"El de innovación educativa
es un concepto que suena muy bien pero que no siempre resulta fácil
delimitar. Los cambios se producen a muchos niveles, desde las leyes
educativas hasta pequeños cambios de dinámica en las aulas.
De ahí que
para entender qué está ocurriendo en España en este preciso momento, sea muy útil el decálogo de las escuelas innovadoras que el profesor de Sociología de la Educación Xavier Martínez-Celorrio ha elaborado para el 'Informe España 2016', que funciona como guía para desenvolverse en este nuevo panorama.
“En
los últimos años, se está formando una ola de cambio educativo en
España desde determinadas escuelas y colectivos de profesores que se han
atrevido a transformar y superar el modelo pedagógico tradicional”,
señala el autor.
Este presenta un listado de 114 escuelas innovadoras
(“no un 'ranking”, matiza) que intenta trazar un posible mapa del cambio
educativo español, desde Amara Berri hasta Nova Escola 21 pasando por
el Horizonte 2020 de los jesuitas de Cataluña.
Gran parte de este movimiento, explica a El Confidencial Martínez-Celorrio, ha comenzado en esta última comunidad, donde muchos centros públicos y concertados han propuesto proyectos que poco tienen que ver con la educación tradicional.
Las escuelas han demostrado mayor capacidad de transformación que las leyes: la Lomce morirá, pero esto viene para quedarse
“Se
trata de una ola de cambio genuina que viene desde abajo, parte de
contextos muy locales y es el resultado creativo de una profunda
reflexión superadora del paradigma escolar tradicional, rescatando el
espíritu de la Escuela Nueva de principios del siglo XX para
actualizarlo en pleno siglo XXI”, añade el autor. Este utiliza el
término 'primavera pedagógica' para referirse a esta “ola de cambio irradiada por toda España pero aún desarticulada”.
La Administración, añade, tampoco ha hecho mucho por que se visibilice este relevo generacional
por parte de un nuevo profesorado que se ha formado en la Logse,
conecta bien con las familias jóvenes y aún no ha sufrido el desencanto
que han padecido otros docentes.
“Lo importante es que las escuelas han
demostrado mayor capacidad de transformación que las propias leyes”,
matiza el profesor. “La Lomce morirá, pero estos proyectos han venido para quedarse”. ¿Cuáles son los 10 puntos que los distinguen?
1. Reestructuración escolar genuina
Los
colegios e institutos de la lista han aprovechado la autonomía escolar
para transformar organizaciones, metodologías y relaciones con el
alumnado. El cambio no ha venido impuesto desde las administraciones,
sino que se ha producido desde abajo: “Muchas de estas escuelas son de
reciente creación y ya nacieron con un grupo cohesionado de profesores
alrededor de un mismo proyecto”, señala Martínez-Celorrio. Surgieron,
añade, del “convencimiento por parte del profesorado de que el modelo que han seguido es insatisfactorio y se necesitaba un revulsivo”.
2. Centralidad del alumno
Es
un mantra que se repite en todos los proyectos de innovación educativa:
el protagonista no debe ser el profesor, sino el alumno. El profesor
recuerda que uno de los problemas de nuestro sistema educativo es “la
inestabilidad del profesorado y de las plantillas, hay demasiada movilidad, por lo que no se han configurado equipos afines que compartan paradigmas y modelos”.
Es mucho más fácil, por lo tanto, que estos proyectos se configuren
alrededor de grupos de profesores que creen en la misma idea y no a
partir del “reciclaje de profesores de la vieja escuela, más
acostumbrados al libro de texto, que son quienes más se resisten a estos
cambios”.
Amara Berri en el
País Vasco, el gallego O Pelouro o el extremeño Miralvalle son
precursores de estas propuestas y modelos a imitar
3. Aprendizaje por proyectos
Martínez-Celorrio
lo considera como “la metodología estrella que se ha redescubierto —es
algo antiguo—, quizá la punta del iceberg”. Aunque muchos colegios
jesuitas lo lleven a cabo —también algunos colegios finlandeses—,
no se trata de la única propuesta que está cambiando la forma de hacer
las cosas, en este caso, superando las restricciones del currículo
tradicional y de los libros de texto.
“Lo que caracteriza a esta oleada
de cambio educativo en España es, sobre todo, la pluralidad de metodologías”, explica el profesor. “Aunque esta sea quizá la que más destaca y llame la atención del profesorado”.
4. Evaluación formativa
La
Lomce obligaba, entre otras cosas, a reintroducir notas numéricas en
los expedientes académicos. Muchas propuestas han rechazado este sistema
intentando que la evaluación no sea una mera calificación, sino que
también sirva de aprendizaje para el estudiante analizando otras
cualidades.
