"Los aportes revolucionarios de Guy Debord, situacionista
Guy Ernest Debord (1927-1994) fue el artista, filósofo
y político radical francés, participante del grupo vanguardista de la
Internacional Letrista conformado desde 1952 por un pequeño grupo de
artistas y escritores que entre 1954 y 1957 publicaron el implacable
Boletín Potlatch.
Guy Debord –como se le conoció
desde entonces– fue promotor-constructor en 1957 de otra agrupación
disidente que se llamó la Internacional Situacionista (o I.S.). La
Internacional Situacionista (I.S.) fue producto de la fusión en 1957 de
aquella Internacional Letrista con el comité de Psicogeografía, con el
movimiento artístico “Cobra” y con el Movimiento Internacional por un
Bauhaus Imaginista, todos ellos movimientos europeos contestatarios
dentro de las artes, surgidos en los años 50 del siglo XX.
La I.S. duró
15 años vigente, o sea desde 1957 hasta 1972 cuando se disolvió. De 1957
a 1969 se publicaron 12 números en francés de su revista
teórica-política La Internacional Situacionista, siendo Guy Debord su director y editor
Guy Debord si viviera estaría cumpliendo 90 años en
este 2017 y si la I.S. hubiera continuado estaría cumpliendo 60 años.
Diez años después de la creación de la Internacional Situacionsita, en
1967 (hace 50 años), Guy Debord publicó un ensayo crítico muy influyente
en los movimientos juveniles, socio-culturales y revolucionarios de la
época (particularmente en el mayo francés de 1968) titulado La Sociedad del Espectáculo. En 1993 Guy Debord le aclara a un detractor que él no creó a ésta, sino que la teorizó críticamente. (...)
La importancia del libro La sociedad del Espectáculo
es que capta, precisamente, el desarrollo dialéctico y contradictorio
de la reificación mercantil de las relaciones sociales, de las prácticas
cotidianas de los sujetos y de las actividades productivas y de ocio,
apuntalada por los crecimientos de los mass media, de la tecnologización y del consumismo idiotizador
en la sociedad moderna de esa época; presentándose dicha sociedad como
representación espectacularizada de la vida social y privada (de la vida
cotidiana en su conjunto).
Pero no sólo, sino que –desde nuestro punto
de vista– dicha obra es premonitoria y da claves centrales de que dicho
desarrollo enajenador se instalaría posmodernamente para desbocarse y
mutar a cibersociedad y cibercultura a partir del avance de las llamadas
tercera revolución (microelectrónica) y ahora la cuarta (inteligencia
artificial) revolución tecnoindustrial capitalistas.
Así tenemos que en
el siglo XXI ya no únicamente se trata de la espectacularización
adormecedora de las conciencias y de las prácticas de la “sociedad del
espectáculo”, sino ahora del cibersometimiento global del ciclo
económico-social-cultural de la corporeidad humana, convirtiéndose en el
“ciberespectáculo como sociedad”.
La obra de Guy Debord de 1967, tiene una addenda que Debord escribió en 1988 llamada Comentarios sobre la sociedad del espectáculo donde señala que:
En 1967 distinguí dos formas sucesivas y rivales del
poder espectacular, la concentrada y la difusa. Una y otra planeaban por
encima de la sociedad real como su meta y su mentira. La primera que
colocaba en un primer plano la ideología resumida en torno a una
personalidad dictatorial, había acompañado la contrarrevolución
totalitaria, tanto la nazi como la estalinista.
La otra que incitaba a
los asalariados a escoger libremente entre una gran variedad de
mercancías nuevas que rivalizaban unas con otras. Desde entonces se ha
venido constituyendo una tercera forma, por la combinación equilibrada
de las dos precedentes y sobre la base general del triunfo de la que se
habría mostrado más fuerte, la forma difusa.
Se trata de lo espectacular integrado, que hoy tiende a imponerse en el mundo entero (2003:16).
Este «espectacular integrado», abarca las técnicas,
las tecnologías, las relaciones y las formas de la llamada industria
cultural de “masas” que se desarrollan a partir de las producciones,
circulaciones, distribuciones y consumos mercantiles sofisticados,
constituido, según Debord, como tal desde finales de los 80 y principios
de los 90.
Justo, dice el parisino Guy Debord, en su escrito de 1993
(una especie de aclaración final, antes de suicidarse en 1994, de sus
actitudes y decisiones en su vida personal y pública) que la sociedad
(porque abarca desde el Estado, los gobiernos, los consumos y la vida
cotidiana) del «espectáculo integrado» se manifiesta –con la caída del
muro de Berlín y la disolución de la URSS– como modernización de la
sociedad del espectáculo (1991) para “teledirigir sin réplica un mundo
consensualmente unificado dentro de la ilusión” (2009: 25).
Es decir,
que lo espectacular integrado es lo globalmente “integrado” bajo el gestell
totalitario capitalista comandado por la cibernetización avanzada y
esto, creemos, es lo que se impone ahora como ciberespectáculo o mejor
dicho, como cibercapitalismo “espectacular” (Adame, 2004).
