"El Real Madrid-FC Barcelona de ayer fue una repetición de derrotas
pasadas. El Madrid lleva años a remolque del Barça, viendo como sus
proyectos deportivos se estrellan sin remedio contra un equipo que
parece inmune a los cambios. Sólo tres jugadores del 2-6 del 2009 siguen
en el equipo, pero los culés parecen ser capaces de ganar a los blancos
de forma recurrente sin problemas.
La realidad es que de fútbol y tácticas no sé demasiado, pero la
historia de los equipos y la monumental paliza de ayer me hicieron
pensar en instituciones. Más concretamente, en la divergente trayectoria
de la dirección deportiva de las dos entidades, y quién toma las
decisiones en cada una de ellas.
Una de los comentarios más repetidos del partido de ayer es que la
alineación del Madrid era “política”. Benítez, en teoría el hombre
experto en tareas de dirigir un equipo de fútbol profesional, cambió el
criterio que hasta ahora había seguido para escoger sus jugadores,
poniendo sobre el terreno un grupo mucho más ofensivo de lo habitual. El
subtexto obvio es que la alineación no era decisión del técnico, sino
una imposición más o menos disimulada del presidente del club.
En el Barça, sin embargo, la cosa fue en dirección opuesta. Luis Enrique dejó en el banquillo al mejor jugador del mundo (lo dicen los números,
no yo), y armó un grupo que reflejaba fielmente su criterio y filosofía
como entrenador. El equipo salió a jugar con un dibujo decidido desde
el área técnica, e hizo lo que se esperaba de él.
El proceso de toma de decisiones de ambos equipos y entrenadores era
previsible, en gran medida porque tanto Barça como Madrid llevan años
haciendo las cosas de este modo. El Madrid de la “era Florentino” (ambos
reinados) es un equipo diseñado desde la presidencia. Florentino Pérez
hace los fichajes, y el entrenador está ahí para trabajar con los
jugadores que le traen desde el palco según criterios vagamente
deportivos.
El resultado es un equipo donde hay más mediopuntas que
mediocentros o volantes que perdió todo un verano intentando fichar un
portero a pesar de tener uno de los mejores jugadores del mundo en su
puesto ya en plantilla.
En el Barça, sin embargo, las cosas van en dirección contraria.
Debido a una serie de desafortunados escándalos, chanchullos y guerras
fratricidas en el palco, la presidencia culé lleva una larga temporada
ocupada por tipos que están demasiado ocupados apagando fuegos fiscales y
pegándose entre ellos para tomar decisiones deportivas. En las
decisiones de vestuario, sin embargo, los presidentes no se meten
(demasiado) desde la era Gaspart.
Laporta, aún con sus excesos, dio
amplios poderes a Txiqui Begiristain para tomar decisiones sobre
entrenadores y plantilla. Desde entonces, la secretaría técnica ha sido
el departamento dominante en la dirección deportiva del club. Las
campañas electorales del Barça en los últimos años se han centrado sobre
todo en quién sería el entrenador plenipotenciario bajo cada uno de los
candidatos.
El contraste institucional entre los dos equipos es claro. Por un
lado tenemos el Real Madrid, una institución politizada donde un cargo
electo sin conocimientos técnicos especializados se entromete
constantemente en el proceso de toma de decisiones del equipo.
Por otro
tenemos el FC Barcelona, un club donde sus dirigentes dejan que el
entrenador y la secretaría técnica decidan sobre altas, bajas y
fichajes, sin intervenir más allá de reemplazarles cuando las cosas no
salen del todo bien o buscarles substituto cuando se van. El segundo
modelo ha resultado ser más efectivo, una y otra vez, por motivos
obvios.
Todo esto os debería sonar familiar – no en vano, por esta página hemos señalado repetidamente que uno de los principales problemas de España es la excesiva politización de
la administración pública, y cómo esta colonización del sistema por
parte de los partidos empeora la calidad de nuestros gobiernos.
Hemos
citado este artículo de Victor Lapuente hasta la extenuación; reformar el
sector público para hacerlo más técnico y menos político debería ser
una de nuestras prioridades. La divergente trayectoria institucional del
Real Madrid y el FC Barcelona en los últimos años es un ejemplo sobre
por qué esta clase de decisiones sobre cómo se gobierna importan.
Dos comentarios finales. Primero, soy culé, así que este artículo es
lo más ventajista que he escrito nunca en Politikon. Segundo, el Barça
ha llegado a este diseño institucional un poco por casualidad, fruto de
las frecuentes crisis políticas de los últimos años.
Los “funcionarios”
han acabado gobernando el club un poco al estilo de la tercera república francesa y
su interminable carrusel de primeros ministros. Que sea involutario no
quiere decir que no funcione bien, pero falta por ver si la llegada de
un presidente fuerte en el futuro hace revertir el sistema a un
equilibrio politizado." (
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