"(...) “La socialdemocracia ha muerto, fagocitada por la lógica implacable del
neoliberalismo”, defienden los autores entre las ideas centrales del
texto. Se basan en que el capitalismo, en su estadio actual, no admite
ningún tipo de redistribución; y para ello, ponen la vista en la
experiencia de Syriza, de la que han de aprender los pueblos de la
periferia europea.
“Hay que superar la etapa reformista respecto a la
UE”, concluyen. Otro eje del libro es la apuesta por la Soberanía
Reproductiva, con el fin de cubrir las necesidades humanas básicas.
Actualmente, los procesos de reproducción de la vida se hallan relegados
al ámbito doméstico, y los desempeñan básicamente las mujeres. (...)
El texto define la Soberanía Reproductiva como un “proceso de
transformación social”, en el que se despliegan las diferentes
soberanías (energética, alimentaria, cultural, residencial y sanitaria) y
las relaciona entre sí. (...)
El índice de Gini (medidor de las desigualdades) pasó en el estado
español del 31,9 en 2007 al 34,6, mientras que en la UE-27 se mantuvo
prácticamente estable, resalta el libro “Sobiranies. Una proposta contra
el capitalisme”. El índice S80/20 aplicado a Cataluña constata la misma
tendencia a los desequilibrios sociales. En 2015, el 20% de la
población catalana con rentas más altas, sextuplicaba los ingresos del
20% con menores recursos.
¿Y en cuanto al porvenir? La obra
colectiva se hace eco de un artículo, titulado “La turbulencia global
que viene”, publicado por el economista británico Michael Roberts en la
revista Sin Permiso (octubre de 2016).
Roberts señala que, desde 2012,
según el Banco Mundial, el crecimiento del volumen del comercio mundial
fue menos de la mitad que en las tres décadas anteriores. UNCTAD
(organización de Naciones Unidas que sigue la economía de los países del
Sur) sostenía en 2016 que el mundo “está a punto de entrar en una
tercera fase de la crisis financiera”.
Agrega que muchos países del Sur
han visto aumentar los desequilibrios respecto a las economías más
ricas, si se compara con los años 80 del siglo XX. Y ello, destaca
UNCTAD, pese a la apertura de los países llamados en vías de desarrollo a
los capitales transnacionales. Por otro lado, un informe de la
consultora estratégica global McKinsey destaca que, tras la caída del
PIB mundial provocado por la crisis de 2008, “la resaca se ha mantenido y
muchos países luchan con recuperaciones inesperadamente débiles”.
Ante tales perspectivas, los 14 autores proponen un avance hacia modos
de propiedad comunal, cooperativa, municipal y estatal; que no sean
explotadoras, patriarcales ni depredadoras de la naturaleza; fórmulas
redistributivas fundamentadas en el derecho a una vida plena; y la toma
de decisiones democráticas, no jerárquicas ni despóticas, que pueden
resumirse en el “mandar obedeciendo”, del movimiento zapatista.
El texto
defiende una sociedad solidaria, en la que tal como subraya el
economista estadounidense Michael Lebowitz, autor de “Más allá del
capital” y “La alternativa socialista. El verdadero desarrollo humano”,
la producción priorice no las necesidades propias sino las del prójimo.
Este autor marxista, uno de los referentes del libro, considera la
producción cooperativa “una gran victoria”; y apuesta por un nuevo
sentido común en el que la condición para el desarrollo libre de cada
persona, sea el libre desarrollo de la comunidad. El razonamiento se
completa con el viejo ideal proclamado por Marx en el Programa de Gotha
(1875): cada persona recibe según su necesidad y aporta según sus
posibilidades. (...)
el libro plantea la recuperación de la soberanía energética (en
Cataluña Iberdrola y Endesa concentran el 76% de la potencia instalada
para la generación de electricidad), incluida una auditoría ciudadana
del actual sistema.
La idea capital apunta a una transición desde las
energías “sucias” a las renovables, “proceso que ya está en marcha”,
sostienen los autores. La cooperativa Som Energia, comercializadora con
fuerte participación de los socios, constituye uno de los ejemplos de
consumo eficiente.
La reflexión publicada por Espai Fàbrica
desciende a la propuesta concreta. El capítulo sobre la soberanía
alimentaria recuerda que en el ámbito de Països Catalans existen cerca
de 210.000 hectáreas de superficie agraria útil (10% del total) en manos
de las administraciones públicas, lo que ofrece diferentes
posibilidades. Por ejemplo, liberar tierras para el uso de los
labradores agroecológicos y la población con menos recursos.
En el caso
de las fincas agrarias en desuso durante un largo periodo, el texto
plantea la opción de que los municipios impongan gravámenes. Numerosas
iniciativas trabajan día a día en la recuperación de la soberanía, como
la Xarxa de Graners, que lleva más de una década en el empeño de crear
una red local y autogestionada de graneros, y para el intercambio de
información y semillas; o la Associació de Menjadors Ecològics, que
funciona en Cataluña desde 2013.
En cuanto a la soberanía
residencial, se plantean iniciativas como la expropiación de solares o
viviendas vacías para fomentar su ocupación; y, con el fin de que el
derecho a la vivienda deje de estar en manos de bancos privados, se
apuesta por crear una banca pública complementada con cooperativas
solidarias, uno de cuyos ejemplos es Coop57.
El libro se apoya en los
datos de la Taula del Tercer Sector: en Cataluña existen 450.000
viviendas vacías (100.000 en manos de las entidades financieras). En el
ámbito de la soberanía cultural se pone como ejemplo la sustitución de
patrocinios empresariales (BBVA, Damm, Airbnb y otros) por la gestión
comunitaria.
La formación en los espacios no académicos y la relación
“vertical” entre educadores y alumnos ya se planteó en los proyectos de
animación sociocultural en Barcelona, en el final de los años 70 y el
inicio de los 80; y en los centros sociales y difusión de la cultura
crítica." (Enric Llopis
, Rebelión, 19/06/17)
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