"La banca global extrae los flujos de liquidez del trabajo a través de la deuda y los 'mercados' optimizan el flujo multiplicándolo.
(...) Una pregunta previa: cuando hablamos o se habla de sistema financiero, ¿de qué hablamos exactamente?
Aunque
no lo parezca, no es nada sencilla esta cuestión que me planteas.
Quizás sería interesante, desde el punto de vista pedagógico, resaltar
el enorme contraste existente entre la respuesta que te daría un
economista ortodoxo -desde prácticamente todas las tribunas académicas y
mediáticas- y la versión “herética” que, con base en las teorías de
Marx y de Keynes, viene considerándose la crítica más importante de la
teoría económica apologista del capital.
Adelante con el contraste
La
versión oficial -con la que se lava el cerebro a los sufridos
estudiantes de economía en las facultades de todo el mundo- dice que el
sistema financiero es el conjunto de instituciones -bancos, fondos de
inversión, mercados bursátiles, mercados extrabursátiles, supervisores,
etc- cuya función primordial es, en su condición de intermediarios
financieros, canalizar el ahorro hacia la inversión empresarial o el
crédito al consumo.
De este modo las instituciones financieras
fungirían, podríamos decir, de lubricantes de la actividad económica
proveyendo financiación y optimizando los flujos de liquidez a través de
mecanismos que, en última instancia, redundan en la eficiencia de la
asignación de recursos hacia la inversión productiva y el crecimiento
económico.
Sí, sí, eso lo que normalmente podemos leer en ensayos y artículos.
Pues
nada más lejos de la realidad, te lo aseguro. En este caso, los herejes
nos acercan mucho más a la verdad. La versión herética, valga la un
tanto grosera simplificación, expuesta principalmente por economistas
marxistas, define el sistema financiero como el conjunto de
instituciones capitalistas cuya función esencial es canalizar los flujos
de riqueza real extraídos -a través del 'crédito a muerte'- de la
creciente explotación del trabajo hacia la nebulosa del casino global
multiplicando el ingreso rentista y los formidables niveles de
desigualdad para sostener la tasa de ganancia del capital, bastante
maltrecha desde el crack del petróleo de 1973.
En él habría pues dos
niveles: en un primer nivel -llamémosle “máquina de succión”- estaría la
gran banca global -la banca comercial y la banca central independiente
de los gobiernos- cuya principal función sería extraer, a través del
flujo creciente de intereses de la deuda, pública y privada, colosales
cantidades de riqueza real hacia el casino.
Y en un segundo nivel
tendríamos el casino global, los mercados bursátiles y lo que el experto
en finanzas Hernández Vigueras
denomina banca en la sombra, donde se vuelca el flujo de liquidez
extraído por el sistema bancario para multiplicarlo -el casino
financiero decuplica el PIB mundial- y convertirlo en rentas
exorbitantes y en un formidable motor de desigualdad.
Digamos pues, en
resumen, que la banca global extrae los flujos de liquidez del trabajo
vivo a través del imperio de la deuda y los llamados “mercados”
optimizan al máximo ese flujo, multiplicándolo ad eternum,
pugnando por estirar los ciclos de auge del capitalismo hasta el
inevitable colapso, y maximizando los ingresos de los rentistas -la
clase actualmente hegemónica-.
Perdón por extenderme pero quería
recalcar el contraste entre la realidad y la versión oficial de la
ortodoxia, con la enorme influencia que ello tiene en la colosal
ignorancia popular sobre la función real de las finanzas en nuestra
sociedad. (...)" (Entrevista a Alfredo Apilánez, Salvador López Arnal , Rebelión, 20/02/19)
"El sistema es intrínsecamente inestable por causa de la formidable
inestabilidad financiera provocada por la banca global y su crédito a
muerte”
(...) Te recuerdo el título de uno de tus últimos trabajos: “El
fascismo financiero y la irreformabilidad del sistema”. ¿No es un poco
fuerte-excesivo eso de “fascismo financiero”? ¿El sistema financiero
español sería un ejemplo de ese sistema fascista? (...)
El concepto 'fascismo
financiero' proviene del conocido sociólogo portugués Boaventura de
Sousa Santos. Santos define el fascismo financiero como una forma,
quizás la más importante, de fascismo social. “ Todas las formas de
fascismo social son formas infra-políticas, no son parte del sistema
político, que es formalmente democrático, pero condicionan las formas de
vida de los que están abajo a través de desigualdades de poder que no
son democráticas, pero son inmensas y permiten que los grupos que tienen
poder obtengan un derecho de veto sobre las oportunidades de vida de
quienes están más abajo.
Hasta ahora, políticamente, las sociedades son
democráticas. Hay libertad de expresión, relativa pero existe. Hay
elecciones libres, por así decirlo, con toda la manipulación. Pero los
asuntos de los que depende la vida de la gente están cada vez más
sustraídos al juego democrático. El mejor ejemplo es el fascismo
financiero”.
