«Sra. Ministra Irene Montero:
He oído que usted va afirmando -en cuantos foros comparece- que las feministas nos oponemos a la Ley Trans porque somos «tránsfobas».
Déjeme decirle que, al menos por mi parte, y -me consta- por parte de muchísimas feministas que conozco, nada puede estar más alejado de la realidad. Antes al contrario: muchas estaremos encantadas de apoyar esa ley, porque -como siempre ha hecho el Feminismo- nos solidarizamos con otras luchas, ya que odiamos la discriminación. Demasiado la seguimos sufriendo en nuestras propias carnes. Por tanto, nada hay que objetar a la voluntad política de que se amplíen los deseos, expectativas, calidad de vida, etc. del colectivo LGTBI+, como los de cualquier otro colectivo discriminado. Y, por mi parte (no puedo hablar en nombre de otras compañeras), tiene mi apoyo más decidido para llevar a cabo tal política, aprobando la Ley Trans.
Pero (siempre hay un pero), como debe saber, a las feministas nos preocupan los derechos de las mujeres y no retroceder un ápice en los ya conseguidos. Por eso, para comprometer mi apoyo al proyecto de Ley Trans, es suficiente con que garantice que los derechos de las mujeres (y también los de la infancia), no se verán comprometidos. Espero que comparta conmigo que velar por dichos derechos, en ningún caso puede ser considerado «transfobia».
Veamos algunos ejemplos de las cuestiones que, una vez salvadas con su garantía personal y recogidas en el texto del proyecto, me permitirían dar mi total apoyo a la Ley Trans:
- Basta con que garantice que las mujeres somos, como dicen la biología y la ciencia -e incluso la RAE- las hembras humanas adultas. Y que tenemos el derecho exclusivo a utilizar la palabra «mujer», desde siempre nuestra. También que se prohíbe expresamente pretender reducirnos a funciones biológicas, nombrándonos por ellas o por fracciones de nuestros cuerpos. Compartirá conmigo que debemos huir de ese tipo de esencialismos biologicistas que, además, son machistas por cosificadores y reduccionistas. Por eso mismo, quizá se podrían asociar sanciones (de hasta 150.000 euros?) a quien nos designe incorrectamente.
Además, compartirá conmigo la necesidad de utilizar palabras distintas para realidades distintas: Y no es lo mismo ser mujer, tener biología de mujer y recibir una socialización femenina, que sentirse mujer, tener biología de hombre y recibir una socialización masculina. No contribuyamos a ceremonias de confusión, y busquemos otra palabra para quienes se sienten mujeres. Porque la palabra «mujer», ya está ocupada.
- Sin perjuicio, de lo anterior, basta con que garantice, por el contrario, la adecuada denominación de la biología femenina, sus partes, sus procesos, siempre en un contexto que no nos cosifique. Y que considerar estas palabras o términos (madre, endometriosis, menstruación, etc. como «tránsfobos» será objeto de multa (¿de hasta 150.000 euros?).
- Basta con que garantice que se modificará simultáneamente la Ley orgánica 3/2007 de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, de forma que se equipare el régimen sancionador por misoginia, al que la Ley trans establece para la transfobia.
- Basta con que garantice que las mujeres trans son mujeres solo en sentido legal, que es el único para lo que el poder legislativo es competente. Por lo que afirmar la realidad científica de que un hombre no puede ser una mujer, en ningún caso puede ser sancionado.
- Basta con que garantice que esta ley no confundirá, en ningún caso, «sexo» con «género».
- Basta con que garantice que se mantendrán las estadísticas desagregadas por sexo, sin distorsionar por ninguna otra variable, ya que ello es conditio sine qua non para medir la opresión de las mujeres y legitimar la acción positiva para corregirla.
- Basta con que garantice que se mantendrán absolutamente todos los espacios de seguridad exclusivos para mujeres.
- Basta con que garantice que se mantendrán todos los espacios de intimidad solo para mujeres.
- Basta con que garantice que se mantendrán, exclusivamente para mujeres, las medidas de acción positiva instauradas para remover la discriminación debida a nuestro sexo, incluidas las cuotas de cualquier naturaleza.
- Basta con que garantice que ayudas, subvenciones, premios, reconocimientos, etc. destinados a mujeres, se nos otorguen exclusivamente a nosotras.
- Basta con que garantice que las instituciones (y sus denominaciones) destinadas a las mujeres, seguirán ocupándose en exclusiva de nosotras; y que explicitarán en su denominación ese contenido.
- Basta con que garantice que, cuando hablemos de perspectiva de género, nos estamos refiriendo a la perspectiva -históricamente omitida- de las mujeres; que cuando nos refiramos al enfoque de género, estamos hablando de la incorporación de la visión de las mujeres a áreas, ámbitos o actividades hasta ese momento exclusiva o mayoritariamente dominadas por un enfoque androcéntrico. Que cuando hablemos de presupuestos con perspectiva de género, nos estamos refiriendo a la contribución de la financiación pública para reducir o erradicar la desigualdad entre hombres y mujeres.
- Basta con que garantice que cuando utilicemos la expresión violencia de género, nos estamos refiriendo -como siempre- a lo que dice la Ley 1/2004: a la violencia que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia.
- Basta con que garantice que la práctica deportiva y las competiciones de dicha naturaleza se mantendrán por sexo, asegurando el «fair play«, principio básico de la práctica y la competición deportiva. Ya que sin esa garantía, el deporte femenino, que ahora estaba en clara expansión, volvería a la total irrelevancia.
