"Los éxitos de la nadadora transexual estadounidense Lia Thomas han generado una encendida controversia en torno a la igualdad de oportunidades en el deporte y los derechos de las personas que cambian de sexo. Unos comparan los efectos de la situación creada al dopaje de la República Democrática Alemana (RDA) en los años setenta y ochenta, consideran que la nadadora de la Universidad de Pensilvania se beneficia de una ventaja biológica en términos de masa muscular y fuerza conferida por la pubertad masculina y concluyen que el caso supone una amenaza para la integridad del deporte femenino.
Otros sostienen que se corre el peligro de segregar a las personas transexuales como en su día se hizo con las negras, y que no hacen trampas ni vulneran los derechos de las demás deportistas. “El caso es la punta del iceberg de una tendencia que puede causar un cisma en el deporte femenino”, concluye María José Martínez Patiño, exatleta especialista en vallas, suspendida en 1986 por un cromosoma masculino y que compitió en los Juegos de 1992 después de que la Federación Internacional le diera la razón en su apelación, y hoy investigadora de la Universidad de Vigo y colaboradora del Comité Olímpico Internacional (COI) en el estudio de los problemas de género en el deporte.
Constantino Iglesias, presidente de la Federación Española de Halterofilia, conoce bien el debate. Fue en ese deporte en el que por primera vez compitió una transexual en unos Juegos Olímpicos, los de Tokio este pasado verano. La neozelandesa Laurel Hubbard, de 43 años, falló sus tres intentos en la modalidad de arrancada y se quedó sin obtener un resultado en el total olímpico. Después de los Juegos, se retiró. “Este tema no está resuelto. Hay que buscar la igualdad en el deporte y esa posibilidad de que deportistas transexuales compitan con ventaja física contra mujeres cisgénero [aquellas cuya identidad de género coincide con su fenotipo sexual] es una injusticia. Es como el dopaje”, asegura Iglesias. “Se aprovechan de una legislación que no está desarrollada porque el COI no se atreve a enfrentarse a ese tipo de colectivos. Es quien tiene que crear alguna categoría. No pueden competir juntas. Es una tomadura de pelo. Pero nadie se atreve a decir: ‘que no señores, que no puede ser’. Nosotros queremos ayudar a esas personas, pero Hubbard le quitó el puesto a alguien para competir en los Juegos Olímpicos y no es justo. Por mucho que lo intentes, no vas a lograr que la masa muscular de una persona que se ha desarrollado y ha hecho deporte como un hombre se sitúe al nivel de la de las mujeres. No basta con un año de transición, su ventaja es muy grande”.
El COI dispuso la primera norma que permitía competir a las deportistas transexuales en las pruebas femeninas en 2003 y la modificó en 2015. Estableció como requisitos para la participación de una transexual que se declare mujer y fijó un tope en los niveles de testosterona de 10 nanomoles por litro de sangre. La nadadora Lia Thomas explica que ella siguió la terapia de reemplazo hormonal (THR) durante dos años y medio. La diferencia entre los récords masculinos y femeninos de natación es de aproximadamente un 11%. La terapia equivalió a una merma de entre un 2% y un 5% en los tiempos de Thomas. Un grupo de padres de sus compañeras en el equipo de la Universidad de Pensilvania enviaron una carta a la NCAA (asociación que organiza las ligas universitarias estadounidenses), en la que califican la situación como una amenaza para la integridad del deporte femenino. Cynthia Millen, juez de la Federación de Natación de Estados Unidos, renunció a su cargo al considerar que Lia Thomas compite con ventaja respecto al resto de las nadadoras.
Víctor Granado, presidente de la Agrupación Deportiva Ibérica, la entidad que engloba a los clubes LGTBI inclusivos de España, mantiene que el deporte se asienta sobre la premisa de una superioridad absoluta del hombre sobre la mujer. “A partir de ahí”, desarrolla, “se abona la teoría de que si una transexual es muy buena es que hace trampa. Lo que planteamos es que las transexuales no hacen trampa, no van contra los derechos de las otras mujeres y no poseen una ventaja deportiva en absoluto. Nadie se plantea que Phelps, Indurain o Nadal son deportistas fuera de los parámetros de otros deportistas, ni de dónde procede esa excelencia. Marion Jones tenía un rendimiento por encima de lo normal. A lo mejor, el rendimiento de esta nadadora estadounidense [Lia Thomas] está fuera del rango porque no todo el rendimiento procede de la testosterona y la pubertad masculina. Indurain, por ejemplo, poseía una capacidad pulmonar y cardiaca excepcional. El agravio comparativo solo se denuncia cuando una transexual destaca o gana, porque parece que una transexual no puede destacar y ganar”. Granado subraya que la autoridad olímpica admite que no existe consenso científico sobre cómo influye la testosterona en el rendimiento, por lo que recomienda que ese no sea el único criterio a la hora de legislar. El documento del COI no es de obligado cumplimiento y las federaciones pueden ir por libre.
