"El concepto de izquierda volátil
lo acuñó el sociólogo César Molinas en [El País] 2007 como parte de un
estudio sobre más de una década de comportamiento electoral en España.
Una de las conclusiones que podemos obtener de su análisis era la
siguiente, resumimos:
En España existe un núcleo de votantes de izquierda que no encuentra acomodo en las organizaciones de la izquierda institucional (PSOE e IU) y que oscila entre su apoyo puntual a estos y la abstención; cuando esos partidos hacen políticas de izquierda les votan, cuando no, les retiran el apoyo; los partidos de la izquierda saben esto pero no les importa —según algunos interpretamos—, porque las políticas demandadas por ese electorado son políticas que implican oposición sincera al sistema de poder dominante desde la Transición y tanto PSOE como IU son fuerzas sintéticas. En relación a esta dinámica observada, añadimos, el voto de izquierda se ve obligado en ocasiones a apoyar a quienes no satisfacen sus expectativas para impedir que triunfe la derecha. Si no se recuerda además que el sistema bipartidista era cosa de más de dos y que en ese juego IU ocupaba —y ocupa— un lugar destacado, no se puede comprender nada.Las palabras de César Molinas son estas exactamente: «La izquierda volátil es un conjunto heterogéneo con pocos denominadores comunes, todos ellos negativos. Es común su rechazo frontal al PP y a todo lo que representa la derecha. Es común también su desdén hacia el PSOE, al que votan tapándose la nariz cuando le votan. Por lo razonado hasta aquí, el objetivo principal de una campaña electoral, de cualquier campaña electoral en España debe ser para el PP que no vayan a votar los que le detestan y para el PSOE que acudan a las urnas los que le desprecian. ¿Son consistentes sus estrategias electorales con estos principios?» Ver artículo: La izquierda volátil.
El
estudio de César Molinas causó inquietud en ciertos entornos y recibió
una respuesta «técnica» por parte de otros colegas especialistas en
sociología electoral, muy ligados a las empresas de opinión pública que
forman parte del aparato de poder en España. Lo cierto es que el
silencio de las direcciones políticas de los partidos de izquierda a
este debate que fue público, era un clamor que le daba la razón a
Molina.
Que hubiera electorado de izquierda a la izquierda era
algo inaceptable políticamente para la estabilidad de una monarquía y
un régimen, que cuentan con una oposición a medida gracias a los pactos
de impunidad en los que se basó la Transición y que todavía duran.
En
1990-91, una importante fuerza de izquierda en Madrid encargó un
estudio cualitativo sobre tendencias de voto: el informe final no fue
hecho público. El estudio dejaba muy claro que para muchos votantes de
izquierda, la posición del PSOE y de IU era considerada como muy tíbia y
poco combativa, al extremo de causar frustración y desánimo en su base
de apoyos en un tanto por cierto muy alto de personas optándose en esos
casos por la abstención.
Esta tendencia observada fue considerada «no
conveniente» por la dirección de esa organización. El trabajo era casi
17 años anterior al de Cesar Molinas, la conclusión muy parecida.
La
izquierda volátil es la que le proporcionó a IU en Madrid casi un 19%
como pico máximo de voto en unas autonómicas y en las generales de 1996,
un 11% del total de votos al Julio Anguita del programa, programa, programa
—el mayor éxito de IU—.
También es la derrota del tándem Almunia-Frutos
en unas generales o el hundimiento de IU (en 2004 un 4% del voto en
generales) que les acabaría llevando a un sólo diputado poco después y,
desde luego, la espectacular derrota de Rodríguez Zapatero con el PSOE.
¿Por
qué esas derrotas? Por el abandono del votante de izquierda a los
partidos que les defraudan; un juego peligroso, pero que no podía
evitarse si la oferta de IU y PSOE insistía en derechizarse.
En el
trasfondo ideológico estratégico de este duelo entre direcciones de
partido y sentimiento de los votantes está el mantenimiento del status
quo de la Transición, que aseguraba al PSOE la condición de partido de
gobierno y a IU la de bisagra local con algún caladero de ocasión con el
que mantener a su nomenclatura a cambio de no cuestionar en serio en su
práctica política el equilibrio del Régimen bipartidista.
Según esta
lógica una IU con un 11% pero instalada en la ortodoxia del programa, programa, programa anguitista,
les era menos funcional que un 4% pero más razonable y dispuesto a
colaborar en «contener a la derecha», pues una posición de principios
que se negase a entrar a someterse a los límites impuestos por el PSOE,
no podría proporcionar el oxígeno que precisa el aparato de IU para
sobrevivir; esto explica la tranquilidad con la que IU ha visto la
salida de miles de militantes por su izquierda, el cierre de asambleas y
expulsiones de militantes, la decadencia de su vida interna y el
desprecio infinito con el que tratan desde su dirección las posiciones
críticas basadas en valores republicanos y marxistas. (...)
