25/3/14

Esbozo de una propuesta ofensiva sobre el tema nacional. La salida de España del euro provocaría un reforzamiento inmediato de las posiciones independentistas en Cataluña o Euskadi. La lógica neoliberal tiende a bloquear la solidaridad de los territorios ricos con respecto a los pobres alimentando el exclusivismo territorial

"La izquierda del Estado contempla los acontecimientos en Cataluña con una excesiva pasividad. Hay tres actitudes distintas dentro de esa pasividad general. Ninguna de las tres es el resultado de un análisis sistemático. Más bien reflejan una actitud espontánea, intuitiva o emocional frente a los acontecimientos. (...)

(1) El primer grupo es el de aquellos que ven son simpatía la posibilidad de que Cataluña -y por extensión también Euskadi- se hagan independientes. Su argumento es que la disolución de lo que hoy representa el “Estado español” tiene un contenido progresista de fondo puesto que dicho Estado es, esencialmente, reaccionario e impide la emancipación de los “pueblos” contenidos en su territorio,  emancipación que podría ser posible con la creación de nuevos estados que se solapen con dichos pueblos. (...)

(2) El segundo grupo considera que una posible independencia de Cataluña y Euskadi no alterará en lo esencial el escenario político en el resto del Estado o, al menos, no lo hará negativamente.

 Pueden considerar que dicha independencia una pérdida más o menos grande pero consideran -también aquí más intuitiva- y emocional que reflexivamente- que lo que quedará después se parecerá mucho a lo que ya son hoy los territorios no “periféricos” del Estado: homogéneos lingüísticamente, con una identidad común, con sus viejos problemas históricos y desigualdades y con correlaciones sociales parecidas a las que se dan en la actualidad. 

Esta actitud adopta una posición de tolerancia explícita frente al derecho a decidir de catalanes, vascos y gallegos pero se abstiene de intervenir en la definición de las opciones entre las que habría que poder decidir pues lo considera un asunto exclusivo de las nacionalidades periféricas.  (...)

(3) El tercer grupo, probablemente el más numeroso, no sabe cómo posicionarse entre estos dos polos.  Bien porque no comulga con ninguna de dos actitudes, bien porque intuye que la política tiene que incluir de alguna forma la pieza identitaria aún cuando el análisis racional y de clase tenga que ser, de alguna forma, el primordial desde una posición de izquierdas. 

Desde luego intuyen que las cosas no van a ser las mismas para la izquierda con una Cataluña o un Euskadi independiente, pero se ven impotentes para abordar esta cuestión de forma sistemática: esperan, más o menos preocupados, a ver qué pasa.   

II. Mis argumentos 

1. Ninguna de las tres actitudes, particularmente las dos primeras, refuerzan un proyecto político basado en una solidaridad sostenible entre clases y territorios, en la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de sus poblaciones, en la sostenibilidad ambiental, en la diversidad cultural y en un proyecto de país basado en la paz y la neutralidad activa en la esfera internacional.   


2. El elemento identitario es fundamental para cualquier proyecto político que quiera salir de los salones de los círculos intelectuales. No se trata de ignorarlo ni de combatirlo como una pieza disfuncional sino de canalizarlo racionalmente e insertarlo en un análisis universalista de clase,  de evitar que actúe de forma ciega, aleatoria y espontánea.


3. Todas las personas democráticas, y no sólo los catalanes, vascos, catalanes o tal vez también los andaluces o canarios, tienen derecho a una identidad acorde con sus valores éticos de justicia social, solidaridad y cultura democrática. (...)

La izquierda estatal viene adoptando desde hace décadas un discurso abstracto en relación al derecho de autodeterminación. Haciéndolo así, ha alimentado la abiguedad con la que muchos independentistas han venido manejando este término de forma táctica. El resultado ha sido el desarrollo de un discurso poco transparente, fuertemente influido por el abstencionimo del grupo (2) en temas identitarios, y que ha acabado beneficiando al nacionalismo y las posiciones del  grupo (1). 

Si efectivamente resulta  absurdo plantear el derecho en abstracto a la autodeterminación en Murcia o en Madrid esto quiere decir que, de lo que realmente se está hablando cuando se utiliza ese término, es del derecho a crear un Estado independiente. Eston último no es lo mismo al derecho a la autodeterminación sino una propuesta concreta y particular por la que elegir haciendo uso de dicho derecho. 

