"(...) Así pues, las únicas alternativas factibles, al régimen de la deuda y
del despojo, al empobrecimiento de las poblaciones y a la dictadura de
las oligarquías financieras, pasan por el inicio de un proceso de
transición, gradual y conflictivo, pero decidido, a otro tipo de
arquitectura social. Una basada en lo que reclaman, fundamentalmente,
las multitudes que han salido en las calles en estos años de crisis.
Lo
que se pedía en las Plazas (Puerta del Sol, Taksim, Tahrir..), lo que se
exigía, exponiendo el cuerpo ante la violencia policial, desde Atenas a
Río de Janeiro, desde New York a las calles de Lisboa: democracia. Es
decir, que todos podamos decidir, que las poblaciones decidan por si
mismas su destino y sus formas de relación mutua. (...)
Posemos nuestra mirada en experiencias
concretas, en proyectos reales y encarnados en personas con cara y ojos,
con ternuras y, también, con buenos y malos días.
Hablemos, por ejemplo, del periódico
madrileño Diagonal, producto de los movimientos sociales de la Capital
del Estado Español. Un quincenal de funcionamiento autogestionario que
edita una tirada cercana a los 15.000 ejemplares y se vende en los
kioskos, que tiene su origen, hace más de una década, en un simple folio
doblado y fotocopiado que se repartía en el populoso mercado del Rastro
madrileño, entre los puestos de artesanía y los tenderetes de ropa
usada.
Una iniciativa que acaba de llevar a cabo un proceso de
crowfunding, entre otras actividades para obtener la financiación
necesaria para poder sobrevivir y aumentar su dimensión.
También podemos mencionar, por seguir
con los ejemplos, la cooperativa de crédito Coop57. Un proyecto
colectivo constituido inicialmente con parte de las indemnizaciones por
despido que les correspondieron a los trabajadores de la editorial
barcelonesa Bruguera.
Se trata de una sociedad conformada por distintas
entidades que permite financiar proyectos autogestionarios, y de la
economía social y solidaria, a intereses menores de los de mercado; y en
la que los particulares también pueden depositar cantidades, sabiendo a
que van a ser dedicadas a ello. Crédito ético, financiando proyectos
populares.
O la Cooperativa Integral Catalana, un
intento de conformar una red global que se quiere capaz de permitir
hacer una vida entera al margen del capitalismo, conformada, por
ejemplo, por iniciativas productivas, ecoxarxas, ecoaldeas, una
cooperativa de crédito o un Centro de Salud holística autogestionado.
Pero, por supuesto, no vamos a hablar
sólo del Estado Español, aunque en él este tipo de iniciativas han
crecido claramente en estos últimos años de crisis. En otros sitios,
como América Latina, las cosas empezaron a suceder ya antes: tanto el
inmisericorde ataque de los mercados contra las clases trabajadoras y el
conjunto de la sociedad, como la irrupción de los gérmenes y el
fermento de la “nueva economía”.
Así, en Argentina, alrededor de la
explosión social del año 2001, se multiplicaron las llamadas
“recuperaciones” de fábricas que iban a ser cerradas por sus dueños, y
que los trabajadores mismos, tras arduas jornadas de ocupación de los
centros de trabajo y luchas sociales, procedieron a hacer funcionar de
forma autogestionada.
Emprendimientos como la mítica FaSinPat (Fábrica
Sin Patrón, anteriormente Zanón, en la ciudad de Neuquén), la imprenta
Chilavert, la Gráfica Patricios o la metalúrgica IMPA, son de sobra
conocidos. Actualmente, según datos del Programa Facultad Abierta de la
Universidad de Buenos Aires, dedicado al estudio y asesoramiento de
estas experiencias, más de 10.000 personas siguen trabajando en
Argentina en empresas recuperadas.
Podríamos poner muchos más ejemplos de
los mismos u otros países (Brasil, Grecia, Francia, Italia, Uruguay,
Egipto…). Quien quiera acceder a una pequeña panorámica de estas
iniciativas, y un poco de reflexión sobre ellas, desde una perspectiva
divulgativa, también puede dirigirse a mi último libro: “La autogestión
viva. Proyectos y experiencias de la otra economía al calor de la
crisis”, publicado recientemente en España por Queimada Ediciones (una
editorial con un pasado cooperativo y ligado al movimiento libertario)
(página web).
