13/1/25

Trump ha puesto sobre la mesa su voluntad de sustituir a las élites existentes, y Silicon Valley ha venido en su ayuda: aspira a desplazar, y lo está consiguiendo, al establishment de la era de la globalización, el representado por las clases profesionales gestoras (consultores, lobistas, abogados, financieros y expertos institucionales)... El mundo tecnológico aspira a desplazar al 'establishment' de la era de la globalización... Silicon Valley cree que la recolección de datos, su tratamiento y su sistematización permiten un conocimiento mucho más preciso que el de las técnicas utilizadas hasta ahora, y con mucho mayor potencial para la vigilancia y la anticipación... la inteligencia artificial puede reducir gastos reemplazando a la mano de obra cuyo trabajo puede ser sistematizado, sino también a los propios expertos en la consultoría de gestión... Es un cambio de mentalidad sustancial, que afecta también a la gestión de lo público. Cada vez más las grandes y pequeñas tecnológicas están entrando en áreas en las que la experiencia humana resultaba fundamental para sustituirlas con soluciones informáticas que, en teoría, aportan más eficiencia... La sustitución de las élites señala, por tanto, una evolución dentro del sistema económico, y cómo nuevos jugadores tratan de desplazar a los existentes... Esa es la causa de que impulsen sociedades más libertarias en lo económico que liberales, y eso define una parte importante del momento político (Esteban Hernández)

 "Peter Thiel es uno de los empresarios tecnológicos con más prestigio y una figura fundamental en el capital riesgo de Silicon Valley. Fundó PayPal, el dinero que gestiona ha apoyado a empresas como Facebook, Tesla, Uber o Airbnb y es el CEO de Palantir. Forma parte de esa aristocracia empresarial nacida con la tecnología, pero también es uno de los nombres de referencia dentro del republicanismo trumpista.

El periodista Max Chafkin firmó una biografía de Thiel, The Contrarian, en la que quedaba definido de esta manera: "Es brillante, tiene ideas visionarias y una asombrosa habilidad para saber exactamente cómo ganar. Posee la habilidad especial de ver la vida como un juego de ajedrez: utiliza a sus amigos, sus socios comerciales y las empresas de su cartera como medios para lograr un fin".

Las afirmaciones de Thiel distan mucho de ser un ataque gratuito a una consultora en concreto

Thiel, que insiste en la necesidad de que existan nuevas élites en EEUU (las contraélites están triunfando), describió a la consultora McKinsey como una "estafa total". Según Thiel, "McKinsey era algo real en 1985 en Estados Unidos. Si contratabas a un consultor, en realidad te ayudaba a mejorar tu empresa porque las empresas estaban mal administradas en ese momento. La administración Reagan-Thatcher fortaleció a McKinsey porque permitió que se adquirieran más empresas y que se produjeran más fusiones y adquisiciones. Generó una reorganización de la sociedad algo brutal pero muy poderosa. Pero ahora McKinsey es un fraude total. Todo es falso. A estas alturas, McKinsey nunca va a ser otra cosa que un engaño corrupto".

Las afirmaciones de Thiel distan mucho de ser un ataque gratuito a una consultora en concreto y, en general, a esa profesión. Hay dos aspectos relevantes en la posición del inversor que delimitan con precisión cuáles son los cambios que están produciéndose, la magnitud de los mismos y lo que significa el ascenso de los empresarios del capital riesgo en el nuevo gobierno republicano.

La sustitución de élites

El primero es político-social. La llegada al poder de Trump de la mano de Musk, y de gestores del capital riesgo como Thiel y Marc Andreessen, implica algo más que una suerte de alianza con el sector tecnológico. De hecho, Silicon Valley no fue particularmente afín a Trump durante su campaña, y menos todavía el personal y muchos directivos de las big tech. Ahora, con Trump en la Casa Blanca, esas compañías se están acercando a Trump, pero siempre contra la voluntad de personas como Musk o Thiel. Hay una brecha entre el venture capital y las big tech que está por cerrarse.

El mundo tecnológico aspira a desplazar al 'establishment' de la era de la globalización

En todo caso, es innegable que Trump ha puesto sobre la mesa su voluntad de sustituir a las élites existentes, y este entorno tecnológico ha venido en su ayuda: aspira a desplazar, y lo está consiguiendo, al establishment de la era de la globalización, el representado por las clases profesionales gestoras.

Ese cúmulo de consultores, lobistas, abogados, financieros y expertos institucionales que han influido sobre la política durante estos años se ha visto especialmente presionado con el triunfo de los republicanos. El orden basado en reglas, las interconexiones globales, la paz comercial y la mundialización feliz eran sus dogmas. Trump los está haciendo saltar por los aires. Es un nuevo mundo que necesita de nuevas reglas, y son sectores especialmente incapaces para comprenderlas. Eso es lo que afirman Musk y Trump.

Las grandes consultoras pertenecen a ese pasado, ya no es su tiempo. Fueron útiles en algún momento, pero no ahora. Se necesitan nuevos líderes y nuevas fuentes de influencia.

