El fundamentalismo diseña movimientos religiosos que se esfuerzan por reestablecer los elementos esenciales, sociales, culturales y políticos, de una tradición religiosa. Por tanto, el fundamentalismo reacciona a la defensiva ante el pluralismo de los valores y la metodología hermenéutica aplicada a las tradiciones religiosas; en los movimientos fundamentalistas, por el contrario, existe una reafirmación de la validez absoluta de los principios básicos de una tradición.
Por eso es más fácil crear un movimiento fundamentalista en el que los principios básicos estén explicados con detalle en un texto sagrado. Las dimensiones autoritarias y absolutistas de estos movimientos se manifiestan en la manipulación ideológica de una tradición religiosa. Para la mayoría de los fundamentalistas, las sociedades deben constituirse sobre la base de una comunidad religiosa.
En ellas, no deben existir ni identidades singulares ni esfuerzos idiosincrásicos en busca de un significado personal. En otras palabras, todos los individuos deben pertenecer a un colectivo religioso, y su vida cotidiana debe regirse por las tradiciones normativas de dichos colectivos. En consecuencia, todas las formas de pensamiento fundamentalista rechazan la reflexión filosófica.
En su opinión, el diálogo filosófico y la hermenéutica son enfermedades de las que hay que proteger al pueblo. Ello no quiere decir que cualquier movimiento contemporáneo que está incómodo con el pensamiento filosófico sea simplemente fundamentalista. Pero los movimientos religiosos y políticos inspirados por el rechazo a la pregunta filosófica son muy a menudo fundamentalistas.
Esta reacción constante contra la cultura dialógica y la filosofía de la elección hace que todos los fundamentalismos contemporáneos tengan cierta dosis de fundamentalismo religioso como trasfondo común. Los fundamentalistas se consideran a sí mismos personas abiertas al diálogo y la elección individual.
Pero en su compromiso con la revelación de la tradición religiosa, entablan una lucha precisamente contra el diálogo y la elección individual. Los fundamentalistas afirman estar en posesión exclusiva de la verdad divina y se proponen enseñar el "camino acertado" a todo el mundo." (RAMIN JAHANBEGLOO: Estudiar filosofía en Teherán. El País, opinión, 07/08/2010, p. 21)
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