Se trata, pues, de una miríada de
proyectos concretos y reales que están haciéndose ante nuestros ojos,
que están conformándose ahora mismo en nuestras calles y pueblos.(...)
Construir una alternativa global…eso es,
precisamente, lo que lleva gestándose en los últimos decenios de luchas
y de experiencias autogestionarias. Hay perspectivas concretas,
“clásicas” e hiper-modernas que ya han planteado tesis claras (pero en
ocasiones incompatibles parcialmente) en torno a cómo sería una sociedad
controlada por los propios productores, una democracia directa y
asamblearia, incluso en lo económico.
Se dibujan, principalmente, dos tipos de
perspectivas. La primera: la conformación de una tupida red de
organismos asamblearios que, desde lo local y desde los centros de
trabajo, vayan federándose, mediante mecanismos de mandato imperativo y
revocabilidad de las delegaciones, para permitir la planificación
participativa de la vida económica.
El modelo clásico, por otra parte,
del anarcosindicalismo, pues ya la CNT planteaba en su Congreso de
Zaragoza de 1936, la articulación social a la imagen y semejanza del
funcionamiento interno, basado en el federalismo y la democracia
directa, de su estructura sindical.
Un modelo que ha sido, también,
revisitado con las inevitables modificaciones, dado el tiempo
transcurrido, por perspectivas como la de la Democracia Inclusiva,
defendida por Takis Fotopoulos.
La otra: un poco más complicada.
Sabiendo los límites mostrados por la realidad misma de la planificación
en las circunstancias concretas en que ha sido puesta en marcha,
conociendo que ningún organismo central, por participativa y flexible
que sea la estructura que lo sustenta, puede tener todos los
conocimientos y toda la información necesarios para tener una visión
acertada y al tiempo global de la vida económica, cabría hacer espacio a
la necesidad de formas de mercado más menos “libre” entre cooperativas,
iniciativas locales y trabajadores autónomos, ya que el mercado puede
garantizar una mayor flexibilidad y rapidez en la asignación de recursos
en casos concretos.
Por supuesto, donde hay mercado hay competencia y,
por tanto, ganadores y perdedores, lo que impone la necesidad de generar
paralelamente un amplio campo de organismos reguladores, bajo la tutela
de la comunidad en general organizada democráticamente, y de servicios
sociales comunales que permitan hacer de colchón y reintegrar a la vida
productiva a los trabajadores de las empresas no viables.
Una
perspectiva adelantada en su momento por el economista libertario
Abraham Guillén, combatiente cenetista en la Guerra Civil española y,
posteriormente, asesor e inspirador de numerosos movimientos sociales y
guerrilleros latinoamericanos.
Pero también hay en este momento, en
pleno desarrollo, otras perspectivas, como la de la Economía
Participativa (Parecon), divulgada por economistas y estudiosos
anglosajones como Michael Albert o Robin Hahnel, que hace hincapié en
cosas tan interesantes como la distribución de “paquetes integrados” de
tareas manuales e intelectuales para cada puesto de trabajo, para que,
en un contexto de autogestión generalizada, la división del trabajo
necesaria para la producción no genere nuevas jerarquías en el interior
de las unidades económicas; o los marcos de análisis desarrollados en
América Latina, como los investigados por Andrés Ruggeri o Danigno en
torno a la “adecuación sociotécnica” entre la producción autogestionaria
y el tipo concreto de tecnología laboral a utilizar y desarrollar en
dicho contexto, ¿son las mismas las máquinas –o el uso de las máquinas-
que deben desplegarse en la producción autogestionaria que en el mercado
capitalista?
¿No han sido muchas veces diseñadas en un marco en que
ciertas posibilidades –la cooperación, la comunicación entre los
operarios- trataban de evitarse, mientras otras –la vigilancia, el
control externo- se fomentaban, sin un sentido propiamente productivo?" (Versión original en castellano del artículo para la revista alemana Direkte Aktion, Jose Luis Carretero Miramar, Economía crítica y crítica de la Economía, 14/04/2014)
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