"La conversación con Trasande discurre en español (es
hijo de inmigrantes gallegos), horas antes de que tome un avión a
Estados Unidos, donde dirige el departamento de Pediatría Ambiental de
la facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York. Ha participado
en el Congreso de la Asociación Española de Pediatría, donde se dijo
alto y claro que más del 95% de los niños españoles tienen en su orina
estas moléculas que hackean el metabolismo.
“Hay 1.000 o más químicos sintéticos que pueden interaccionar con nuestras hormonas”,
dice, “pero la evidencia es más fuerte para cuatro categorías: los
plaguicidas, los bisfenoles, que se usan en papel térmico [el de las
facturas de los datáfonos o cajas registradoras] y enlatados; los
ftalatos que están en cosméticos y en varios tipos de envases de comida,
y los retardantes de llama bromados en alfombras, quizá en muebles como
este (toca la butaca tapizada en la que está sentado) y en las casas
[también en productos electrónicos]. Se pensaba que solo eran dañinos a
dosis altas, pero no es así”.
El impacto de los químicos que suplantan o compiten
con las hormonas que ordenan nuestra vida es especialmente grave en
mujeres embarazadas y también en niños, afirma el especialista, porque ellos consumen más alimentos
y líquidos por kilo de peso, sus órganos (y las glándulas que producen
las hormonas) están en formación, y además permanecerán expuestos más
años.
“Hay tres estudios que han documentado que existe relación entre
la exposición a pesticidas organofosforados durante la gestación y la
disminución en el coeficiente intelectual en los niños. Además, en
pruebas de imagen, se veían partes del cerebro menos desarrolladas”,
asegura. Lo mismo ocurre con los retardantes, que inhiben el
funcionamiento de la tiroxina, la hormona del tiroides que regula el
metabolismo. Tras exponerse durante el embarazo “se ha visto no solo una
afectación cognitiva, también trastornos de autismo y atención e
hiperactividad”.
Los disruptores hormonales se han asociado con alteraciones de la salud reproductiva, cánceres, diabetes y obesidad.
En este último caso porque favorecen la creación de células grasas o
ralentizan el metabolismo, cuenta el investigador. Nadie está a salvo.
“Estos químicos nos afectan a todos. Y el beneficio de reducir la
exposición es a corto, medio y largo plazo. Estamos hablando de cáncer
de próstata, de mama, de efectos cardiovasculares en los hombres. Por
ejemplo, los ftalatos inhiben la testosterona.
Y la testosterona baja se
relaciona con problemas cardiacos e ictus. 10.000 hombres mueren al año
en Estados Unidos por tener baja esa hormona debido a ftalatos. Estamos
hablando de vida o muerte: nos rodean productos químicos con los que
nos jugamos la vida. No quiero ser alarmista. Pero hay una urgencia y
con costes económicos de 163.000 millones de euros al año en Europa”,
apunta el pediatra.
Trasande es sobre todo conocido por trasladar los efectos de estos químicos a números con seis publicaciones en The Lancet Diabetes and Endocrinology y The Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism.
“Si un niño tiene un punto menos de coeficiente intelectual (CI) la
madre no lo nota, ni la pediatra, ni la profesora. Pero si hay 100.000
niños con un punto menos de CI, la economía lo nota. Cada punto menos se
valora como un 2% de la producción de toda su vida, que será de un
millón de euros. Eso son 20.000 euros. Multiplicado por los tres
millones de niños nacidos cada año en Europa supone 60.000 millones de
euros anuales. Y esos son costes estimados muy bajos teniendo en cuenta
que hemos estudiado solo un 5% de los disruptores endocrinos”.
La buena noticia es que con medidas simples y
baratas, dice, se puede hacer mucho: “No comer alimentos enlatados.
Rápidamente bajan los niveles en orina de bisfenol A. También rebajar
las comidas envasadas en plástico y ultraprocesadas. En dos o tres días
disminuyen los ftalatos”. Lo mismo ocurre al eliminar ciertos cosméticos
y al pasarse a los alimentos orgánicos.
Otras precauciones incluyen no meter plásticos ni en el microondas ni en el lavavajillas, porque “a altas temperaturas se transforman de polímeros a monómeros que pasan a la comida y en último término al cuerpo”. Y ventilar 15 minutos al día para eliminar el polvo químico de alfombras y componentes electrónicos.
¿Y los denostados y contaminantes
plásticos? Vidrio y tetrabriks en su lugar y, en caso de usarlos,
fijarse en que dentro del triángulo con el que están marcados no figure
el 3 (PVC), el 6 (poliestireno) o el 7 (policarbonatos que pueden tener
bisfenoles). Y sustituir las sartenes antiadherentes por las de acero
inoxidable o hierro, “las de toda la vida”.
Estamos rodeados por estos químicos. -"en el metro,
en la escuela, en los centros de trabajo", aunque podemos controlar
nuestras casas, esas ocho o 10 horas al día que pasamos en ella, los
fines de semana, "pero otros entornos no los controlamos". Pero lo
bueno, insiste, es que "se puede preguntar, ¿es esto comida
orgánica?.¿ese olor es sintético o natural?"
Poco podemos hacer fuera de
casa aparte de eso y de no coger el recibo del súper —“al contacto con
la piel los químicos pasan a la sangre”—. Durante la conversación dan
ganas de salir corriendo a mirar en el fondo de los tápers, tirar el
pescado envuelto en plástico en una bandeja y deshacerse de todas las
cremas. “No se requiere un doctorado en química. Sugiero usar una app de las que indican la seguridad del cosmético".
Los beneficios de evitar la exposición son
palpables desde el inicio, como ocurre cuando se deja de fumar. "Por
ejemplo, si reducimos la exposición a los ftalatos en cosméticos hay un
efecto sobre los senos nasales que se puede advertir inmediatamente. En
una semana se notan cambios hormonales y en meses o años se reduce el
riesgo de enfermedades crónicas"
Cree el experto que los consumidores
ltenemos mucho poder con la capacidad de comprar o no determinados
productos. Y existe, en su opinión, un lugar también para las políticas
públicas de prevención. Y en eso Europa lleva la delantera en general a
Estados Unidos. "En Europa se han eliminado más de 1.300 productos, en
Estados Unidos, 11. En eso no me siento orgulloso de mi país", Aquí,
asegura, un químico se veta si hay un estudio que lo relaciona con un
daño, cualquiera que sea la dosis. Eso no ocurre en Estados Unidos.
¿Y en España? "Existe una oportunidad para
impulsar la agricultura orgánica desde las autoridades,y liderar ese
campo para aumentar la producción de estos alimentos libres de
pesticidas", concluye."
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