistas que los bandidos”. Una de las características de esta extraña postmodernidad neoliberal es el rápido retroceso mental donde confundimos la patria con las banderitas. (...)

En Ucrania se habla bastante de su actual presidente, que cuando era joven fue un asaltante y estuvo preso por robos con violencia. En realidad el joven Víctor Yanukovich, quien fue criado por su abuela, vivía en los suburbios de un pueblito minero, a la edad de 17 años fue condenado a 1,5 años de cárcel por integrar una pandilla que robaba los gorros de piel a los transeúntes.

 Pero en comparación con las fábricas, tierras, palacios y millonarias sumas de dinero del estado robados por tantos políticos ucranianos, los tiernos recuerdos de la adolescencia de su presidente son un chiste que no merece la atención, aunque los medios afirmen lo contrario.

Respecto al extraño “sueño europeo” de los ucranianos. Hace medio año estuve en Ucrania Occidental, la cuna del actual nacionalismo. Visité pueblos fantasmas, todos sus habitantes se fueron a trabajar a Europa Occidental o a Rusia. Obreros, choferes, pilotos, empleadas domesticas y prostitutas ucranianas siguen invadiendo mercados de empleos formales e informales de Europa y el mundo.

 Mientas muchos latinos empiezan a regresar desde Europa en crisis a sus países de origen, los ucranianos siguen saliendo. En comparación con las realidades de Ucrania, Europa incluso en crisis para ellos sigue siendo casi un paraíso. No hay comparación, dicen. 

Una mujer en un pueblito cerca de Lvov, que tiene a sus cuatro hijos y dos nietos entre Polonia e Italia, me explicaba: si pudiéramos ganar aquí trabajando en lo que sea por lo menos unos USD 150 al mes, nadie se iría de Ucrania. Para salir del país hacia el Oeste, los ucranianos necesitan visas. Las visas al paraíso europeo no se las entregan a todos. Esta es la razón del misterioso deseo de ser miembros de la UE para muchos ucranianos.

¿Qué pasa con la izquierda ucraniana? Casi nada, porque casi no existe. El Partido Comunista de Ucrania, que hasta la semana pasada fue aliado del gobierno derechista de Yanukovich, ahora siguiendo su instinto oportunista “se indignó con la represión” y “rompió con el régimen”.

 A veces pienso que la última izquierda verdadera del país fue aniquilada en los campos de concentración de Stalin. Los pequeños grupitos de izquierda ucraniana, más individuos que organizaciones, están totalmente sobrepasados por la magnitud de los actuales acontecimientos.

 Frente a estos hechos están divididos, unos optan por “estar con el pueblo” y “primero acabar con el régimen y luego ver qué se puede hacer”, otros dicen que “esta guerra no es nuestra” y que la derrota del actual gobierno conducirá al país a una dictadura mucho peor. Ambas posturas son honestas y reconozco sentirme esquizofrénicamente dividido, dando la razón a las dos y observando cómodamente desde lejos. (...)

Aparte de una natural reacción a las acciones dictatoriales del gobierno, esta rebelión irracional fue consecuencia de una incapacidad e imposibilidad de resolver los problemas catastróficos, acumulados en Ucrania después de la desarticulación de la URSS, de una manera racional. Problemas que se agudizaron con la llegada al poder de Yanukovich.

 Por una parte, la rebelión ha demostrado la debilidad de su régimen y por otra, que los líderes y las masas de esta rebelión no tienen ninguna comprensión racional de lo que pasará después y tampoco saben a qué aspirar en el caso de un eventual triunfo.

El principal problema está en las contradicciones que se acumularon en el país durante casi un cuarto de siglo: el saqueo de los bienes nacionales por parte de los nuevos ricos, aparición y fuerte aumento de la injusticia social, una enorme desigualdad económica y política y como consecuencia de todo eso una increíble descomposición moral de toda la sociedad que provocó una total corrupción desde abajo hacia arriba.

Este problema no tiene solución ni en una protesta callejera ni dentro de los procedimientos legales del estado, incluyendo todo tipo de negociaciones o “mesas” que pueden servir sólo como válvulas de escape.(...)"                   (Oleg Yasinsky

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