"(...) A Umberto Eco, en 1942, cuando era un niño y vivía en un
pueblo cerca de Milán, le fascinaba tanto el régimen fascista que un día
ganó un premio de redacción sobre el tema ¿Debemos morir por la gloria de Mussolini y el destino inmortal de Italia? Era
listo y dijo que sí.
Muchos años después, en 1995, arropado por la fama
y el prestigio intelectual, escribió un artículo en el New York
Review of Books que tituló Ur-Fascism, y que hacía
referencia al fascismo primigenio, una anomalía que las democracias
contemporáneas no han podido erradicar de la práctica política.
Eco resumía en 14 puntos la estructura básica de este
protofascismo y el otro día, con motivo de una charla en el Ateneu
Barcelonès, los utilicé para demostrar que Trump cumple con todos ellos.
1. Tradicionalismo. El fascista se agarra a una verdad
nacional, original e inapelable, que marca los límites del pensamiento.
Trump, como buen fascista, glorifica una arcadia nacional a la que
promete “volver a hacer grande”.
2. Rechazo de la modernidad. No de la tecnología, pero sí
del espíritu de la Ilustración. El fascista ensalza el pasado y Trump
promete volver a los cincuenta del siglo XX, a la América blanca y
consumidora de los electrodomésticos made in USA.
3. Irracionalidad. Sin Ilustración y delimitado el marco
intelectual por la verdad absoluta, el fascista es un hombre de acción.
No hay que pensar, solo actuar. Trump no lee ni reflexiona. Promete
acciones de todo tipo y lo hace con un programa incoherente,
contradictorio y vengativo.
4. Pensamiento único. La discrepancia es traición. El
fascista desconfía del intelectual y Trump desconfía de la prensa
crítica, a la que llama deshonesta.
5. Racismo. Explotar el miedo a la diferencia. Si en los discursos de Trump sustituimos las palabras mexicanos y musulmanes por judíos, no estaremos muy lejos de la retórica nazi en la Alemania de 1934.
6. El fascista apela a la clase media, que se siente
marginada por el poder político, además de amenazada por la pujanza de
las clases inferiores, especialmente de los inmigrantes. Trump centró su
campaña en estas personas, la clase trabajadora blanca que teme perder
su identidad nacional, su parcela pequeñoburguesa en una geografía
cosmopolita y globalizada.
7. El fascista está obsesionado con las conspiraciones y
Trump, por ejemplo, insistió en que las elecciones estaban amañadas y
que sólo respetaría el resultado si ganaba.
8. El fascista explota la humillación del pueblo ante los
ricos y Trump, el multimillonario que ahora se ha rodeado de
financieros, criticó durante la campaña la avaricia de Wall Street, su
preeminencia en la Administración Obama.
9. El fascista lucha permanentemente contra enemigos
interiores y exteriores. Trump ha dado varios ejemplos de esta
belicosidad. Hace unos días aún insistía en que Hillary Clinton “es más
culpable que el demonio” por utilizar un servidor de correo privado
cuando fue secretaria de Estado.
10. Despotismo ilustrado. Todo para el pueblo pero
sin el pueblo. El fascista tiene todas las soluciones y el director
general Donald Trump anuncia: “Seré el más grande generador de empleo
que haya creado Dios”.
11. En el paraíso fascista todo el mundo es un héroe y
en la América de Trump cualquiera puede contribuir a su grandeza. Basta
con denunciar a un inmigrante sin papeles.
12. El fascista es machista y Trump pavonea de poder hacer lo que quiera con una mujer, incluso forzarla sexualmente.
13.Al fascismo le va la masa, no el individuo. No hay
ciudadanía, solo pueblo. Trump, por ejemplo, se niega a publicar la
declaración de la renta porque “sólo interesa a la prensa, no al
pueblo”. El Estado de derecho y las libertades individuales son un
concepto relativo y siempre negociable en el imaginario político de
Trump.
14. El fascista utiliza un vocabulario pobre y una
sintaxis elemental para impedir el razonamiento complejo y crítico.
Trump se comunica por tuits hostiles, indecentes y falsos, que muchos
toman por verdaderos y reveladores.
La ceremonia del próximo viernes, con Trump jurando con
solemnidad que respetará y hará respetar la Constitución, será la
primera prueba contra la resistencia de las instituciones de la
república. ¿Aguantarán? Esta es la gran incógnita y la gran amenaza que
hoy nadie puede responder."
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