17/11/16

La Roja, concepto progresista traído por Luis Aragonés. Una resignificación de los símbolos nacionales que eliminó las connotaciones ultraderechistas de 'la furia', que formaba parte de la nomenclatura franquista

"Si el nacimiento del fenómeno del fútbol fue casi contemporáneo con la construcción del Estado-Nación, en la actualidad el deporte rey tiene una gran capacidad para reforzar el sentido de comunidad y hacer Patria.

 En tiempos de neoliberalismo todos somos mercancía y el fútbol se ha convertido en uno de los pocos espacios comunitarios que sirven para que las clases populares se agrupen en torno a un ideario social imaginario.

El fútbol es en un terreno privilegiado de afirmación y formación de identidades sociales y comunidades imaginadas y simbólicas. Vázquez Montalbán decía que el fútbol era la religión diseñada más extendida del planeta y que le interesaba porque era la que había hecho menos daño.

Nada más hacerse cargo de la Selección Española en 2004, el entrenador Luis Aragonés en tono castizo soltó una frase cargada de simbolismo, que pasó desapercibida hasta que llegaron los éxitos en el fútbol, las camisetas a las calles y las banderas a los balcones: "Me gustaría que la selección tuviera un nombre, una identidad. Igual que Brasil es la canarinha o Argentina la albiceleste, me gustaría que España fuera La Roja".

La Roja se convirtió en un sujeto integrador para animar a España sin nombrarla. En lugar de La Roja podría haberse denominado La Rojigualda, de todos los colores de la bandera actual y de los vencedores de la Guerra Civil, o los rojos como les bleus en Francia y con reminiscencia al bando republicano.

 Pero sin embargo fue La Roja: un eslogan femenino, corto y pegadizo que el poder mediático vio con buenos ojos. Una resignificación de los símbolos nacionales que despojó connotaciones ultraderechistas.

Luis Aragonés luchó por la creación de un estilo contra el estereotipo vigente e interiorizó en un grupo de artistas atrevidos la necesidad de ganar sabiendo no perder y jugando bien. Más tarde Del Bosque se hizo cargo del equipo y cuando ganó el Balón de Oro reivindicó un estilo modélico: “Se puede fallar delante de la portería, donde no se puede fallar es en el comportamiento”.

Se construyó un gran relato como sublimación simbólica que convirtió la historia del fatalismo y la leyenda negra de las frustraciones deportivas en pasado. Se presentó una imagen inclusiva, moderna y victoriosa de la nación que dejó obsoleto el universo simbólico de La Furia. La Furia había formado parte de la nomenclatura del régimen franquista como maquinaria propagandística. Franco veía bien que el fútbol fuera concebido como un campo de batalla, una expresión de teórica esencia de la nacionalidad española.

Los procesos de pensamiento humano son en gran medida metafóricos. Pensamos en función de marcos de estructuras de pensamientos que conforman nuestro modo de ver el mundo. Y una España representada por un estilo y una manera abierta y sofisticada de interpretar el fútbol suponía el inicio sobre lo que construir un nuevo gran relato a partir de un rasgo identitario y estético diferente a la antigualla de La Furia.

Si seguimos la teoría de Lakoff en No pienses como un elefante, la dicotomía padre estricto (valor de la autoridad, la disciplina, la fortaleza y la lucha en un mundo competitivo) está muy ligada a La Furia, y el padre protector (dialogante, que apoya y escucha) remite a La Roja. 

Desde el punto de vista de Dante Panzeri en Fútbol dinámica de lo impensado podemos agregar la dicotomía juego-alegría, un ente cooperativo en el que todos hacen de todo por placer y la seriedad-angustia en el que priman los valores atléticos. 

Y en el lenguaje de signos para el fútbol que promulgó Pasolini diferenciamos un fútbol-prosa (La Furia) que crece en el orden a través de sintaxis y un fútbol-poesía (La Roja) que trata de ser poético con un discurso de belleza que destroza el orden de forma creativa.

Escribió Galeano que el estilo de juego era un modo de ser, que revelaba el perfil propio de cada comunidad y afirmaba su derecho a la diferencia. La Roja se fraguó como nuestro modo de ser a partir de valores progresistas.

 La Roja se convirtió en símbolo de innovación y diversidad en un país de países y en el desahogo de una ciudadanía indignada. El fútbol no fue utilizado como arma arrojadiza sino como motivo de orgullo. Pienso como Panzeri que si se difunden los valores mediante los futbolistas como únicos héroes de la nación es porque nos hemos quedado sin valores. 

Y que nada funciona en un país si sólo se recrean identidades, narrativas y se llega a acuerdos por el éxito deportivo, ya que estos acuerdos no valdrán cuando se pierda. Pero me parece de una superioridad moral inadmisible negar a los excluidos el derecho a festejar el fútbol, que es el único rincón de consuelo en el que son aceptados y pueden sacar una bandera sin ser acusados por nada. Además el fútbol no desgasta energías para las protestas sino que las puede acrecentar y ser herramienta de cambio."                 (Fonsi Loaiza

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