5/6/14

En EEUU, los salarios hoy son más bajos que en 1968. Martin Luther King en la marcha de Washington exigía un salario mínimo de 2 dólares/hora. Hoy serían 15.35, pero el oficial es de 7.25

"(...) En los estudios de estas desigualdades que están apareciendo en Norteamérica y en la Unión Europea (entre los cuales cabe destacar Capital in the XXI Century de Thomas Piketty) se documenta su evolución, y en muchos de ellos se acentúa, con razón, la importancia que las políticas neoliberales han tenido en el desarrollo de tales desigualdades. 

Ahora bien, pocos profundizan para señalar que el origen de esas desigualdades es precisamente la explotación del mundo del trabajo por parte del mundo del capital. 

Es decir, lo que solía llamarse “la lucha de clases”, término que ahora no se utiliza por ser considerado anticuado en el lenguaje moderno, el cual ha excluido incluso la categoría de “clases sociales” (y no hablemos ya de la de “explotación de clase”) del lenguaje permitido por la sabiduría convencional (es decir la sabiduría permitida y promovida por la estructura de poder en los medios y centros académicos, tales como en España Fedea, financiados por el gran capital, y que presentan tales términos y conceptos como ideologías dignas de ser marginadas, o mejor, ignoradas).
 
Veamos ahora los datos. Y comencemos por definir los términos, y muy en especial explotación. Explotación de clase es cuando una clase social vive mejor a costa de que otra clase viva peor. Y esto es lo que ha estado ocurriendo y ha ido creciendo desde los años ochenta.

 Y los datos están ahí para el que quiera verlos y que no utiliza ojeras ideológicas que le impidan ver la realidad como es y no como desearía que se leyera. Todos los datos que han analizado el crecimiento de la productividad (una variable clave para determinar el crecimiento de la riqueza de un país) muestran que esta ha aumentado en los últimos cuarenta años en Norteamérica y en la Europa Occidental. 

Y ello se refiere tanto a la productividad total como a la productividad per capita y por trabajador. Esto quiere decir que la riqueza de los países a los dos lados del Atlántico Norte ha crecido muy significativamente.

 Pero esta riqueza, resultado del crecimiento de la productividad, ha ido más a enriquecer al mundo del capital, es decir, a los propietarios y gestores de las grandes  empresas (donde creció la productividad), a través del enorme crecimiento de los beneficios empresariales y de las retribuciones a los dirigentes y delegados de estas empresas, a costa del escaso crecimiento de los salarios que reciben los trabajadores.

 Así, en EEUU, Lawrence Mishel y Kar-Fai Gee han calculado (y publicado en la revista International Productivity Monitor, Spring 2012) cómo ha ido creciendo la productividad y quién se ha beneficiado más de ello. Así “desde 1973 a 2011, la productividad por trabajador creció nada menos que un 80.4%. El salario horario promedio, sin embargo, creció solo un 4.0%. 

En realidad, si los salarios hubieran crecido como creció la productividad laboral, el salario horario promedio hubiera sido de 27.89 dólares (en dólares del 2011), en lugar de 16.07 dólares”. Casi todo el producto generado por el crecimiento de la productividad fue a enriquecer los beneficios de las grandes empresas y las compensaciones de sus dirigentes.

 Es esta la principal causa del enorme crecimiento de la concentración de las riquezas y de las rentas en nuestras sociedades, concentración ayudada por las intervenciones del Estado, más favorables al mundo del capital que al mundo del trabajo.

Una situación semejante ha ocurrido en la Gran Bretaña, Francia, Italia, Japón, Alemania, Grecia, Portugal, España e Irlanda. En todos estos países las rentas del capital han crecido mucho más rápidamente que las rentas del trabajo durante el periodo que va de 1980 a 2011. 

En Alemania, el descenso de los salarios fue muy marcado a partir de las reformas Schröder, también conocidas como Agenda 2010, cuyas políticas fiscales beneficiaron a las rentas del capital, a la vez que sus reformas laborales determinaron el descenso de los salarios (descendiendo un 0.5% por año), con lo cual paralizaron la demanda doméstica, estimulando las exportaciones. 

Durante este periodo, la productividad laboral creció un 1.3% por año, muy por encima del crecimiento de las rentas del trabajo. (Para una extensión de este tema ver “Wages, Profits and Productivity” de Pete Dolak en Counter Punch, March 28-30, 2014).

Las políticas públicas neoliberales facilitaron el enorme descenso de los salarios. En EEUU, los salarios hoy son más bajos que en 1968. Y el salario mínimo interprofesional es un 23% más bajo que en el año 1968, cuando Martin Luther King lideró la marcha de Washington, exigiendo un salario mínimo de 2 dólares por hora, lo cual, en dólares de hoy, serían 15.35 dólares, mucho más elevado que el establecido hoy, de 7.25 dólares. 

El presidente Obama está proponiendo un salario mínimo de 10.10 dólares por hora (¡que son 2/3 partes de lo que King pedía en 1968, en dólares de hoy!). Un tanto parecido ocurre en los otros países citados anteriormente. (...)"    

(Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 1 de mayo de 2014, en vnavarro.org, 01/05/2014)

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