"(...) Lo que piketty nos muestra mediante estadísticas (y ciertamente
estamos en deuda con él y sus colegas por ello) es que el capital ha
tendido a crear, a lo largo de su historia, niveles cada vez mayores de
desigualdad. Esto, para mucho de nosotros, no es ninguna noticia.
Era
exactamente la conclusión teórica de Marx en el Volumen Primero de su
versión del Capital. Piketty no resalta esto, lo cual no es ninguna
sorpresa, ya que para defenderse de varias acusaciones de la prensa de
derechas de que se trata de un criptomarxista, ya ha señalado en varias
entrevistas que no ha leído el Capital de Marx.
Piketty
recoge muchos datos para apoyar sus argumentos. Su explicación de las
diferencias entre renta y riqueza es útil y convincente. Y desarrolla
una defensa razonable de los impuestos sobre sucesiones, la tributación
progresiva y un impuesto global a la riqueza como un posible antídoto
(aunque con toda seguridad, inviable políticamente) a la creciente
concentración de riqueza y poder.
Pero ¿por qué se produce esta
tendencia a una mayor desigualdad a medida que pasa el tiempo? A partir
de sus datos (condimentados con algunas interesantes alusiones
literarias a Jaune Austen y Balzac) deriva una ley matemática para
explicar lo que pasa: la incesante acumulación de riqueza por parte del
famoso uno por ciento (un término popularizado gracias al movimiento
“Occupy”, por supuesto) es debido al simple hecho de que la tasa de
retornos del capital (r) siempre supera a la tasa de crecimiento de
renta (g). Piketty dice que ésta es y ha sido siempre la “contradicción
central” del capital.
Pero una periodicidad estadística de este tipo difícilmente puede
constituir una explicación adecuada, y mucho menos una ley. Así que ¿qué
fuerzas producen y mantienen dicha contradicción? Piketty no nos lo
dice. La ley es la ley y punto. Marx obviamente habría atribuido la
existencia de dicha ley al desequilibrio de poder entre capital y
trabajo. Y esa explicación todavía se sostiene.
El declive constante en
la participación del trabajo en la renta nacional desde los años 70 se
deriva del poder político y económico en decadencia del trabajo mientras
que el capital movilizaba tecnología, desempleo, deslocalizaciones y
políticas anti-trabajo (como las de Margaret Thatcher y Ronald Reagan)
para aplastar a su oposición.
Como Alan Budd, un asesor de Margaret
Thatcher, confesó en un descuido, las políticas contra la inflación de
los años 80 resultaron ser una “muy buena forma de aumentar el
desempleo, y aumentar el desempleo fue una forma extremadamente
atractiva de reducir la fuerza de la clase trabajadora… lo que se diseño
allí fue, en términos marxistas, una crisis del capitalismo que
recreaba un ejército de reserva del trabajo y que ha permitido a los
capitalistas generar grandes beneficios desde entonces”.
La diferencia
en remuneración entre un trabajador promedio y un alto directivo estaba
alrededor de 30:1 en 1970. Hoy en día se halla fácilmente sobre los
300:1 y en el caso de McDonald’s, sobre los 1.200:1.
Pero en el Volumen Segundo del Capital
(el cual Piketty no ha leído, a pesar de que alegremente lo deseche)
Marx señaló que la tendencia del capital a la depresión salarial en
algún momento llega a restringir la capacidad del mercado de absorber el
producto del propio capital. Henry Ford reconoció este dilema hace
tiempo, cuando instituyó los 5 dólares por día para sus trabajadores
para, según decía, aumentar la demanda de los consumidores.
Muchos
pensaron que la falta de demanda efectiva era lo que se hallaba tras la
Gran Depresión de los años 30. Esto es lo que inspiró las políticas
expansivas keynesianas después de la Segunda Guerra Mundial y produjo
como resultado cierta reducción en las desigualdades de renta (aunque no
tanto en las de riqueza) junto a un crecimiento estimulado por una
intensa demanda.
Pero esta solución descansaba en el empoderamiento
relativo del trabajo y la construcción de un “estado social” (según el
término que usa Piketty) financiado por una tributación progresiva.
“Y
así “ escribe “durante el periodo 1932-1980, casi medio siglo, el mayor
impuesto federal sobre la renta en los Estados Unidos era como promedio
del 81 por ciento”. Y esto no limitaba de ninguna forma el crecimiento
(otra de las pruebas que Piketty aporta para refutar ideas de la
derecha). (...)
El dinero, los terrenos, la propiedad inmobiliaria, las fábricas y las
máquinas que no se utilizan de forma productiva no son capital. Si la
tasa de retorno del capital que se utiliza es alta, es porque una parte
del capital se retira de la circulación y a efectos prácticos, está de
huelga.
Restringir el suministro de capital a las inversiones nuevas (un
fenómeno que podemos observar que ocurre ahora mismo) garantiza una
alta tasa de retorno en el capital que sí que está en circulación. La
creación de esta escasez artificial no es algo que sólo hagan las
compañías petroleras para garantizar sus altas tasas de retorno: es lo
que hace todo capital cuando tiene la oportunidad de hacerlo.
Esto es lo
que se halla tras la tendencia para que la tasa de retorno del capital
(no importa cómo se defina o mida) siempre supere la tasa de crecimiento
de renta. Es así como el capital garantiza su propia reproducción, sin
que le importen las desafortunadas consecuencias que pueda tener para el
resto de nosotros. Y es así como vive la clase capitalista. (...)" (Consideraciones actuales sobre "El Capital en el siglo XXI" de Thomas Piketty, David Harvey, Rotekeil , Rebelión, 22/05/2014)
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