23/11/10

Las mujeres... mejor bajitas

"Alexandre Courtiol y sus colegas de las Universidades de Montpellier y Paul Sabatier (PLoS one, 9:e13010) han medido las preferencias de la gente en materia de altura y masa corporal, y las han comparado con los rasgos de la pareja real. Esos simples parámetros capturan casi toda la variedad de formas del cuerpo humano. (...)

Para los adultos, un índice menor de 18,5 es signo de excesiva delgadez, y a menudo de anorexia. De ahí hasta 25 indica la forma óptima, hasta 30, el sobrepeso y más de 30, la obesidad.

El hombre ideal promedio de las mujeres es variable: mide 1,78 (pero va de 1,60 a 1,90); y pesa 75 kilos (algunas se conforman con 52 y otras suben hasta 109). Pero ni siquiera la mujer más prendada de los huesos masculinos traspasa el límite oficial de lo tolerable: busca un índice de masa corporal de 19 (por encima del 18,5 que marca el límite de la anorexia).

Sin embargo, cuando una mujer dice que le gustan gordos, no se para en la frontera del sobrepeso (25) ni en la de la obesidad (30): le gusta un índice de 34, es decir, un obeso con todas las de la ley.

1,76 metros es lo más que dejan los hombres crecer a las chicas de sus sueños, y los hay que las prefieren de 1,56. La mediana de la preferencia masculina está en el puro límite de la anorexia (18,4), y hay hombres que apuestan por el 16. Cabe recordar que la pasarela Cibeles tiene vetadas a las modelos con un índice inferior a 18. Por el otro extremo, y a diferencia de lo que ocurría con las mujeres, el hombre más afín a las curvas no pasa de un índice de 27. (...)

"Esto significa que, en promedio, si se compara lo que un hombre quiere con lo que tiene en términos de masa corporal, se encontrará con que su compañera es más gorda que su ideal; mientras que para las mujeres esto no se cumple: ellas tienden a preferir chicos más gordos o más delgados que sus parejas reales".

Esa variación, de hecho, era el principal objeto de interés de los científicos franceses cuando abordaron el estudio. "Esa variedad es importante", explica Courtiol, "puesto que, si tiene alguna base genética, puede constituir la materia prima para que operen la selección natural y la selección sexual". Los dos grandes motores de la evolución previstos por Darwin. (...)

Una hipótesis extendida para explicar nuestras preferencias sexuales -o incluso todas nuestras tendencias estéticas- es que lo bello es un marcador de lo sano. Una cara simétrica, por ejemplo, sería el resultado final de un proceso de desarrollo adecuado. Esto explicaría el gusto humano por la simetría. Pero Courtiol no cree que esa idea explique los nuevos datos.

"Determinar si los rasgos atractivos representan o no signos de calidad es una cuestión difícil", dice el científico. "Ya Darwin y Wallace

[Alfred Russell Wallace, el codescubridor de la evolución por selección natural] discreparon sobre la cuestión, y la controversia no ha cesado. Los psicólogos evolutivos tienden a ignorar esos problemas, por desgracia, y han propagado la idea de que el atractivo es la marca externa de los buenos reproductores".

Por ejemplo, si las tres gracias de Rubens representaban el canon de belleza del siglo XVII, el atractivo en esa época quedaba fuera de los márgenes considerados saludables por la medicina actual. (...)

¿Cree Courtiol que la correlación (entre las preferencias y características reales de la pareja) sería mayor entre las mujeres y sus aventuras sexuales? "Es muy probable, de hecho", responde el científico francés. Pero ese sería un experimento más delicado y difícil de organizar, ¿no? "En efecto; necesitaríamos analizar a las dos parejas, y habría que pedir a las chicas que trajeran a sus aventuras al laboratorio". (El País, 21/11/2010, p. 40/1)

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