La normativa de la Federación Española de Natación (RFEN) se guía por las de la Federación Internacional (FINA) y de la Liga Europea de Natación (LEN), que no recogen ningún requisito o norma al respecto, según explican fuentes de la RFEN. “No tenemos capacidad para valorar una norma que rige en otro país (Estados Unidos) y en un contexto diferente al nuestro. Si se diera el caso de que una transexual desee competir en categoría femenina, la normativa que existe es la del COI”, afirman en la Federación Española. Hasta ahora, no se ha planteado ni se conoce ningún caso similar al de Lia Thomas en la natación española. Sin embargo, en febrero de 2020 se denunció el caso de una niña transexual de ocho años a la que la Federación Catalana no quiso en principio conceder la licencia femenina porque el Registro Civil no reconocía en ese momento el tránsito.
El trámite no resulta sencillo. Un juez debe validar la solicitud y puede exigir un examen psiquiátrico. “Es un proceso denigrante y discriminatorio”, asegura Ana Valenzuela, vicepresidenta de la asociación Chrysallis, de familias con menores trans. La familia de la niña quería proteger a su hija de esa experiencia, más sencilla a partir de los 18 años. Finalmente, la Federación Catalana tramitó a la niña transexual una ficha federativa de acuerdo a su sexualidad sentida.
Martínez Patiño opina en relación al debate: “Estoy en contra de aceptar personas que transicionan de mujer a hombre cuando, como en el caso de Lia Thomas, se trata ya de deportistas que tienen un bagaje previo compitiendo en categoría masculina. Aunque en el proceso de hormonación hayan perdido hemoglobina o masa muscular, siguen teniendo una gran ventaja después de muchos años entrenando más fuerte, con más intensidad, como hombres. Su superioridad es innegable”. La casuística es muy diferente según cada deporte y cada persona. ”Hay que analizar caso por caso y tomar decisiones con coherencia y sin dejar que la política influya, como influía hace solo 40 años, cuando excluían a las mujeres de la competición por un caso de cromosomas XY, aunque no afectara al rendimiento, como fue en mi caso”, apunta Patiño. “La sociedad ha evolucionado mucho en las cuestiones de género, pero el deporte tiene sus parámetros y criterios basados en la ciencia, en la práctica deportiva, en la fisiología. Hemos luchado mucho las mujeres para conseguir la igualdad actual en participación y en competiciones para echarlo a perder ahora. Hace 40 años, cuando se disputaron los primeros Mundiales de Helsinki, solo fuimos tres mujeres en el equipo de atletismo español. No sea que por defender la inclusión de las trans vayamos en contra de los sueños, el trabajo, el esfuerzo y el sacrificio de la mayoría de las mujeres deportistas”.
Jonathan Ospina, investigador de Ciencias del Deporte de la Universidad Europea de Madrid, expone en relación a Lia Thomas: “Es un caso complejo. Sus resultados son extraordinarios para la categoría en que compite. Ella hizo la transición en el momento en que estaba compitiendo. Incluso en la temporada 2019 compitió como hombre haciendo el proceso de hormonación, es decir, haciendo el proceso de transición a mujer. Con lo cual su nivel de desarrollo, de pericia y habilidad se mantuvo porque en ningún momento estuvo fuera de entrenamiento y tampoco hizo la transición como otras mujeres transexuales, que hacen un parón en su actividad deportiva. Es un factor importante, aunque no determinante. Está completamente establecido que sus niveles de hemoglobina disminuyen respecto a los de las mujeres cisgénero después de cuatro meses de terapia hormonal. Disminuye la sección transversal del músculo, de la masa corporal, la fuerza... Pero está claro que la hormonación nunca va a llevar a niveles cisgénero”. Ospina considera que la controversia debe conducir a un debate más profundo. “No creo que Lia Thomas esté haciendo ningún mal a las personas trans. Pocas han conseguido resultados extraordinarios. El caso más extraordinario ha sido precisamente este. Esto nos debe dar más argumentos para seguir investigando y para poder seguir estableciendo las diferencias. Pero por un solo caso como este no se puede decir que la categoría femenina está en peligro, ni mucho menos”
Alba Palacios se convirtió en septiembre de 2018 en la primera futbolista transgénero federada en España. Entonces jugaba en Las Rozas y ahora, con 36 años, lo hace en el Torrelodones, líder del Grupo V de Primera Nacional. “Apelo al sentido común. Hay deportes como la natación, el atletismo o el ciclismo en los que la testosterona juega un papel más importante que en otros. Cada caso es diferente”, matiza Palacios. Antes de cambiar de identidad, Alba se llamaba Álvaro y compitió desde los nueve hasta los 21 años en el Pozuelo. Lo dejó durante 10 temporadas, en las que jugó al fútbol siete con sus amigos. Empezó a hormonarse y regresó cuando tenía 31. “Sé lo que es competir con niveles de testosterona por encima de 500, porque el nivel de testosterona del hombre está entre 500 y 800, y los de la mujer entre 15 y 90″, cuenta la delantera del equipo madrileño, de 1,70 metros y 59 kilos.
