"La
crisis sigue develando todo aquello que permanecía oculto en los
periodos de normalidad. Esto incluye los proyectos estratégicos de la
clase dominante, su forma de ver el mundo, la apuesta principal que
hacen para seguir siendo clase dominante. (...)
Puede
pensarse que la crisis es apenas un paréntesis luego del cual todo
seguiría, más o menos, como funcionaba antes. No es así. La crisis no es
sólo un revelador, sino el modo en que los de arriba están remodelando
el mundo. (...)
Me
parece necesario abordar tres aspectos, que no agotan todas las
novedades que aporta la crisis pero son, a mi modo de ver, los que más
pueden influir en las estrategias de los movimientos antisistémicos.
En primer lugar, lo que llamamos economía ha sufrido cambios de fondo. (...)
Pero
algo extraordinario se produce desde 2001. Los ricos se quedan con
todos los nuevos ingresos y, desde 2008, arrebañan además una parte de
lo que tenía el 90 por ciento, como ahorros o bienes. ¿Cómo denominamos a
este modo de acumulación? Es un sistema que ya no es capaz de
reproducir las relaciones capitalistas porque consiste en el robo. El
capitalismo extrae plusvalor y acumula riqueza (aún por desposesión),
pero expandiendo las relaciones capitalistas, por eso se asienta en el
trabajo asalariado y no en el trabajo esclavo (...)
Es
probable que estemos ingresando en un sistema peor aún que el
capitalismo, una suerte de economía de robo, más parecida a la forma
como funcionan las mafias del narcotráfico que a los modos empresariales
que conocimos en la mayor parte del siglo XX.
Es probable, también, que
esto no haya sido planificado por la clase dominante, sino sea el fruto
de la búsqueda desmesurada de lucros en el periodo financiero y de
acumulación por desposesión, que ha engendrado una generación de
buitres/lobos incapaces de producir otra cosa que no sea destrucción y
muerte a su alrededor.
En segundo lugar, que el sistema funcione de este modo implica que los
de arriba han decidido salvarse a costa de la entera humanidad. En algún
momento hicieron una ruptura afectiva con los demás seres humanos y
están dispuestos a producir una hecatombe demográfica, como sugiere el
cuadro mencionado. Lo quieren todo. (...)
Más
allá de que esto sea un delirio inducido por la soberbia, parece
evidente que los de arriba no pretenden ordenar el mundo según sus
viejos intereses, sino generar regiones enteras (y a veces continentes)
donde reine el caos absoluto (como tiende a suceder en Medio Oriente) y
otras de seguridad absoluta (como partes de Estados Unidos y Europa, y
los barrios ricos de cada país).
En suma, han renunciado a la idea de una sociedad, idea que es sustituida por la imagen del campo de concentración.
En tercer lugar, esto tiene enormes repercusiones para la política de
los de abajo. La democracia es apenas un arma arrojadiza contra los
enemigos geopolíticos (empezando por Rusia y China), que no se aplica a
los regímenes amigos (Arabia Saudita), pero ya no es aquel sistema al
que alguna vez otorgaron alguna credibilidad. Lo mismo debe decirse del
Estado-nación, apenas un obstáculo a superar como lo demuestran los
ataques en Siria violando la soberanía nacional.
No nos cabe otro camino que organizar nuestro mundo, en nuestros
espacios/territorios, con nuestra salud, nuestra educación y nuestra
autonomía alimentaria. (...)"
(Raúl Zibechi, La Jornada, en Jaque al neoliberalismo, 03/10/2014)
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