"En
los Estados Unidos solo se necesitan tres de cada diez trabajadores
para producir y entregar los productos que consumimos. Todo lo que
extraemos, cultivamos, diseñamos, construimos, fabricamos y
transportamos – hasta preparar una taza de café en la cocina de un
restaurante y llevarla a la mesa del cliente – es obra de
aproximadamente el 30% de la fuerza laboral.
El resto de nosotros nos dedicamos a planear qué es lo que se va a
hacer, a decidir dónde instalar las cosas que se han fabricado, a
prestar servicios personales, a hablar entre nosotros y a dar
seguimiento a lo que se está haciendo, de modo que podamos decidir qué
se necesita hacer después.
Sin embargo, a pesar de nuestra evidente
capacidad de producir mucho más de lo que necesitamos, no parece que
tengamos un exceso de riqueza. Una de las grandes paradojas de nuestro
tiempo es que los trabajadores y los hogares de clase media siguen
batallando en momentos de abundancia sin paralelo.
En los países desarrollados tenemos recursos más que
suficiente para satisfacer nuestras necesidades básicas. Tenemos
bastantes enlaces orgánicos de carbono e hidrógeno que al romperse nos
dan calorías; suficientes vitaminas y otros nutrientes para mantenernos
sanos; viviendas adecuadas para mantenernos secos; suficiente ropa para
conservarnos calientes; suficiente capital para mantenernos productivos,
al menos potencialmente; y bastante entretenimiento para no aburrirnos.
Y todo eso lo producimos en un promedio de menos de dos horas diarias
de trabajo fuera de casa. (...)
Sin
embargo, mucho de lo que estamos produciendo en la era de la
información no es ni excluyente ni rival –y esto cambia todo el
panorama. Es difícil crear incentivos para la creación de bienes en la
era de la información; es complicado monetizar su distribución; y no
tenemos las herramientas para rastrearlos fácilmente en las cuentas
nacionales.
El resultado es una creciente discrepancia entre lo que las
personas estarían dispuestas a pagar por un servicio determinado y el
crecimiento medido en las estadísticas nacionales. En otras palabras,
estamos produciendo y consumiendo mucho más de lo que sugieren nuestros
indicadores económicos –y los creadores de muchos de esos productos no
están recibiendo una compensación adecuada.
Lo anterior genera una serie de problemas únicos. Garantizar que los
trabajadores del presente y futuro tengan la posibilidad de capturar los
beneficios de la era de la información exigirá una redefinición de
nuestro sistema económico a fin de estimular la creación de estos nuevos
tipos de mercancías.
Además de desarrollar métodos de contabilización
de este nuevo tipo de riqueza, tendremos que concebir cauces para hacer
que la demanda de un producto contribuya a la fuente de ingreso de su
creador.
Solo mediante procedimientos que agregan valor verdadero a los bienes
que producimos podremos sostener una sociedad de clase media, en lugar
de una compuesta de tecno-plutócratas y sus siervos del sector
servicios." (Bradford De Long, Project Syndicate, en Jaque al neoliberalismo, 01/03/2015)
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