“La hormonación, además de llevarte a un nivel inferior que yo noté en la velocidad, la potencia, el esprint o la salida, tiene también unos efectos secundarios duros. Pero ahora me encuentro al nivel de mis compañeras y rivales. Mi velocidad y mi fuerza es la que es, y me superan muchas mujeres. Si se notase tanto el físico no estaría jugando en Primera Nacional, sino en Primera. Yo veo jugar a Ludmila Da Silva [jugadora del Atlético] o Oshoala [del Barcelona] y físicamente me pasarían por encima en el campo. Muchas mujeres son increíbles. Lo bueno del fútbol es que no solo se basa en la potencia y en la velocidad; cuentan otros factores, el saber estar en equipo, el sentido táctico y estratégico, la inteligencia…”.
La World Rugby, la institución que gobierna las federaciones de este deporte a nivel internacional, ha prohibido que las mujeres transexuales disputen en sus competiciones. En su guía recomienda que no practiquen el rugby por razones de seguridad en el deporte de élite e internacional, “donde el tamaño, fuerza y velocidad son claves para el riesgo y el rendimiento”. World Rugby mantiene que los varones biológicos cuya pubertad y desarrollo están influenciado por andrógenos o testosteronas son más fuertes entre un 25 y 50%, un 30% más poderosos, un 40% más pesados y un 15% más rápidos que las mujeres biológicas. Según el organismo, los tratamientos para reducir la testosterona no igualan las condiciones físicas de las transgénero.
Alba Noa, la primera transexual que llegó a jugar en la División de Honor femenina, con el Rugby Majadahonda, considera que la World Rugby adoptó una medida en base a unos estudios que no son veraces. “Vetan a un colectivo en el que hay personas muy diferentes en peso, altura, potencia… Deben estudiar cada caso, porque además no somos tantas”, reivindica. Los críticos de la decisión de World Rugby creen que cuestiona el principio de diversidad de un deporte que se distingue porque lo practican personas con físicos muy diferentes: algunas pasan de los 120 kilos y otras no llegan a los 80.
Alba Noa, de 27 años, expone: “Soy una mujer más. No he lesionado nunca a nadie en los años que llevo jugando. Me ha molestado muchísimo que estén diciendo que podemos ser lesivas para el resto de compañeras”. La jugadora, de 1,77 metros y 78 kilos, relata su trayectoria: “Me federé en Torrelodones. Destaqué porque he hecho deporte toda mi vida. Di el salto a la División de Honor en el Majadahonda. En los tres primeros meses allí volvía a casa llorando, porque había un nivel de contacto que me destrozaba, me generaba una frustración increíble ver a compañeras que me daban esas hostias. Después de un tiempo y de trabajar en el gimnasio, me puse al nivel del resto de mis compañeras. No destacamos ni para bien ni para mal. Tenemos que salir de cara a la gente para normalizar nuestros casos. Yo lo hago para darle un portazo a esta gente que dice que somos especiales en cuanto a mayor fuerza, mayor velocidad, mayor resistencia. Pero si en el minuto 50 ya estoy echando la babilla, es que no es real”.
De Rodrigo a Tiffany, estrella en el voleibol
Tiffany Abreu tiene 37 años y juega en el Osasco, un club de la máxima división del voleibol en Brasil. Nació como Rodrigo en el seno de una humilde familia en Conceiçao do Araguaia. Era el menor de siete hermanos y no conoció a su padre. Después de destacar como jugador de voleibol en la máxima categoría en Brasil, lo hizo en numerosos países europeos, entre ellos en España, con el Ortodent Caravaca y el Cajasol Juvaca. Fue elegido dos veces el jugador más valioso en ligas masculinas. Y en 2015 comenzó su transición de género, para convertirse en Tiffany Abreu. Realizó en Italia un tratamiento hormonal que permitía controlar los niveles de testosterona de su sangre y se hizo una operación de cambio de sexo. Pese a los recelos de muchos que se oponían a que las trans pudieran competir en categoría femenina, fue autorizada por la Federación Internacional en 2017 y estuvo a punto de competir en los Juegos con la selección de su país.
La también jugadora
de voleibol Omaira Perdomo, canaria, fue la primera mujer transgénero
que llegó a la élite de un deporte en España. Ocurrió hace cuatro años,
cuando las regulaciones de su federación aún obligaban a tratamientos
quirúrgicos y a tratamientos hormonales." (Robert Álvarez Carlos Arribas , El País, 02/01/22)
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