- Basta con que garantice que se respetará escrupulosamente la orientación sexual de las lesbianas sin que nadie ose decir lo que les tiene que gustar o lo que no, bajo fuertes multas (¿de hasta 150.000 euros?) a quienes eso hagan. O a quienes pretendan realizar actuaciones clínicas o realizar terapias de conversión para modificar su orientación sexual.
- Basta con que nos asegure que la infancia y la adolescencia no se tocan.
- Basta con que garantice que cualquier tratamiento hormonal solo podrá instaurarse a partir de una etapa vital que asegure la madurez suficiente, nunca antes de los 16 años y con la garantía de haber descartado previamente otras patologías que puedan ser el origen, o coadyuvar, a la disforia.
- Basta con que garantice que la atención a la disforia en edades previas a los 16 años, consistirá en ayuda clínica y espera atenta y jamás en tratamientos invasivos y/o irreversibles.
- Basta con que garantice que los tratamientos denominados «de transición» no sean de experimentales y que, por el contrario, estén avalados por estudios clínicos y científicos longitudinales que dejen constancia de su inocuidad o, si no es así, que sean transparentes en cuanto a su beneficio real esperado, efectos secundarios en función de su frecuencia de aparición, etc.
- Basta con que garantice que hasta alcanzar la mayoría de edad, nadie podrá solicitar la mutilación de su cuerpo sano.
- Basta con que se apliquen sanciones de hasta 150.000 euros a cualquiera que incumpla las condiciones de los 5 apartados anteriores.
En fin, me imagino que mis compañeras feministas tendrán otras cuestiones por el estilo. Pero, como verá, ni quiero objetar la Ley Trans ni estoy en contra de ningún avance al respecto. Con la lógica limitación -que espero comparta- de que la legislación que propone no suponga en caso alguno la minoración o pérdida de derechos de las mujeres o empeore su calidad de vida. Con eso me basta.
De hecho, observará también que ni siquiera reivindico mejoras en la situación de desigualdad que sufrimos las mujeres. Creo que es esa, justamente su responsabilidad, y aún confío en que ponga todo el esfuerzo y los medios para corregir las grandes injusticias debidas a la desigualdad que experimentamos las mujeres por haber nacido con el sexo al que se asigna el género peor parado. Ese que nos inferioriza y del que nace toda la injusticia que padecemos. Le queda apenas un año para ponerlas decididamente en marcha.
Porque mire, antes pensaba que dinamitar la asignación de género a los sexos incluso podría llegar a ayudar a alcanzar uno de los principales objetivos del Feminismo, como sabrá, la abolición del género. Para mi sorpresa, me encuentro, por el contrario, con que el género es tan inmutable e indiscutible que, si algo se equivoca, es la naturaleza y nunca unas normas sociales pensadas para oprimir a las mujeres. Ya ve que hasta qué punto me equivocaba yo también.
En fin, como le decía, bastará pues con las garantías antes mencionadas y alguna otra de menor cuantía para que, no solo no me oponga a ningún derecho LFTBI+ ¡faltaría más!, sino que apoye decididamente la regulación de cuestiones conducentes a la mejora de la calidad de vida de dicho colectivo y a que se impida su injusta discriminación. Porque esos objetivos los comparto íntegramente. Es más, con toda sinceridad le digo que estaré orgullosa de un país que consiga avanzar en la erradicación de la discriminación del colectivo LGTBI+; como la de cualquier otro colectivo discriminado.
Aunque me permitirá que abogue porque -como mínimo y simultáneamente- se erradique la opresión y la discriminación que afecta a más de la mitad de la ciudadanía de este país, las mujeres. Y si tiene la tentación de apelar a la interseccionalidad y la diversidad, desde ya le hago notar que con esas políticas también conseguirá la mejora de la vida de las mujeres discapacitadas, la de las inmigrantes, la de las otras etnias, la de las del propio movimiento LGTBI+…
En fin, quedo a la espera de su contestación favorable, de la que no dudo, ya que ocupa la cartera de igualdad. Por cierto, ¿ve la importancia de que organismos, instituciones, etc. en principio destinadas a la igualdad entre mujeres y hombres, lo indiquen expresamente? Porque, de lo contrario, como ha pasado, las mujeres ahora solo somos un aspecto -y además minoritario- de las preocupaciones de su Ministerio ¡Nosotras que creíamos que su principal misión era la de desarrollar las políticas de igualdad de derechos entre mujeres y hombres y la de erradicar la violencia machista, aunque solo fuera porque somos más de la mitad de la ciudadanía de este país, y una ciudadanía oprimida! En cambio, observo que les debe preocupar tan poco el tema de la igualdad entre mujeres y hombres, que ni siquiera ha tenido usted hueco para recibir a las feministas y escuchar sus demandas.
Por eso siento molestarla para distraerla de sus, al parecer, más importantes preocupaciones, para aprovechar esta carta y decirle que los asesinatos de mujeres que llevamos en esta legislatura (dos esta semana pasada) revelan con claridad que algo falla cuando la lucha por el derecho más esencial de cualquier persona, su derecho a la vida, si es arrebatado en nombre de la violencia machista, no tiene más respuesta institucional que un tuit, por muy afectuoso que esta sea. Y solo nos falta que avale la «furia trans», que, a poco que se descuide, puede incrementar la violencia contra las mujeres.
Me despido aquí, deseando sinceramente poder apoyar la Ley trans una vez me proporcione las garantías solicitadas. Mientras, reciba un cordial saludo.» (Amparo Mañes , Tribuna Feminista, 02/11/22)
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