"Al final de su vida, herido ya por la enfermedad y por el desánimo, Sciascia dijo, como si resumiera así su sentimiento o su resumen de lo que veía: "Todos somos culpables, pero el poder es el culpable principal".
Y sobre su pesimismo dijo: "Estoy más pesimista que nunca, o tan pesimista como siempre, porque no queda razón alguna para el optimismo". Fumaba aún ("es una última venganza") y tenía el aspecto de un caballero siciliano que aun en las horas más bajas, y cuando ya la voz no le acompañaba, mostraba la elegancia de su dignidad." (Leonardo Sciascia, pasión española. El País, ed. Galicia, cultura, 20/11/2009, p. 35)
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