"(...) En las últimas décadas se han dado transformaciones sustantivas en
la estructura y composición de la clase trabajadora, así como en su
nivel de conciencia. En España, por ejemplo, todo ello aparece vinculado
a los procesos de desindustrialización.
Pero no debe olvidarse un
fenómeno global: desde 1989, con la caída del campo socialista, se
produce la denominada “gran duplicación”, es decir, 2.000 millones de
trabajadores aparecen “de golpe” y dispuestos a valorizarse en el
mercado mundial.
Esa mano de obra es empujada al mercado global con el
fin de que la clase trabajadora compita entre sí. Es un fenómeno en el
que se insiste poco. “Por eso, a la hora de proponer alternativas, es
importante la inserción de la clase obrera en el propio territorio”,
apunta Monereo.
El comunismo existe. No es una abstracción. Y
existe porque en las sociedades capitalistas se continúa dando una
contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de
producción.
Entonces, ¿dónde hallar el sujeto revolucionario? Una gran
reserva estratégica para cualquier opción emancipadora esta en los
jóvenes (hoy, desde los 15 a los 40 años), hijos de las capas medias y
la clase trabajadora, muchos de ellos con buena formación pero sin
empleo ni horizonte vital. “Esto será decisivo cara al futuro”.
Según
Monereo, “podríamos reducir la jornada laboral y repartir el trabajo
pero, en lugar de hacerlo, construimos sociedades en las que los
individuos se devoran”. Con todo, el socialismo continúa siempre ahí,
filtrándose en las contradicciones de la economía capitalista.
En
el análisis debe considerarse que la izquierda se enfrenta aún a la gran
derrota cultural de los años 90. Y por eso, ahora, “se trata de
convencer a gran parte de los trabajadores de que esta sociedad no
ofrece alternativa”. La gran cuestión: ¿Cómo se protegen las clases
trabajadoras, desamparadas ante la crisis?
O dicho de otro modo, ¿cómo
despertar y reconstruir el imaginario socialista? El fascismo está al
acecho, presto para proporcionarles identidad. Además, a la izquierda se
le ha dejado inerme frente al capitalismo. “Y en ello tiene la
socialdemocracia la responsabilidad principal”, concluye el politólogo. (...)
“Necesitamos un socialismo que le diga a la gente que va a vivir mejor
que en el capitalismo, y que va a ser protagonista”. Sabiendo, de nuevo,
que hay que afrontar una larga transición para cambiarnos a nosotros
como seres humanos (“fue esta la gran verdad del Che”, introduce
Monereo).
Que los hombres y las mujeres se conviertan en dueños de sus
destinos en la fábrica, en el tajo y en los hogares. Es cierto, por
tanto, que la sociedad capitalista está preñada, impregnada de
comunismo, que penetra por todas las contradicciones.
“Pero no hay
socialismo sin que cambiemos nosotros un poco cada día; esto lo aprendí
de Jesús de Nazaret, pero también de Anselmo Lorenzo, de Pablo Iglesias,
Dolores Ibárruri y Pepe Díaz, que se la jugaron por eso que se dio en
llamar socialismo y comunismo”.(...)" (Entrevista a Manolo Monereo, Enric Llopis, en Rebelión, 13/05/2014)
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