Es algo similar a identificar el derecho a votar en unas elecciones, con la necesidad de votar a un partido determinado. Esta ambiguedad no favorece a la izquierda sino a las opciones nacionalistas de uno y de otro signo. 

5. No es este el sitio para analizar el punto de vista de las izquierdas nacionalistas y sus intereses estratégicos. Lo que está fuera de dudas es que dicha independencia contradice los intereses estratégicos de las  izquierdas estatales de la mayor parte de los países de Europa incluída España. 


Primero porque en el contexto de la Europa de principios del siglo XXI, y que no tiene mucho que ver con los procesos de descolonización del siglo XX o con la situación creada en Rusia en 1917, el camino hacia un escenario de independencia lleva implícito un secuestro continuado de la agenda antineoliberal por la agenda nacional.

 Las experciencias recientes en el Este de Europa demuestra que cuando la aceleran las dinámicas identitarias, se diluyen de forma igualmente rápida las dinámicas sociales, incluso en la conciencia de muchas personas de izquierdas.

 En el actual contexto europeo es impensable un proceso de  construcción nacional exitoso no liderado por los profesionales urbanos y las clases propietarias, aún cuando estas últimas no sean necesariamente los grandes socios capitalistas. Este secuestro salpicará con toda seguridad al resto del Estado y al panorma político de toda la izquierda europea colocándola en una posición de persistente defensiva.

Segundo Una indepedencia en Cataluña sólo es imaginable en un escenario rupturista con el Estado, apostar por otro escenario es no estar en la realidad. Si el escenario británico sugiere una secesión pactada es porque sabe que el sí a la independencia no es mayoritario. 

 Esta situaación quiere decir que, en caso de que lo consiguiera, Cataluña va a hacer todo lo posible por recibir un reconocimiento por parte de las potencias occidentales dominantes y sus socios estratégicos como Israel: los contactos del nacionalismo catalán con este país son reveladores. 

 La difícil búsqueda de este reconocimiento obligará al nuevo Estado a alinearse enteramente con los intereses de los países poderosos de la órbita occidental de forma similar a como ha sucedido en algunos países del Este de Europa. 

Es altamente improbable que la OTAN deje caer a su socio estratégico español a cambio de abrazar la causa de una Cataluña independiente. Incluso el país de la Unión Europea que desde finales del siglo XIX es más proclive a apostar por la fragmentación de grandes países y su satelitización -Alemania- podría ser reticente después de los efectos que ha tenido esta política tras su intervencionismo en Yugoslavia. 

Sin embargo, las cosas cambiarían radicalmente si en el resto del Estado triunfa un gobierno de izquierdas que amenace los pilares del  neoliberalismo (prevalencia de la propiedad financiera e inmobiliaria frente al trabajo, aplicación de políticas de ajuste etc.). 

En este caso una Cataluña independiente funcionará como una quinta columna incrustada en la península ibérica poniendo en peligro un proyecto republicano-antineoliberal como aquel por el que hoy lucha la izquierda: su posible independencia afecta seriamente los intereses estratégicos por el que hoy lucha la izquierda estatal y europea. 

 Esta quinta columna torpedearía cualquier intento similar que pueda triunfar en países próximos como Portugal, Grecia o Italia impidiendo toda posibilidad, por ejemplo, de contruir un frente antineoliberal en el sur de Europa para poder enfrentarse a los poderes fácticos en Bruselas. La salida de España del euro provocaría un reforzamiento inmediato de las posiciones independentistas Cataluña o Euskadi.

Tercero Una dinámica independentista en la península ibérica secuestraría o debilitaría a largo plazo la agenda antineoliberal en países  occidentales con minorías independentistas como Bélgica, Italia, Francia y también Gran Bretaña, pero también en otros con graves conflictos identitarios como Ucrania. 

El antiestatismo del grupo (1)  (ver arriba) puede ver aquí un debilitamiento de los Estados represores, pero sucederá todo lo contrario: se producirá un reforzamiento de las fuerzas anti-solidarias que arrastrarán a partes importantes de la ciudadanía de orientación progresista. El avance de la ultraderecha, que ya hoy es una realidad en Europea, sadrá  severamente reforzado y contaminará a enemigos potenciales  del neoliberalismo. 