En mi opinión, esta es la clave que permite hablar de
fascismo financiero: que los asuntos de los que depende la vida de la
gente están cada vez más sustraídos del juego formalmente democrático.
Digan lo que digan, real como la vida misma.
En el texto al que te refieres trato de argumentar que
la hegemonía del capital financiero ha impuesto la agenda dura
neoliberal de sobreexplotación del trabajo y rentismo a muerte y ha
vaciado completamente de soberanía los estados democráticos al eliminar
los instrumentos fiscales redistributivos que les podrían permitir hacer
políticas keynesianas.
Menciono varios ejemplos -Zapatero en 2010
anunciando recortes y reformando el año siguiente vergonzantemente la
Constitución bajo el diktat
del BCE; o Tsipras rindiéndose al chantaje de la troika y violentando
la voluntad de su pueblo expresada en referendum- de cómo incluso la
teórica izquierda tiene las manos completamente atadas para desarrollar
políticas mínimamente reformistas. Otro ejemplo paradigmático de
fascismo financiero son las agencias de rating o de calificación de
riesgos.
Nos lo explicas por favor.
Se trata de un oligopolio de tres firmas de Wall
Street que señalan con sus calificaciones negativas -lo hicieron con
Grecia y con España en la crisis de la prima de riesgo- a quienes van a
sufrir el ataque de los bazokas de las finanzas
globales.
Provocaron, con estas malas artes y sus flagrantes conflictos
de intereses con la gran banca y los tiburones de las finanzas globales
-Mister Soros et al-, el hundimiento de la solvencia crediticia de los
“parásitos” del Sur de Europa y, con la complicidad absoluta de la banca
central, que utiliza sus “objetivas” calificaciones como requisito para
adquirir deuda pública de los Estados parias, les obligaron a cumplir
la agenda dura neoliberal que condena a los pueblos a la precariedad y
la miseria.
Así pues, como prueba este ejemplo y muchos otros, si
entendemos el fascismo, más allá de su origen y de los ejemplos
históricos, como la forma en la que el gran capital aplica las políticas
que afectan cada vez más a la vida de la gente a través de
procedimientos coercitivos y en absoluto transparentes o democráticos,
tenemos un buen ejemplo en la hegemonía de las finanzas modernas en el
capitalismo neoliberal.
El ultra Hayek, sin ir más lejos, padrino junto
con Friedman del neoliberalismo de posguerra y de su desembarco político
durante el thatcherismo, quien tenía al menos el don de la franqueza,
declaró en 1981 a un periódico chileno: “Mi preferencia personal va a
una dictadura liberal y no a un gobierno democrático donde el
liberalismo está ausente”. Como dicen los leguleyos: “a confesión de
parte, relevo de pruebas”.
Recojo un comentario tuyo: ¿qué sistema es ese que es irreformable? ¿En qué sentido lo es?
En este caso, como creo que la cuestión a la que te
refieres está implícita en la anterior, voy a remitirme, y perdón por la
autocita, a un fragmento del texto al que nos estamos refiriendo que
creo contesta a tu pregunta: “ La gran novedad respecto a épocas
anteriores de la historia del capitalismo es la amputación de la
posibilidad de intervención, al menos en la sala de máquinas del
sistema, por parte de los poderes públicos, teóricos representantes de
la soberanía popular.
Sobran los ejemplos ilustrativos de cómo las
palancas “técnicas” a través de las que el estado burgués podía atenuar
el embate del capital (destacadamente, la política fiscal redistributiva
de tipo keynesiano financiada a través del banco central público) han
sido cercenadas por la ofensiva neoliberal.
La conclusión lógica de cara
a las vías de acción político-social de las clases populares es
contundente: si el sistema es irreformable por la vía
legal-institucional, la insistencia en esta vía por parte de las
llamadas fuerzas del cambio y los movimientos sociales reformistas sólo
puede producir desánimo y frustración, ante la imposibilidad de realizar
transformaciones de calado respetando las reglas del juego.
El viejo
reformismo, mil veces fracasado, con su utópica ilusión de alcanzar un
capitalismo con rostro humano, para paliar con microavances el desastre
en ciernes, no sería pues más que un freno a las auténticas aspiraciones
emancipatorias.
Como decía nuestro admirado Fernández Buey, en un artículo
que aparece en el magnífico libro que mencionaste al principio de esta
charla: “Lo característico del capitalismo actual es la degradación de
la política, su trivialización, su conversión en politiquería que
beneficia a una minoría y que tiende a hacer apolíticos a los demás”.
Quizás, por tanto, como reza el título del libro de John Hollaway que
comenta Fernández Buey, haya que pensar en cambiar el mundo sin tomar el
poder y sin hacerse vanas ilusiones en cuanto al uso de las romas
herramientas de la democracia formal. Pero eso es harina de otro costal y
nos llevaría por otros derroteros, más propositivos, en los que
obviamente no vamos a entrar. (...)" (Entrevista a Alfredo Apilánez, Salvador López Arnal , Rebelión, 26/02/19)
No hay comentarios:
Publicar un comentario