16/2/11

Berlusconi y la Iglesia Católica

"Mientras tanto, la jerarquía de una Iglesia presionada por las bases, y abandonada a su suerte por una oposición desaparecida en las castas fiestas de los salones romanos, se ve forzada a mostrar su cara más cínica y pragmática, y a tratar de justificar lo que parece imposible.

Los que siempre apoyaron al político ateo saltan al campo sin tapujos, animados por Vittorio Messori -"mejor un putero que haga buenas leyes para la Iglesia que uno catoliquísimo que nos perjudique"-, mientras el Vaticano y la Conferencia Episcopal Italiana conciertan mansas amonestaciones, imploran "sobriedad y decoro", y prorratean entre tirios y troyanos la culpa de lo que Angelo Bagnasco, líder de los obispos, define como acumulación de "situaciones anormales" y "catástrofe antropológica".

Queda claro que el berlusconismo se asienta en las dos estructuras fundamentales del país: por un lado, la Iglesia, o mejor dicho esa treintena de obispos (sobre 255) que todavía ven en el octogenario y ultra Camillo Ruini a su padre espiritual; y, por otro lado, las familias, categoría amplia que incluye, según el filósofo Carlo Cuchio, a las mafias del sur, cruciales en toda elección; y según Eugenio Scalfari, fundador de La Repubblica, a "ese tercio de ciudadanos pasotas y desinformados que han dado un cheque en blanco a Berlusconi y son capaces de perdonarle cualquier cosa".

El vaticanista Sandro Magister, autor del blog chiesa.it, cercano a las posiciones del gran cofrade de Berlusconi, el potente movimiento Comunión y Liberación, opina:

"No es cierto que sean los negocios lo que mueve a la jerarquía católica a apoyarle, sino el pragmatismo, la conciencia de que el Gobierno de centro derecha garantiza más y mejor que la oposición las cosas que importan más a la Iglesia: la defensa de la vida, el aborto, la eutanasia, la educación libre".

"Naturalmente", añade, "la Iglesia no es feliz con ese estilo de vida intolerable para la moral católica, pero eso no compromete el programa del Gobierno, es una inmoralidad privada y la Iglesia no la juzga salvo en el confesionario.

Por eso Bagnasco ha resistido la presión de las bases que pedían una clara petición de dimisión. Por eso y porque la Iglesia no es un tribunal y cree en el arrepentimiento y el perdón. Y porque teme que la batalla contra la familia que se lucha en Europa se pueda traducir en leyes peligrosas".

¿Mejor entonces un buen legislador de dudosa o evidente inmoralidad, pues, que uno intachable que no garantice su apoyo? "Dicho de un modo áspero, es así. La Iglesia cree que el actual Gobierno no tiene una alternativa capaz de liberar al país de la fragmentación social, de ese desastre antropológico", afirma Magister.

El sacerdote y militante del centro izquierda Filippo di Giacomo lo ve de otro modo, y lo explica así: "Si la Iglesia no se divorcia de Berlusconi es porque sigue vivo el sistema que lleva 20 años haciendo negocios con él.

A Comunión y Facturación la doctrina les importa cuando implica una ganancia. Partiendo de la Lombardía del emir Roberto Formigoni (el gobernador regional), su gigantesca maquinaria electoral, mediática y económica arropa cualquier desnudo del sultán".

Pero Di Giacomo llama también la atención sobre el abandono en el que el centro izquierda ha dejado a sus votantes. "A estas alturas sabemos bien lo que podemos esperar de nuestra izquierda. Cero. Cuando ha tenido el poder, D'Alema ha sido cómplice de Berlusconi, y su rival Walter Veltroni ha competido con él en ver quién era más cómplice. Esa es la realidad.

Ya no tienen credibilidad. Los privilegios, la corrupción, el amiguismo, la riqueza, el conflicto de intereses, repiten uno a uno todos los vicios del emperador. La imagen de Veltroni reapareciendo de la nada en Turín ante tres filas de sesentones recién bronceados en sus villas de Kenia y Tailandia mientras los obreros de la Fiat firmaban la renuncia a sus derechos de enfermedad y huelga define a la izquierda italiana". (El País, Domingo, 30/01/2011, p. 2/3)

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