18/10/12

La muerte de la clase media


"Jamás se materializó la victoria de “los 350.000 proletarios de Manchester, pálidos, esqueléticos, fantasmas de ojos hundidos”, destinados a liderar su clase en la revolución internacional, según vaticinaba Engels desde su escritorio en la biblioteca de Chetham en Millgate, donde escribió La condición de la clase obrera en Inglaterra y donde se encontró con Marx cuando este visitó Manchester.

 Pero, hasta hace relativamente poco, el viaje que se inició en Manchester hace 200 años sí parecía estar encaminado hacia aquel lugar al que sociólogos de la era postindustrial, como los estadounidenses Talcott Parsons y Daniel Bell, insistían en que se alcanzaría. 

Siguiendo el guión del progreso económico, la economía manufacturera occidental daba paso a los servicios, y la clase cuello azul se apartó para dejar entrar a la clase media.

Como resultado, en el Reino Unido entre 1960 y el 2000, el porcentaje de la población que se calificaba a sí misma como de clase obrera cayó del 70% al 44%, y el de la clase media subió del 31% al 55%.

 Los “ni necesitados ni privilegiados” –según la frase de Philip Gould, uno de los asesores de Tony Blair– que, con salarios razonables, pensiones garantizadas, seguro médico público y optimismo respecto al futuro de sus hijos, llenarían los grandes almacenes, los centros comerciales y las urbanizaciones de chalets unifamiliares.

Ese era el guión trazado, pero algo ocurrió en el camino. La desregulación y la desindicalización del mercado de trabajo británico –así como los sucesivos recortes del Estado del bienestar–, iniciadas hace 33 años por los gobiernos de Margaret Thatcher y mantenidas sin grandes modificaciones desde entonces cambiaron el panorama, y la clase media ya no es lo que tenía que ser.

El resultado práctico es que se ha incrementado de forma drástica la diferencia entre los ingresos en un sector de servicios dividido entre empleos cada vez mejor remunerados de profesionales y ejecutivos y empleos pésimamente pagados como en hostelería, limpieza, seguridad, call centers, camareros de hamburgueserías y cajeros de Poundland.

 “Estos dos grupos extremos han subido, mientras que los empleos de la parte mediana en la que podías cobrar un salario medio han caído en picado”, aseguraba Stewart Lansley, autor de The Cost of Inequality (el coste de la desigualdad) durante una conversación antes de una mesa redonda sobre la crisis de la clase media durante la conferencia laborista.

Entre 1975 y el 2005, el porcentaje del PIB británico correspondiente a los salarios, en general, se desplomó por primera vez desde los años 20, del 65% al 55%, y los beneficios empresariales subieron al 45%. 

Lejos de las previsiones optimistas de Blair, “tenemos un país cada vez más dividido entre privilegiados y necesitados, con un grupo muy reducido en medio”, añade Lansley, mientras muestra un gráfico de barras en el cual se ve que las únicas subidas del empleo ocurren en los dos extremos de la escala salarial. “Antes, la distribución de la renta parecía un huevo, ancho en la parte del medio y estrechándose paulatinamente arriba y abajo –prosigue Lansley–.

Ahora, se va pareciendo cada vez más a un reloj de arena de los que usamos para medir el tiempo en el que se hierve el huevo”. Y desde luego, el huevo está hirviendo en estos momentos hasta vaporizarse. “Lo llamamos el vanishing middle, el medio que se esfuma”, señala. 

 En Estados Unidos, donde la clase media de enormes cocinas de formica, Chevrolet lavados y pulidos delante del chalet y películas de Douglas Sirk había sido la envidia de la posguerra mundial, el proceso ha sido aún más devastador. 

Según varios estudios, sólo el 1% más rico se ha beneficiado del crecimiento de los últimos 30 años (de ahí el eslogan del movimiento Occupy que habla del 1% de ricos frente al 99% de la población).

 “Hasta los años setenta los beneficios de crecimiento y aumentos de la productividad estaban repartidos igualmente”, advierte Josh Bivens, uno de los autores del State of Working America, un estudio anual sobre las tendencias socioeconómicas que se publica el próximo mes. 

Pero, desde el inicio de las reaganomics (la política económica de Ronald Reagan) a principios de los años 80, “la renta de las familias de clase media y baja ha registrado crecimientos cero o negativos”. añade. (...)

. El coeficiente Gini, que mide la desigualdad, se sitúa ya en Estados Unidos en el nivel más elevado desde los años 20 del pasado siglo. Según el nuevo censo publicado el mes pasado, la renta de la familia media estadounidense ha caído el 8,1% desde el 2007, mientras que para el 5% de familias más ricas ha subido el 5%.

Aún más chocante es el cambio de percepción de la clase media estadounidense de sí misma en un país en el cual –a diferencia de Europa– abarca hasta los trabajadores industriales (working class siempre era un término demasiado subversivo en el país del sueño americano).

 Según el nuevo censo publicado el mes pasado, el 32% de los estadounidenses se identifican ahora como integrantes de las clases bajas, frente al 25% en el 2008. “La gran recesión ha pasado factura no sólo a la renta y al desempleo sino también a la imagen que la gente tiene de sí misma”, dice Doug Henwood, autor del boletín económico en Nueva York The Liscio Report.

 “Esto –agrega– va a tener efectos profundos en una sociedad que siempre se ha definido como universalmente de clase media”.

No es una anécdota, pues, que la desaparición de la clase media se ha convertido en el tema clave de la campaña presidencial en EE.UU. “Es el momento de la verdad para la clase media”, dijo Barack Obama en Kansas el año pasado, cuando parecía estar redescubriendo la política de clase.(...)

 Pero hasta Alemania va ya por el camino anglosajón hacia el vanishing middle. En Berlín, este año, Karl Brenke, economista especializado en el mercado de trabajo, del prestigioso instituto DIW, describía un panorama en Alemania que no podía sino recordar a los años 80 en el Reino Unido.

“El 25% de las familias con más renta ha ido aumentado sus ingresos a un ritmo superior al resto durante cada año desde 1999”, asegura. En Alemania, los salarios reales se recortaron en la primera década del nuevo siglo más que en ningún otro país europeo. 

Según la Oficina Federal Estadística, uno de cada cinco trabajadores –concentrados en sectores de servicios como la hostelería, la limpieza, el comercio minorista, centros de llamadas– cobra menos del 66% del salario medio, otro índice de un ensanchamiento, a lo anglosajón, de los diferenciales de renta.

Hasta profesionales como maestros y enfermeras encuentran problemas para llegar a fin de mes conforme se va liberalizando la jornada laboral y creando decenas de miles de trabajadores a tiempo parcial que quieren trabajar más. 

“La madre de mi hijo es enfermera en Hamburgo y acaba de empezar a trabajar limpiando casas para complementar su salario”, explica Alonso Serrano, fotógrafo madrileño que hace un curso de alemán en Berlín."                (Andy Robinson: La clase evanescente, Magazine, 14/10/2012)

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