Cuarto. El programa social del independentismo catalán no se basa en la resdistribución interna de la riqueza entre clases sociales catalanas, que debilitaría el "bloque nacional", como en cortar las aportaciones de Cataluña que, a través de Madrid, sirven para desarrollar las zonas más pobres del Estado, que lo refuerza.

 Las dinámicas identitarias pueden ser muy poderosas pero no cambian en nada un hecho esencial de naturaleza objetiva: a diferencia de Escocia, Galicia, Andalucía, Canarias o Quebec, el país vasofrancés, del Rosellón, de los territorios asiáticos de la antigua URSS, de Palestina y Cuba con respecto a los Estados Unidos o incluso con respecto a la España del siglo XIX, pero al igual de lo que sucede en Flandes, en el norte de Italia, en Sudán del sur o en la provincia boliviana de Santa Cruz, la renta per cápita en Cataluña y del País Vasco español están -bastante- por encima de la media del Estado: se trata de  regiones ricas, que accedieron históricametne pronto a la modernidad capitalista pero que no quieren cargar con los pobres de sus estados, no se trata de regiones pobres discriminadas económicamente.

 En el núcleo de los programas de todas las izquierdas del mundo también está la redistribución de riqueza y de espacios solidarios entre diferentes territorios- Por muy activas que puedan ser algunas ONGs catalanas o vascas, sería irracional excluir a los territorios catalán y vasco de esta lógica redistributiva. 

El concierto vasco y navarro excluyen en parte a estos territorios de ella.  Esto no ha debilitado el nacionalismo en estos territorios. Todo lo contrario: la lógica neoliberal tiende a bloquear la solidaridad de los territorios ricos con respecto a los pobres alimentando el exclusivismo territorial, una tendencia que también se observa en otros territorios ricos como el de la Comunida de Madrid. 

Su versión “progresista”, que cancela la solidaridad con los pobres no catalanes asegurando una mayor solidaridad entre catalanes, no tiene bases consistentes. 

Primero porque, instalados en una dinámica nacional, los nuevos territorios independientes cancelarán las políticas solidarias una vez que no necesiten los apoyos de sus clases populares: son los “más ricos” (“Cataluña, la Finlandia del Mediterráneo” etc.) y se comportarán como tales, es decir, se instalarán en una lógica territorial competitiva igual que el resto de los “más ricos” occidentales. 

Segundo porque es altamente improbable que, con su estructura de clases, una Cataluña recién independizada y que lucha por subsistir permita elevar los salarios y favorecer realmente a las rentas más bajas mientas intenta subsistir en el actual mundo ultracompetitivo por mucho que hoy se hagan concesiones a las clases populares con el fin de acumular apoyos para el proyecto de construcción nacional.  

El resto de los territorios del Estado, instalados en una lógica competitiva igual de radical, harán todo lo posible por responder al dumping fiscal y salarial de los catalanes: la carrera hacia abajo con el fin de atraer inversiones adquirirá unas dimensiones dramáticas e incluirá un corrimiento político progresivo de las clases populares hacia el nacionalismo de derechas tanto al sur como al norte del Ebro. 

Lo que se observa hoy en algunos países del Este se parece mucho más al escenario más probable a lo que haya sucedido en lugares sacados del contexto histórico, económico y geográfico europeo y contemporáneo.  

Tercero los gastos de la creación de una nueva infraestructura estatal anularán una buena parte del efecto de la  eliminación de las transferencias solidarias a otros territorios del Estado reduciendo el margen material para la distribución secundaria. 

Los gastos financieros destinados a financiar esta construcción a través del endeudamiento en los mercados financieros, con primas de riesgo importantes y elevados tipos de interés, tendrán un efecto similar: se comerán una buena parte, si no toda la riqueza que, creada en Cataluña, se desvía hoy para darle colegios, ambulatorios e infraestructuras a las comarcas más pobres del Estado. (...)"                (Armando Fernández Steinko, 'Esbozo de una propuesta ofensiva sobre el tema nacional', en Piensa y actúa, 21/01/2014)

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