La
tesis de la izquierda volátil dice que cuando en España un partido de
izquierda sigue un discurso de izquierda y una práctica de izquierda,
recibe más votos, no menos: es decir, los suyos les votan. (...)
En las elecciones europeas de 2014, pese la atroz política del gobierno del PP, el PSOE ha seguido una línea de sometimiento a las políticas de derecha —en Europa, en Madrid, en todas partes—, según la hipótesis de la izquierda volátil debería haber perdido votos y lo ha hecho en una proporción enorme, superando la pérdida de voto de las generales últimas.
¿Por ser de izquierda? Más bien por todo lo contrario; el PSOE
es percibido por los votantes de izquierda como un problema irresoluble,
es su identidad de izquierda la que está desaparecida. No hay espacio
de poder para social-liberales, lo hubo para socialistas más o menos
vergonzantes, pero no para esta mutación. (...)
La izquierda volátil es la explicación del indiscutible éxito de PODEMOS. La
hipotética bolsa de votantes de izquierda que no se sienten a gusto ni
con el PSOE ni con IU y que oscilaban entre ellos y la abstención fueron
fijados en esta nueva «marca» política.
El
discurso de Iglesias, muy enérgico y en el que mostraba una inequívoca
voluntad de victoria —algo inexistente en IU por completo— ha sabido
cómo llegar a la izquierda harta de Izquierda Unida y a los jóvenes. y
primeros votantes Es el mismo tono de los catalanes de ERC, de los
vascos de Bildu, de la CUP catalana, de AGE en Galicia, es un tono de
victoria y confianza, que destaca sobremanera con el papel de payaso sistémico autoasumido
que caracteriza a Izquierda Unida.
En la lógica y discurso de PODEMOS
está la idea de que deben llegar a la gente más allá de izquierda o
derecha y han teorizado sobre esta necesidad para poder lograr, según
ellos, una mayoría capaz de darle la vuelta a la situación política.
Esta teoría esconde numerosos peligros, el primero es olvidar que es la
izquierda social —volátil o no— su base de apoyos, y que el discurso
postmoderno basado en la idea de que la fractura izquierda/derecha debe
ser superada es fascista; (pre, post o neo, que da igual) de
seguir esa línea nos podemos encontrar con escenarios imprevisibles.
La
hipótesis que manejamos sobre la naturaleza del apoyo electoral y social
al PODEMOS del éxito en las Europeas es que su identidad políticamente
de izquierda y muy crítica con el sistema, aunque con una procedencia de
clase media y una confusión ideológica fruto de la época y la situación
social que les sitúa en una posición vulnerable a la manipulación.
Ha
sido un voto de respuesta, ofensivo, reactivo y con un sentido de
rechazo profundo a las políticas de derecha que están devastando España y
Europa. PODEMOS tendrá ahora que demostrar en la práctica si es una
ratonera para esa fracción de voto resistente deseoso de cambios o una
palanca de cambio social y político. (...)
Factor
clave del éxito electoral de PODEMOS ha sido su visualización pública a
través de los medios alternativos, las Tv y youtube, y las redes
sociales. El descontento era real, IU estaba demasiado encantada de
conocerse y deslumbrada con las expectativas de crecimiento a costa de
un PSOE en descomposición y fue incapaz de percibir, no ya de que
existían alternativas a su proyecto más ilusionantes, sino que alguna de
ellas —PODEMOS— había logrado romper la barrera de la visibilidad
mediática en los medios que alimentan las redes sociales —virtuales y de
las otras— en las que la izquierda social se alimenta.
Resultado,
la izquierda volátil ha hecho una apuesta de ilusión, han tenido por
primera vez en mucho tiempo la posibilidad de votar algo distinto y lo
han hecho. Y ha funcionado.
Es preciso hacer un análisis más detallado viendo los resultados en detalle y entrando en las consecuencias y posible evolución.
La
línea tanto de IU como de SYRIZA, desde el punto de vista de la
izquierda de base son vistas como reformistas o timoratas, aunque
comparadas con PSOE y PP parecen radicales.
La derrota del PP y el PSOE
es de tal magnitud, su descrédito tan grande, que en medio del panorama
de devastación social en el que estamos que el PSOE se haya hundido y a
su izquierda haya dos fuerzas en alza como PODEMOS e IU es un terremoto.
En España el terremoto es de naturaleza distinta que en Francia. (...)" (Análisis Europeas 2014: La izquierda volátil da un vuelco a las elecciones en España (1) / Pedro A. García Bilbao, Sociología Crítica, 26/05/2014)
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