"Algo está pasando en los análisis de la estructura social en el mundo
anglosajón (consecuencia de la enorme crisis del capitalismo) que casi
ha pasado desapercibido en España, pero que pronto adquirirá una gran
importancia en la vida política y social de este país también.
En
realidad, ya la está adquiriendo. Me estoy refiriendo al
redescubrimiento de la existencia de clases sociales en los países
capitalistas más desarrollados. En realidad, la categoría “clase social”
había desparecido del léxico analítico en la mayoría de estudios que
tratan sobre la distribución de poder en esas sociedades.
La mayoría de
los análisis se han centrado en los últimos treinta años en categorías
de poder, como género, raza y nación, entre otros, estudiando las causas
y las consecuencias de que los hombres tengan más poder que las
mujeres; que los blancos tengan más poder que los negros; o que ciertas
naciones tengan más poder que otras (...)
La “clase social” dejó de ser un tema de interés (en parte por el
declive del marxismo como manera de entender la sociedad). Bajo la
hegemonía del pensamiento dominante (resultado de su triunfo en la
Guerra Fría), centrado en el establishment académico-político-mediático
estadounidense, el término “clase social” desapareció.
En EEUU hablar de
clase capitalista y clase trabajadora, o en Europa hablar de burguesía,
pequeña burguesía, clase media y clase trabajadora, pasó a percibirse
como una manera “anticuada” de ver la sociedad. (...)
En esta realidad, configurada por la sabiduría convencional, el progreso
económico y tecnológico había eliminado o disminuido a la clase
trabajadora, sustituyéndola por la clase media, considerada como la
clase a la cual pertenecía la mayoría de la población. La estructura
social quedaba, pues, constituida por los ricos (la clase alta), la
clase media, y los pobres (la clase baja).
Esta categorización llega a
niveles extremos en el Estado español, que divide a los españoles en
clase alta, clase media alta, clase media media, clase media baja y
clase baja, a lo cual yo sugeriría irónicamente al Estado que pusiera
otra categoría que se llamara “clase baja baja”.
Para apoyar esta
categorización, se realizaban constantemente encuestas en las que se
preguntaba a la ciudadanía si pertenecían a la clase alta, a la clase
media o a la clase baja. Y, puesto que la mayoría de la ciudadanía no se
considera ni rica ni pobre, la gente respondía “clase media”. De este
tipo de encuestas se concluye que la mayoría de ciudadanos eran y se
consideraban clase media. (...)
El nivel de imposición al capital y a las rentas superiores alcanzó en
EEUU, incluso el 91% (sin que ello afectara, por cierto, al crecimiento
económico, como los economistas neoliberales siempre claman que ocurrirá
si los impuestos del capital y de las rentas superiores aumentan).
Como
consecuencia de ello, los dirigentes de las mayores compañías
industriales de EEUU nunca ganaban una renta 30 veces superior a la de
los trabajadores. Por otro lado, el salario de la General Motors era
(en dólares de hoy) de 50 dólares por hora (contando las prestaciones
sociales).
Es interesante subrayar que en aquel momento (1945-1978) poco
se hablaba de la clase media, a pesar de que la capacidad adquisitiva
de la clase trabajadora era mayor entonces que ahora. El eje central que
marcaba el nivel salarial era el trabajador de la manufactura. (...)
El neoliberalismo fue, y es, la doctrina e ideología que tenía como
objetivo derrotar a la clase trabajadora, mediante bajadas salariales,
el desmantelamiento de la protección social y la privatización de los
servicios públicos del Estado del Bienestar. Este debilitamiento del
mundo del trabajo (su derrota en la lucha de clases que se realizó en
todas las dimensiones de la sociedad) era esencial para recuperar el
poder que había perdido la clase dominante en la época anterior. Y lo ha
conseguido. (...)
Los impuestos sobre el capital y las rentas superiores han bajado a un
23% y los directivos de las mayores empresas ganan 350 veces más que sus
trabajadores.
La reducción de la supuesta clase media es, en realidad,
la bajada de salarios de la clase trabajadora mejor pagada y la
precarización del mercado de trabajo, así como lo que ya algunos
indicamos en su día: “la proletarización de los profesionales”, es
decir, la pérdida de autonomía de los profesionales (incluyendo los
licenciados universitarios), el deterioro de sus condiciones de trabajo y
la bajada de la remuneración de la clase profesional (médicos,
ingenieros, licenciados universitarios) que ha caracterizado estos
treinta años.
¿Por qué la sustitución del término “clase trabajadora” por el de “clase media”?
Este cambio era enormemente importante
para hacer creer a la clase trabajadora que el punto que les unía no era
el trabajo y su relación con el tipo de trabajo, sino que era el
consumo y nivel de renta, sin analizar el origen de esa renta. Era
también la manera de individualizar y atomizar la respuesta, que hasta
entonces había sido colectiva. (...)
El enorme crecimiento de la riqueza se
distribuía entre los propietarios del capital a costa de los recursos
que se asignaban a los trabajadores.
Ahora bien, esta situación ha creado un
enorme potencial de alianzas de clase, pues a la clase trabajadora, que
continúa existiendo con una gran variedad de componentes, se suman las
clases profesionales que históricamente tenían como función gestionar,
supervisar y dirigir (bajo la supervisión del capital) a la sociedad,
grupos que se están polarizando, con grupos muy remunerados, próximos a
las élites gobernantes (tanto financieras y económicas, como políticas y
mediáticas), y el resto, la mayoría de profesiones que están siendo
masificadas en condiciones que tienen muchas similitudes con el mundo
del trabajo más tradicional.
Ello explica que, de una manera creciente,
la lucha de clases sea más y más la lucha entre los propietarios y
gestores del capital y sus sirvientes en la reproducción de su poder (el
10% de la población) y la gran mayoría de la población (el 90%) que
está expropiada por el primer grupo, que además controla el poder
político y mediático del país.
La lucha de clases es hoy mucho más
amplia y es el conflicto de los de abajo frente a los de arriba o, en
otras palabras, de la mayoría (el 90% de la población) frente a la
minoría (el 10%). (...)" (Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 23 de junio de 2014, en www.vnavarro.org, 23/06/2014)
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