"¿A qué se refiere cuando expresa que, en la actualidad, el trabajo ha perdido valor?
–Está
esencialmente ligado a un vuelco en el mundo del trabajo, a una
destitución de la posición predecesora que fue reemplazada por la
primacía de las “ciencias de la gestión”. Ese vuelco se corresponde con
cambios de concepción sobre la producción de valor.
¿Cómo cuáles?
–Hasta
ahora pensábamos que la producción de valor, en el sentido económico
del término, pasaba siempre por el trabajo. Pero las ciencias de la
gestión (management) instalaron la idea de que la producción de la
riqueza no pasa por el trabajo sino por buenos métodos de
administración.
Por un lado, se da una fijación de objetivos
cuantitativos, llamados “contratos por objetivo”, por otro lado, los
resultados también son cuantitativos, y se miden por la performance.
Pero en el medio no quieren saber nada sobre el trabajo, no lo conocen.
¿Por qué?
–Porque
están enfrentados con su propia incompetencia: no son ni ingenieros ni
trabajadores, no entienden lo que pasa en el trabajo y, como reacción
defensiva, lo desprecian. Hay nuevas formas de organización del trabajo
que fueron introducidas bajo el efecto de las ciencias de la
administración.
En particular, la evaluación individual del desempeño,
instrumento inventado por los managers que confunde, de manera
intencional, el trabajo con sus resultados. No hay una proporcionalidad
entre el trabajo y el resultado del trabajo.
¿Cuáles son las consecuencias de este giro para el trabajador?
–Un
aspecto muy importante es la autonomía. Es una autonomía falsa, porque
el administrador no se interesa por el desempeño, y con ello rechaza
tomar en cuenta la cuestión de los recursos que se le dan al trabajador
para alcanzar ese objetivo.
Para el trabajador, el solo hecho de fijar
objetivos no se traduce en autonomía en el sentido de una nueva
libertad. Por el contrario, las nuevas restricciones son ahora su
problema y nadie lo va a ayudar para alcanzar esos objetivos. En otras
épocas, los ingenieros tenían la responsabilidad de acompañar el trabajo
de los subordinados y aportaban eventualmente una ayuda a los
trabajadores para ejecutarlo.
Mientras que los administradores no dan
ninguna ayuda, no quieren saber nada sobre los medios otorgados al
trabajador para hacer su trabajo. Y para “cerrar con candado” la
cuestión, les hacen firmar a los empleados un contrato de objetivos.
¿En qué se traduce esa nueva lógica, concretamente?
–El
aumento de la carga de trabajo se traduce en una patología de
sobrecarga. Hay diversas patologías.
La primera es la de los trastornos
músculo-esqueléticos, que son un verdadero estrago; una catástrofe desde
el punto de vista de la salud pública, que no solo afecta a quienes
hacen trabajos manuales sino a aquellos que cargan datos y a los
ejecutivos. En Francia es la enfermedad profesional que más ha
aumentado.
La segunda se denomina “burn out”, traducida como “estar
quemado”.
La tercera enfermedad fue caracterizada en Japón como una
muerte súbita. Suelen ocasionarse por una hemorragia cerebral o un
espasmo vascular, pero en ausencia de todo factor de riesgo
cardiovascular. Sin obesidad, sin hipertensión arterial, sin epidemia,
sin diabetes, sin tabaquismo, sin antecedentes familiares, no existe
ningún factor de riesgo salvo la sobrecarga de trabajo.
La cuarta
patología es la utilización de drogas, no solo cocaína sino alcohol y
medicamentos, para poder aguantar las exigencias de la performance.
Vemos esto mucho en los ejecutivos en Estados Unidos, pero también en
los obreros que consumen cocaína incluso al estar en la cadena de
montaje, y no lo esconden.
En este escenario, ¿cómo se inserta lo que usted denomina “hiperactividad profesional”?
–Es
una moda actualmente hablar de hiperactividad profesional, workaholism.
Efectivamente existe, pero es propio de un grupo pequeño de personas
para las cuales la hiperactividad es una estrategia de defensa para no
pensar, para conjurar los riesgos de la angustia neurótica.
Contaminan
el espacio privado. Evidentemente despedimos muchos trabajadores y,
entonces, los que se quedan tienen más trabajo.
Esa hiperactividad no es
una vulnerabilidad psicológica sino una consecuencia de nuevas formas
de entender el trabajo y la gestión." (Entrevista a Christophe Dejours, experto en medicina laboral. Natalia Aruguete, Página 12, Rebelión, 08/12/2012)
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