“Es fundamental porque rompe con una cultura latina muy
acostumbrada a utilizar la evaluación para seleccionar, no valora el
error o la equivocación como fuente de aprendizaje”, explica
Martínez-Celorrio. “Es más competencial, más global y compleja, más enriquecedora”.
5. Cambio de estructura de tiempo y espacios
'Tirar
los muros de las aulas' se ha convertido en casi un eslogan de estas
nuevas propuestas, pero el profesor catalán recuerda que se remonta a
mucho tiempo atrás, tanto a propuestas como Amara Berri en el País Vasco como otros centros como el gallego O Pelouro o el extremeño Miralvalle. “Fueron precursores de la alternativa pedagógica ya desde el tardofranquismo,
algo que alimentó a los movimientos de renovación pedagógica”. Estas
propuestas se han mantenido como referencia a lo largo de las décadas.
6. Diversidad de edades en las aulas
Muchos
colegios rurales se vieron obligados a lo largo de las décadas a juntar
en sus aulas a estudiantes de distintas edades, una característica que
tienen en común con muchos de estos centros (Elon Musk también lo ha implantado en Ad Astra). Como recuerda Martínez-Celorrrio, “el de la escuela rural es un modelo de éxito que ha funcionado muy bien en España”.
No es raro, por lo tanto, que representantes del Ministerio de
Educación japonés visiten escuelas de Soria o Ávila. Para el profesor,
es un error que la escuela sea la única institución donde no se ponen de
acuerdo distintas edades; en estos centros, los mayores enseñan y
ayudan a los más pequeños, lo que tiene efectos positivos.
Muchos centros tradicionales funcionan como grandes factorías, son equipamientos de 1.500 alumnos y 100 profesores
7. Implicación de profesorado y familias
Lo explicábamos hace poco: durante las últimas décadas se ha producido una progresiva separación entre docentes y padres,
que desconfían mutuamente unos de otros. En los centros de la lista
propuesta, no obstante, “se dan las condiciones idóneas entre unos y
otros para que se trabaje juntos y los proyectos salgan
adelante”.
El criterio pedagógico de los padres está mucho más
desarrollado, y ellos mismos son los que promueven los cambios, como
ocurrió durante los años setenta, cuando se configuró una nueva escuela
democrática. Hoy en día, no obstante, la cultura escolar tradicional se
basa “en una separación entre familias y profesores” alentada desde la
Administración.
8. Disuelven problemas de convivencia
Martínez-Celorrio
explica que estas escuelas suelen ser “cálidas, con clima afectivo y
emocional positivo”. Algo que, no obstante, es muy difícil de trasladar a
la mayor parte de centros de España, que están configurados de forma
muy diferente. “Funcionan como grandes factorías, son grandes
equipamientos de 1.500 alumnos y 100 profesores que reproducen un modelo
de relaciones impersonales”, explica el autor del informe.
De ahí que
muchas veces el 'bullying'
pase desapercibido, ya que las circunstancias vitales de los alumnos
son desconocidas para los encargados de su educación. Los centros
analizados por Martínez-Celorrio comparten un nuevo marco, en el que se
sitúa “una relación más horizontal y democrática, en la que cada uno asume su rol, lo que hace madurar al alumnado”.
9. Profesorado reflexivo
Es
casi imposible imponer cambios en las costumbres del profesorado,
especialmente si este se siente desmotivado e infravalorado. El autor
destaca la “fuerte identidad de centro” de estos docentes organizados
alrededor de un proyecto común, y recuerda el grave problema que España
arrastra en la formación de sus profesores desde hace décadas: “La Logse
se aprobó en 1990, se empezó a aplicar en 1996/97 y la formación del
profesorado no empezó a cambiar hasta 2009/10, la primera edición del
máster”, recuerda.
“Fueron casi 20 años, lo que ha producido un déficit acumulado injustificable”.
Tampoco es que las nuevas herramientas de formación, como el máster,
hayan cambiado la situación. Martínez-Celorrio lamenta que “el máster se
ha escolarizado; necesita un replanteamiento más competencial, donde se
integren teoría y práctica, al estilo de las antiguas escuelas de
Magisterio o el MIR”.
10. Escuela como organización abierta
Otro lema repetido por los colegios más innovadores del mundo
es que el colegio no vive aislado en mitad de la sociedad, sino que es
parte esencial de esta. Ya no es, por lo tanto, “una burbuja
autosuficiente, con rutinas escolares heredadas y libros de texto que
pretenden capturar todo el conocimiento”, en palabras del autor.
La escuela debe ser el motor de cambio social y
tener una gran influencia en su entorno inmediato. Como ocurre en los
centros presentados en el informe. “El acto educativo no es formar para
el día de mañana, sino vivir hoy, lo que obliga a replantear las
metodologías y las didácticas”. ¿El objetivo? Que la escuela se
convierta en un reflejo real de lo que puede ofrecer la sociedad." (Héctor G. Barnés , El Confidencial , 10/06/17)
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