La tecnología y el conocimiento humano

Hay que entender de dónde viene Peter Thiel, cuál es su recorrido y cuál su manera de pensar para comprender el desafío que lanza. Fue el primero en Silicon Valley en apoyar a Donald Trump en 2016 y es el valedor del próximo vicepresidente, J.D. Vance. Fundó PayPal y fue uno de los primeros inversores de Facebook. Pero, sobre todo, junto con Alex Karp y Stephen Cohen, creó Palantir, una exitosa empresa especializada en software y soluciones de big data para la defensa y para las agencias de inteligencia.

Palantir es una firma con mucho prestigio en un sector en el que las máquinas y la tecnología cada vez tienen mayor importancia, al mismo tiempo que disminuye la relevancia que se le da a los humanos. Thiel, como tantos otros en el Valle, cree que la recolección de datos, su tratamiento y su sistematización permiten un conocimiento mucho más preciso que el de las técnicas utilizadas hasta ahora, y con mucho mayor potencial para la vigilancia y la anticipación.

"La IA se ha convertido en una forma de que la empresa eluda su responsabilidad: afirma que solo hace lo que dice el algoritmo"

Esa superioridad de la tecnología a la hora de ofrecer soluciones, con las grandes bases de datos y la mejora de la inteligencia artificial de fondo, es una de las creencias más asentadas de nuestra época. Esa es la tarea que Palantir ha llevado a cabo. Y si ha funcionado en un ámbito tan relevante como la seguridad, puede hacerlo con mayor eficacia aún en el terreno empresarial. Más allá de la clase de instrumentos que utilicen, los consultores no dejan de aportar conocimiento humano para la gestión, y es justo eso lo que está en discusión.

El cambio de modelo

Hay otros aspectos en los que la gran consultoría podría salir perjudicada. El escritor Ted Chiang explicó de manera nítida uno de ellos en un artículo para The New Yorker. El uso de la consultoría como justificación, que es una de las prácticas más frecuentes en la empresa, estaría deslizándose hacia la IA: "Si quieres que se haga algo, pero no quieres ensuciarte las manos, McKinsey lo hará por ti. Esa huida de la responsabilidad es uno de los servicios más valiosos que ofrecen las consultorías de gestión. Los jefes tienen ciertos objetivos, pero no quieren que se les culpe por hacer lo necesario para alcanzarlos; al contratar consultores, la dirección puede decir que solo estaban siguiendo el consejo de expertos independientes. Incluso en su forma rudimentaria actual, la IA se ha convertido en la manera en que una empresa elude la responsabilidad, al afirmar que solo hace lo que dice el algoritmo, aunque haya sido la empresa la que haya encargado ese tipo de algoritmo".

La IA es un modo de ahorrar costes más que una solución eficaz. Pero da beneficios. Y eso es lo que hacían los consultores

La tecnología, en este sentido, aportaría un plus de credibilidad. Basta con afirmar que son soluciones apoyadas en datos y que han sido diseñadas con la fría objetividad de las máquinas, para que resulten menos cuestionables que las conclusiones aportadas por los consultores.

Además, existe otra realidad, que apenas se suele mencionar, pero que conforma la aplicación práctica y concreta que la inteligencia artificial está teniendo en la vida empresarial contemporánea. Por más que se expresen grandes posibilidades futuras, lo cierto es que "la IA se reduce a analizar una tarea que realizan los seres humanos y a encontrar la manera de reemplazarlos". Es un modo de ahorro de costes mucho más que una solución eficiente. Pero dado que el propósito de las firmas es ampliar la cantidad de beneficios, se trata de un instrumento útil. Eso es justo lo que hacían los consultores. Lo que nos viene a decir Thiel es que no solo se pueden reducir gastos reemplazando a la mano de obra cuyo trabajo puede ser sistematizado, sino también a los propios expertos en la consultoría de gestión. Su sector tiene los instrumentos adecuados para esa tarea.

Es un cambio de mentalidad sustancial, que afecta también a la gestión de lo público. Cada vez más las grandes y pequeñas tecnológicas están entrando en áreas en las que la experiencia humana resultaba fundamental para sustituirlas con soluciones informáticas que, en teoría, aportan más eficiencia. Desde la sanidad hasta la educación, pasando por múltiples áreas de administración, existe una intención expresa de ampliar el negocio aportando nuevos sistemas de gestión basados en algoritmos. Es un sector en crecimiento y que se espera explotar en los próximos años.

La sustitución de las élites señala, por tanto, una evolución dentro del sistema económico, y cómo nuevos jugadores tratan de desplazar a los existentes, o al menos de llevarse una parte significativa de su negocio. De eso ha ido la tecnología hasta ahora, que se ha apoyado en modelos de negocio que trataban de evitar toda regulación (Airbnb, Uber, las redes sociales). Esa es la causa de que impulsen sociedades más libertarias en lo económico que liberales, y eso define una parte importante del momento político."

(Esteban Hernández , El Confidencial, 13/01/25)

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