La idea de los autores era comparar los resultados para estudiantes controlando según su nivel de renta familiar. Sus conclusiones pueden resumirse en esta gráfica:
En la columna de la izquierda tenemos a licenciados universitarios
que vienen de familias pobres. A la derecha, gente que no acabó la
educación secundaria obligatoria de familias ricas. los porcentajes son
la proporción de cada grupo en cada nivel de renta.
El resultado es
francamente curioso: un 16% de licenciados universitarios de familia
pobre acabarán siendo pobres, exactamente la misma proporción de ricos
que nunca acabaron el instituto.
Un 20% de licenciados pobres llegará al
20% con más renta, comparado con un 14% de niños ricos que no pegaron
ni golpe en el colegio y nunca fueron a la universidad. Viendo estas
cifras, la mejor manera de evitar la pobreza y tener una vida decente no
es llegar a la universidad, sino nacer en una familia con dinero.
Por supuesto, esto no debería ser una sorpresa. Tener una carrera
profesional decente no es sólo cosa de tener estudios, sino también
contactos familiares y capital social. Un chaval pobre seguramente irá a
una universidad peor, así que su título tendrá menos valor. Un niño
rico puede acabar trabajando en la empresa de sus padres, o que le
coloquen en el negocio de algún conocido.
Es algo que hemos dicho otras veces: la igualdad de oportunidades es
un concepto estupendo, pero si realmente nos la tomamos en serio es muy,
muy difícil de implementar.
Si la movilidad social es uno de nuestros
objetivos de política social y educativa (y debería serlo), hacerla
efectiva requiere una inversión decidida no sólo en educación, sino
también en los condicionantes sociales que evitan que exista. Sobre esto
vamos a escribir, y mucho, durante los próximos días." (
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