"¿Qué es lo que hace que tu teléfono sea tan “smart” (listo)? El
dinero que ha pagado el Estado para financiar la investigación.
Con este
ejemplo tan cercano, la economista Mariana Mazzucato,
profesora de Economía de la Innovación en la Universidad de Sussex
(Reino Unido) y autora del libro recién traducido al castellano El Estado emprendedor (RBA, 2014), intenta desmontar los que ella denomina “mitos puramente ideológicos”
sobre el papel que han jugado los inversores privados en la innovación.
“Toda la tecnología que hace del iPhone un teléfono inteligente es
deudora de la visión y el apoyo del Estado: internet, el GPS, la
pantalla táctil e incluso la voz del asistente Siri del smartphone recibieron dinero del Estado. La economía real, de bienes y servicios, ha experimentado un cambio similar al de la economía financiera: el riesgo se mueve cada vez más hacia el sector público y el sector privado recibe los beneficios”, escribe en su libro.
Materia se reunió con Mariana Mazzucato en Berlín, después de impartir una enérgica charla sobre cómo “romper el muro de un Estado innovador” en la conferencia Falling Walls.
¿En qué se equivocan los otros economistas?
A menudo, los economistas creen que para que haya un crecimiento
basado en la innovación es suficiente implementar una serie de políticas
horizontales que regulen el marco normativo, o aseguren que el Estado
arregle los fracasos del mercado.
Sin haber entendido, junto con muchos
periodistas y políticos, que es necesaria una intervención estratégica
para crear y moldear los mercados, no simplemente arreglarlos.
Es lo que
ha pasado en Silicon Valley, es lo que está pasando en China y en
ciertas partes de Dinamarca, Alemania o Brasil: es decir, donde se ha
conseguido obtener un crecimiento basado en la innovación.
Precisamente en este sentido, para reconocer que el público juega un papel esencial para garantizar la innovación porque crea y moldea los mercados.
Y también cuando se habla de las sociedades público-privadas, hay que
entender que el papel del Estado no es el de asumir los riesgos de la
parte privada, si no la de compartir los riesgos y también los
beneficios.
La narración nos sigue contando que la parte dinámica y
creativa está en el sector privado, mientras que el Estado es aburrido y
burocrático. Si se analiza la llegada de todos los cambios tecnológicos
importantes del último siglo, las inversiones realmente
revolucionarias, de alto riego, mucha incertidumbre y de elevado capital
procedían todas del Estado.
En sus charlas y en su libro muestra un gráfico muy
llamativo: las inversiones del gobierno de EEUU en los Institutos
Nacionales de Salud (NIH). Y comenta: “No todo es capital de riesgo”.
La gente suele pensar que toda la revolución biotecnológica de los 80
y 90 fue financiada por capital de riesgo. Sin embargo, estos capitales
llegaron veinte años después de que los NIH hicieran todo el trabajo
duro, financiando los fármacos más importantes.
Tres cuartas partes de
los fármacos de alto impacto han sido investigados en laboratorios
públicos. También la Big Pharma gasta en innovación, pero sobre todo en
la D de I+D, y en marketing. En el caso de la financiación de los NIH,
estamos hablando de cantidades muy grandes de dinero.
Solo en 2012,
durante la crisis, EEUU se ha gastado 32.000 millones de dólares en biotech y pharma.
Uno de mis ejemplos preferidos es la tecnología que hace los iPhone
“inteligentes” y no “estúpidos”. Buena parte de esta tecnología fue
financiada indirectamente por el Ministerio de Defensa o la CIA. No se
trata solo de dinero “militar”. Finalmente, mucho de ese dinero,
público, acaba en innovación.
¿Por qué el ejemplo de los 'smartphone' es tan importante?
Mi postura no es la de decir: todo ha de proceder del Estado.
Evidentemente, Steve Jobs y Apple fueron muy importantes. Pero eso ya lo
sabemos. Nos lo repiten cada día de nuestra vida. Lo que yo quisiera es
equilibrar la historia contando el otro punto de vista. No es que el
sector privado no sea importante.
Pero ha sido capaz de surfear una ola
gigante de tecnología financiada por el Estado, uniendo la tecnología
existente con un sentido del diseño importante y con una nueva forma cool
de vender el producto. Esto es de todos conocido. El 80% de la
biografía de Steve Jobs trata sobre ello. No pretendo un capítulo, me
conformaría con, al menos, una página sobre la parte pública.
¿Cómo se garantiza que el dinero público esté bien gastado?
No se puede garantizar que cada gasto será un éxito. La innovación
siempre es un proceso incierto. De hecho, la mayoría de las veces los
innovadores fracasan. Sin embargo, durante el proceso se aprende. Dentro
del gobierno se han de crear organismos capaces de aprender, y con
políticas empresariales flexibles y adaptadas a la exploración.
Y con
indicadores correctos para valorar cada inversión. Para hacer esto, se
necesita a gente inteligente. No digo que no las haya en el sector
público. Pero si se critica continuamente al sector público, será más
complicado atraer a los mejores talentos. Con excepción de ciertos
casos, – ¡en Singapur se paga a los funcionarios hasta un millón de
dólares al año! – será muy difícil atraer a los mejores con dinero, hay
que transformarlo en un honor.
Y esto solo lo puedes hacer si tienes el
poder de crear un horizonte en tu campo. Por esto, es muy importante que
en EEUU un premio Nobel como Steven Chu haya aceptado dirigir el
Ministerio de Energía. (...)" (
Luca Tancredi Barone
, El País, Berlín
17 DIC 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario