"(...) Las cooperativas de trabajo son
empresas controladas por sus trabajadores y pueden demostrar que una
empresa puede funcionar de manera asamblearia y con elementos de
horizontalidad, convirtiéndose así en transmisores de un mensaje muy
poderoso. Sin embargo, las actividades de las cooperativas se
desarrollan en el marco del sistema capitalista, con todas las
consecuencias que conlleva.
La consecuencia principal es la
necesidad de ser competitivo para sobrevivir como empresa y el hecho de
caer en la autoexplotación para conseguirlo. (...)
Si bien es cierto que las cooperativas
de trabajo tienen estos límites, éstos no la invalidan como una salida
laboral. En muchos casos, ha evitado la atomización de grupos de
trabajadores después de luchas que desgraciadamente no terminan bien o
simplemente sirven para generar una fuente de autoempleo, sin caer en la
explotación de terceras personas y para organizar su actividad laboral
con un mínimo de ética. Incluso en ciertas profesiones de tipo
artístico, profesional o artesanal, marcadamente individualizadas, las
cooperativas pueden convertirse en herramientas para agrupar personas
que de otra manera estarían aisladas y desprotegidas.
Ahora bien, debemos ser conscientes
de que la creación e incluso multiplicación de cooperativas no supone
por sí misma la creación de un “postcapitalismo”, ni tampoco es
sinónimo de “colectivización”. Es más, no sólo no representan un
elemento revolucionario por sí solas, sino que incluso pueden llegar a
jugar un papel socialmente pernicioso, como ha mostrado Mondragón
Corporación Cooperativa.
Desde sus inicios a finales de los años
cincuenta, cuando sectores de la iglesia en Guipúzcoa crearon la
primera cooperativa de fabricación de cocinas, con la intención de
alejar la clase trabajadora del cinturón industrial guipuzcoano del
sindicalismo y sus luchas, hasta hoy día, que llega a su declive y ha
comenzado a despedir a sus propios socios-trabajadores, sin olvidar
toda su fase expansiva donde poco a poco fue diluyendo sus principios
cooperativistas y asamblearios iniciales, para ir ampliando la brecha
salarial entre gerentes y trabajadoras.
Sin embargo, cuando las cooperativas
no dan la espalda a sus principios, los mismos que convirtieron en una
pata del movimiento obrero- pueden llegar a constituir un espacio muy
didáctico para interrelacionarse en un espacio de trabajo en
condiciones de igualdad y generar un polo de pensamiento crítico.
Eso
sí, para acabar con el sistema necesitaremos herramientas mucho más
potentes que la llamada “economía social”, ya que sólo con la
confrontación directa se puede derrotar el capitalismo o, como mínimo,
evitar que continúe avanzando y depredando nuestras condiciones de vida
y trabajo." (Ramon Samblas, Solidaridad Obrera, Economía crítica y crítica de la Economía, 09/09/2014)
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