29/5/19

El porqué de que casi todos seamos de esa clase media que se extingue... O de que eso nos creamos

"En las sociedades avanzadas, casi todo el mundo se considera de clase media, y auto-catalogarse como de otra clase significa muchas veces que gran parte de nuestro entorno vaya a mirarnos con cierto recelo, bien sea porque nos vean como envidiable y económicamente privilegiados, bien sea porque lamentablemente nos denostan por lo contrario. Ser de clase media tiene mucho sex-appeal socialmente.

Pero la realidad va mucho más allá de simplemente buscar la aceptación social. En diversas encuestas y estadísticas que se contestan de manera anónima, efectivamente, el grueso de la población también confiesa considerarse a sí mismo de clase media.

 Y no es por nada, pero la clase media presenta una flagrante diferencia entre los que efectivamente tienen unos ingresos acordes a dicha clase, y los que se auto-califican de clase media sin realmente parecer que lo sean. ¿A qué se debe esta diferencia? ¿Qué quiere decir socioeconómicamente y qué implicaciones tiene? Pues muchas y muy importantes, como podrán ver.

El hecho es que, en principio, no debería ser mala noticia que los ciudadanos en general se consideren a sí mismos como que son de clase media. Aunque sólo sea por su convencimiento y por la lógica búsqueda de estabilidad y progreso para dicha clase, ello redunda en sostenibilidad para el sistema: dar estabilidad a la clase media hace que el sistema sea sostenible en los plazos más largos.

Lamentablemente, una cosa es lo que la gente vota que su socioeconomía necesita, y otra muy distinta cómo la realidad socioeconómica va evolucionando elecciones tras elecciones. Saben que, desde estas líneas, una de nuestras principales inquietudes socioeconómicas pasa por fomentar y preservar a esa valiosa clase media, que consideramos la joya de la corona de toda sociedad avanzada (que además pretenda seguir siéndolo).

 Pero lo cierto es que, lejos de que estemos asistiendo a un renacer de la clase media, especialmente tras la terrible Gran Recesión de hace más de una década, las condiciones socioeconómicas de esa esencial clase media están ciertamente estancadas, e incluso hasta en claro retroceso.

Y aun así, a pesar de que esta clase no tenga todo el glamour socioeconómico de otros tiempos, aunque la realidad de la evolución de nuestros sistemas socioeconómicos le castigue en vez de protegerla, a pesar de que la creciente dicotomía entre ricos y pobres amenace con seguir haciendo que retroceda, a pesar de todo, la inmensa mayoría de la población se sigue considerando a sí misma de clase media. ¿Dónde está aquí el truco?

Hace unas semanas, El Confidencial publicó un interesante artículo que exponía datos sobre esa auto-percepción como de clase media de gran parte de la sociedad. Y esta anomalía estadístico-psicológica no es sólo un hecho local de España: ocurre en otros países como en el mismo EEUU, donde un 70% de la población también se considera a sí misma de esa sexy clase media.

Psicológicamente resulta más comprensible que ciudadanos con capacidad económica reducida traten de obviar su situación, y se convenzan a sí mismos de que son de una clase media cuyo modo de vida en realidad no se pueden permitir. 

De hecho, especialmente desde las penurias que trajo la Gran Recesión (y que aún se sienten a día de hoy), este auto-convencimiento de los menos favorecidos es algo que ocurre a nivel macroeconómico, donde incluso la inmensa mayoría de los trabajadores que no llegan ni de lejos a ser mileuristas también afirman considerarse a sí mismos de clase media.

 No es para nada de extrañar que ocurra esto en una sociedad que errónea y mayoritariamente mide el éxito de un individuo exclusivamente por su capacidad económica. ¡Como si no hubiese otras fuentes de éxito personal igual o más importantes!

Pero algo todavía más complejo de entender socioeconómicamente es el porqué de que gente con salarios de cientos de miles de Euros afirme sin tapujos que ellos también son de clase media, y además lo hagan plenamente convencidos. Dada la divergencia de la realidad con la teoría, lo que procede plantearse es: ¿Pero qué demonios significa “ser de clase media”?

Una de las claves de las anomalías socioeconómicas del tema de hoy se basa precisamente en eso: la gente no está diferenciando bien entre dos conceptos radicalmente diferentes: la clase media, y la clase trabajadora. 

Llegados a este punto, y como otra muestra de mi habitual transparencia, debo confesarles que, al leer el artículo anterior de El Confidencial que ha dado origen a estas líneas, un servidor fue leyendo el acertado desarrollo de su autor e iba reconociendo sin apenas reparos las conclusiones como evidentemente ciertas (y planteándome nuevas cuestiones adicionales e interesantes a desarrollar en este análisis). 

Pero uno de mis mejores amigos fue más rápido que yo, y apenas habiéndole introducido brevemente al tema del artículo que yo ya había leído, ya concluyó lo mismo que su autor y adicionalmente sentenció: "Lo que ocurre es que casi todos somos clase trabajadora: necesitamos el trabajo para vivir, independientemente de los ingresos de cada uno"

 Por algo otro buen amigo común lo llama cariñosamente “Sentencia”: casi siempre hace (merecido) honor a su mote. Efectivamente, hoy en día casi todos somos clase trabajadora, y vivimos mayormente encadenados a nuestros gastos. (...)

Muy a menudo oímos en econometría y en boca de todo tipo de estancias económicas cómo se habla de estadísticas mayormente en términos de medias. Pues bien, las medias son tremendamente engañosas. Una media es la media aritmética entre lo que puede ser una renta muy elevada de clase alta, y una renta ínfima de clase desfavorecida: a pesar de las divergencias, la media puede aparentar un valor medio sostenible. 

 Efectivamente, yendo al terreno macroeconómico, y proyectando la inercia del deterioro de la situación socioeconómica de la clase media al extremo, no sería en absoluto imposible un escenario con una clase media que acabe existiendo sólo sobre el papel de una estadística, y que en realidad no exista en un mundo dicotómicamente polarizado entre ricos y pobres.

Así, esas engañosas medias, aunque tienen su parte de valor econométrico, deben ser ineludiblemente acompañadas de las medianas. Estas medianas son el valor de la serie estadística por encima del cual hay tantos individuos como por debajo.

 Efectivamente, si la renta media de un país polarizado socioeconómicamente tiene un valor elevado, la mediana mostrará cómo en realidad esa media es engañosa, al ser la mediana muy baja porque la mayor parte de los individuos están en valores muy bajos. 

A partir de ahora, presten menos atención a las medias, y más a las medianas. ¿A que no oyen casi nunca que los políticos nos hablen de ellas? Pues eso. Es que las medianas son la medida irrefutable de la amplitud del progreso socioeconómico de un país, y el “algodón que no engaña” que revela si la clase media progresa de verdad, o si por el contrario sólo es una entelequia matemático-aritmética.

Y para finalizar, aún hay alguna conclusión más que resulta muy interesante, y apuntaba a ella ya al principio del artículo. Lo realmente relevante de que la inmensa mayoría de la sociedad se considere de clase media es que, efectivamente, va a votar con mentalidad de clase media. 

Y con ese amplio y rentable espectro sociológico, no es de extrañar que esas mágicas palabras de “clase media” sean a las que todos los políticos le hacen estratégicos guiños tele-dirigidos en las siempre prometedoras campañas electorales. 

Lamentablemente, una vez hecho el recuento de las urnas, y al pasar del “modo promesa” al “modo acción”, luego es esa pagana clase media la que acaba cargando con buena parte de la siempre pesada losa fiscal.  (...)"                  ( , El blog salmón, 28/05/19)

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