"Es la mano visible que procura que la libertad empresarial y la
iniciativa económica individual contribuyan al bien común, la esencia
pasa por cambiar la meta suprema de la actividad económica".
Así resume Christian Felber la
economía del bien común, un nuevo modelo basado en valores como la
confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad,
generosidad y sostenibilidad ecológica. (...)
Un balance moral más allá de la cifra pura y dura, del rígido
activo-pasivo. Sin explotación ni desigualdades, con límites a la
propiedad privada y a la herencia. Una alternativa al capitalismo de
mercado y a la economía planificada que recoja lo mejor de cada
ideología o religión y se construya a través de un debate democrático.
La experiencia abarca 1.500 empresas de diez países distintos y dos
universidades, una en Austria y otra en Suiza. Felber, que no se
casa ni con el socialismo ni con el marxismo, explicó en el IDEC de la
Universitat Pompeu Fabra un proyecto iniciado en el 2010 que aspira a
convertirse en un grupo de presión para que los principios se traduzcan
en leyes. Todo por la mejora de la libertad y la felicidad. (...)
¿El bien común es bienestar común?
Sí, interés
general, bien común y bienestar común son sinónimos. Yo soy filólogo
pero que venga algún filólogo que lo discierna, no le veo diferencias.
Para mí es la analogía del valor de la dignidad a nivel colectivo, todos
tenemos el mismo valor, la dignidad y el objetivo de la economía es
procurar el bien de cada uno de nosotros, es el único significado que
tiene el concepto de por sí. De qué se compone sólo lo puede averiguar
un debate democrático.
¿La economía del bien común quiere hacer más democrático el capitalismo o pretende eliminarlo?
Claramente
superarlo, eliminarlo, porque la definición del capitalismo es que el
crecimiento, el capital, es el objetivo. Hay que eliminarlo, con el
nuevo modelo el capital se convierte en medio, ya no es capitalismo
sino economía de mercado que trabaja con capital, pero ya no es ningún
tipo de capitalismo.
Economía de mercado y capitalismo se pelean, son
irreconciliables, hoy tenemos cada vez más capitalismo y cada vez menos
economía de mercado y la propuesta es que sea al revés, una economía de
mercado verdaderamente liberal sin capitalismo alguno. (...)
¿Qué consecuencias tendría para el funcionamiento de las empresas?
Las empresas estarían liberadas de la obligación sistemática de tener
que crecer y absorber otras empresas, el éxito se confunde con el
beneficio financiero. (...)
Por ejemplo, si una empresa ha alcanzado su tamaño ideal, a lo mejor 800
trabajadores en vez de 80.000 y le llega una orden para producir 150
unidades más, pues lo siento, no quiero crecer y paso la orden a otra
empresa, a la más cooperativa, la más ética y así obtengo más puntos del
bien común en mi balance.
Es otro paradigma. Competencia, en latín, es correr juntos y lo que vemos ahora en los mercados es correr una empresa contra la otra, sería contrapetencia.
Estamos totalmente convencidos que si cambiamos las reglas de juego la
gente estará más a gusto creando empresas solidarias, cooperativas y que
tengan empatía. (...)
Entonces, hay que hacer caso a las Constituciones, de hecho las reglas ya están, sólo hace falta cumplirlas...
Sí, también en la parte ética de las religiones, no en la espiritual, eso es libre.
Incluso el marxismo, porque habla de repartir la plusvalía a niveles sociales.
Esto
ya son estrategias, yo sólo hablo de los valores y los valores del
marxismo son dignidad, libertad y solidaridad y en esto estoy 100% de
acuerdo pero luego, cómo implantarlo, esto habría que verlo.
Como la religión, hay cosas que sí valen y otras que no.
Sí, toda ideología, sea religiosa o no, tiene una ética inherente.
Que se pueden aprovechar.
Creo que sí, porque los valores del capitalismo, en sus inicios, son la
libertad, la dignidad, pero en el capitalismo estoy echando de menos la
justicia y la solidaridad, porque a mi modo de ver no juegan ningún
papel en la teoría del capitalismo.
En el marxismo sí, la justicia y la
solidaridad son valores implícitos del marxismo y se pueden aprovechar
pero más que valores marxistas son valores democráticos y por eso
apostamos por ellos. (...)
¿No cree que el problema es más la ambición humana que el
sistema? Me temo que, por mucho que se proponga una alternativa más
justa e igualitaria, siempre habrá alguien que quiera pisar a otro,
llegar más arriba que el vecino, poseer más...
¿Por qué debe querer un ser humano pisar a otro? Eso viene del
sistema capitalista y es una costumbre pero no es ninguna necesidad
científica ni ninguna obligación genética, es algo que hemos aprendido
culturalmente, los genes nos permiten un espectro muy amplio desde la
matanza mutua hasta la ternura más refinada y tenemos la elección libre
de matarnos o amarnos.
Por lo tanto la cuestión clave no es la
naturaleza del ser humano, que nos lo permite todo, sino qué
comportamientos y valores recompensamos y cuáles penalizamos y de la
misma manera que penalizamos matar... Si recompensáramos el hecho de
matarnos habría homicidios por todas partes pero hemos sido inteligentes
en este sentido.
En la economía es lo mismo, si seguimos recompensando
el egoísmo, pues por todas partes lo vamos a observar pero si
recompensamos los valores sociales vamos a cosechar el éxito.
Los
asistentes a su charla quizás vuelvan a casa convencidos pero no vayan
más allá. ¿Qué hace falta para que la gente pase de la indignación a la
implicación?
Es una decisión libre y autónoma, nuestra
oferta es el umbral de participación desde lo más abajo posible, los
grupos locales. No hace falta que vayas a Bruselas o Madrid, puedes
sumarte a nosotros en unos de los 35 grupos que tenemos en España y hay
10 en Catalunya, en ciudades como Barcelona o Terrassa. Tenemos deberes
por hacer, no crean que no pueden hacer nada, todo el mundo puede echar
una mano." (Público, 21/12/2013)
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