"Siempre que visito el Sáhara me sorprende lo soleado y caluroso que
es, y lo despejado que puede llegar a estar el cielo. Aparte de unos
pocos oasis, hay escasa vegetación, y la mayor parte del desierto más
grande del mundo está cubierta de rocas, arena y dunas. El sol saharaui es bastante intenso para proveer a la Tierra de una energía solar considerable.
Las estadísticas son sorprendentes. Si el desierto fuera un país, podría ser el quinto más grande en el mundo; es más grande que Brasil y ligeramente más pequeño que China y los Estados Unidos.
Según estimaciones de la NASA, cada metro cuadrado recibe, de media,
entre 2.000 y 3.000 kilovatios/hora de energía solar al año.
Dado que el
Sáhara tiene una superficie de alrededor de nueve millones de
kilómetros cuadrados, esto significa que la energía total disponible —es
decir, si cada centímetro del desierto absorbiera cada gota de energía
solar— es de más de 22.000 millones de gigavatios hora (GwH) al año.
Se trata de una cifra que requiere contexto: significa que un
hipotético parque solar que cubriera el desierto entero produciría 2.000
veces más energía que las centrales más grandes del mundo, que tan solo
generan 100.000 GWh al año.
De hecho, la producción sería equivalente a
más de 36.000 millones de barriles de petróleo al día, es decir,
alrededor de cinco barriles por persona al día. En este supuesto, el
Sáhara podría producir potencialmente más de siete veces las necesidades de electricidad de Europa, con casi ninguna emisión de carbono.
Además, el Sáhara también tiene la ventaja de estar muy cerca de
Europa. La distancia más corta entre el norte de África y Europa es de
solo 14,4 kilómetros en el estrecho de Gibraltar. Pero, incluso si la
distancia fuera mayor, a través de la parte más ancha del Mediterráneo,
también sería posible transportar energía. Después de todo, el cable submarino más grande del mundo recorre cerca de 600 kilómetros entre Noruega y los Países Bajos.
Durante la última década, los científicos (incluidos mis compañeros y yo)
hemos investigado cómo la energía solar del desierto podría satisfacer
la creciente demanda local de energía, y finalmente, abastecer a Europa
también, y cómo podría funcionar en la práctica. Y estas ideas
académicas se han materializado en planes rigurosos.
El principal intento fue Desertec, un proyecto anunciado en 2009 que
rápidamente adquirió una cantidad significativa de fondos de varios
bancos y empresas de energía antes de colapsar cuando la mayoría de los
inversores se retiraron cinco años más tarde, alegando altos costes. Estos proyectos se encuentran retenidos por una serie de factores políticos, comerciales y sociales, incluida la falta de un desarrollo en la región.
Entre las propuestas más recientes se encuentran el proyecto TuNur en Túnez, cuyo objetivo es suministrar energía a más de dos millones de hogares europeos, o la central solar Noor Complex en Marruecos, que también pretende exportar energía a Europa.
En estos momentos existen dos tecnologías concretas para la
generación de electricidad solar en este contexto: la energía solar por
concentración (CSP) y los paneles solares fotovoltaicos convencionales.
Cada uno tiene sus ventajas y desventajas.
Solar concentrada
La energía solar concentrada utiliza lentes o espejos para enfocar la
energía del sol en un solo punto, que se vuelve muy caliente. Este
calor genera electricidad a través de turbinas de vapor convencionales.
Algunos sistemas utilizan sal fundida para almacenar energía, lo que
permite que también se produzca electricidad por la noche.
La CSP parece ser la más adecuada para el Sáhara debido al sol
directo, la falta de nubes y las altas temperaturas, lo que la hace
mucho más eficiente.
Sin embargo, las lentes y los espejos podrían quedar cubiertos por las
tormentas de arena, y la turbina y los sistemas de calefacción de vapor
siguen siendo tecnologías complejas. Pero el inconveniente más
importante de esta tecnología es que haría uso de unos recursos hidráulicos que en el desierto resultan escasos.
Solar fotovoltaica
Los paneles solares fotovoltaicos, en cambio, convierten la energía
del sol en electricidad utilizando directamente semiconductores. Es el
tipo más común de energía solar, ya que puede conectarse a la red
eléctrica o distribuirse para su uso a pequeña escala en edificios
individuales. Además, proporciona un rendimiento razonable cuando el
cielo está nublado.
Pero una de sus desventajas es que cuando los paneles se calientan
demasiado su eficiencia disminuye. Esto no es recomendable en una parte
del mundo donde las temperaturas estivales pueden superar fácilmente los
45°C a la sombra. Hay que tener en cuenta que la demanda de energía
para el aire acondicionado es mayor durante las horas más calurosas del
día. Otro problema es que las tormentas de arena podrían cubrir los
paneles, reduciendo aún más su eficiencia.
Ambas tecnologías necesitan determinada cantidad de agua
para limpiar los espejos y los paneles, lo que hace que el agua sea un
factor importante a tener en cuenta. La mayoría de los investigadores
sugiere integrar las dos tecnologías y desarrollar un sistema híbrido.
Una pequeña parte del Sáhara podría producir tanta energía como la
que produce actualmente todo el continente africano. A medida que la
tecnología solar vaya mejorando, la producción será más barata y
eficiente. El Sahara puede ser inhóspito para la mayoría de las plantas y
animales, pero podría producir energía sostenible para mantener vivo
todo el norte de África y más allá."
(Amin Al-Habaibeh es profesor de Sistemas Inteligentes de Ingeniería en la Universidad Trent de Nottingham. El País, 13/05/19)
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