Guy Debord construye su ya clásico ensayo La sociedad del espectáculo
a manera de Tesis, en total son 221, en donde cada una de ellas es una
cápsula reflexiva crítica a partir del despliegue y generalización de la
categoría nodal y constitutiva de espectáculo.
Para demostrar su vigencia transmutadora a continuación voy a sintetizar
las 12 primeras de ellas (Debord, 2002: 37-42), haciendo a punto y
aparte, por lo que a nosotros toca, una re-actualización y una
futurización para ilustrar la extensión del tránsito de la sociedad del
espectáculo al actual y futuro ciberespectáculo socio-económico-cultural
(Adame, 2004). Veamos:
Tesis 1. “La vida entera se presenta y se re-presenta como una inmensa acumulación de espectáculos”.
La vida personal y socioeconómica-cultural se presenta
y representa como una inmensa acumulación de ciber relaciones y por
tanto de ciber espectáculos.
Tesis 2. “Un pseudomundo aparte es objeto de la mera
contemplación, se trata de la especialización de las imágenes autónomas
del mundo”.
Un cibermundo empoderado es objeto y sujeto de
contemplación y se encarna, consta de dispositivos autonomizados
especializados y generalizados.
Tesis 3. “El espectáculo se presenta como la sociedad
misma, sin embargo ésta es la separación generalizada, por lo que
también el espectáculo es un sector de ella, es un instrumento de
seudo-unificación”.
El ciberespectáculo es la sociedad misma atomizada, y
es la parte, el todo y la totalidad de la sociedad capitalista
globalizada.
Tesis 4. “El espectáculo no es un conjunto de imágenes
sino una relación social entre las personas mediatizada por las
imágenes”.
El ciberespectáculo no es sólo el conjunto de
software, hardwares y pantallas, sino es una relación social y una
fuerza productiva que media entre las personas convertidas en ciborgs.
Tesis 5. “El espectáculo debe entenderse como una concepción del mundo hecha efectiva y objetivada”.
El ciber espectáculo debe entenderse y es efectiva y virtualmente un cibermundo realizado.
Tesis 6. “El espectáculo debe ser entendido como
totalidad de producción y de consumo de información, propaganda,
publicidad y diversiones, es resultado y proyecto de los capitalismos”.
El ciber espectáculo como gestell
totalitario es esencia, proyecto y re-producción del capitalismo global
dominante sobre el conjunto de la vida socio-económica y cultural.
Tesis 7. “La praxis social global esta escindida en
realidad e imagen y desde esa separación se erige el espectáculo en su
autonomía, pero como totalidad real contiene al espectáculo como si
fuera su finalidad. El espectáculo desde allí se constituye como
lenguaje con los signos de la producción imperante que son la finalidad
de tal producción”.
La praxis social global se ha ciborguizado (dominio
global e íntimo de las cibertecnologías) y por tanto la ciborguización
(la subsunción de la corporalidades a dichas cibertecnologías) domina a
través de los ciberespectáculos, ésta se instaura como premisa y como
finalidad. La ciborguización (Adame, 2004) capitalista está hecha de
ciberlenguajes compuestos de ciberalgoritmos y ciberchips, son los
cibersignos materiales y semióticos de la producción y reproducción
capitalista.
Tesis 8. “El espectáculo que invierte a lo real y a la
actividad social efectiva es efectivamente producido en cuanto realidad
que se halla en cuanto experimentada invadida por la contemplación del
espectáculo que así refrenda su orden doblemente alienado: la realidad
surge en el espectáculo, y el espectáculo es real; esta alienación es la
esencia y el sustento de la sociedad actual”.
El ciber espectáculo es lo real y manipula y modifica
lo real en cuanto realidad capitalista vivida e invasora del todo
socio-económico-cultural, así refrenda su poder alienador y
subordinador: el ciberespectáculo o la realidad vivida y virtualizada
espectacularmente crea la realidad y a lo real; este poder es la
esencia, la apariencia y el fundamento de la sociedad actual y futura.
Tesis 9. “En el mundo realmente invertido, lo verdadero es un momento de lo falso”.
En el mundo realmente y ciberdigitalmente invertido, lo verdadero no existe: todo es falso.
Tesis 10. “El espectáculo es la apariencia socialmente
organizada, o sea la afirmación de la apariencia y la afirmación de la
vida humana como simple apariencia. La crítica al espectáculo lo
descubre como la negación de la vida que se ha vuelto visible”
El ciber espectáculo es la realidad y la apariencia
que afirma la vida humana como ciborguización. La crítica al ciber
espectáculo lo devela como una negación total de la vida que se esfuma
como vida humana y que son necesarias de rescatar y de revolucionar
humanamente.
Tesis 11. “En el análisis del espectáculo, de su
formación, sus funciones y sus fuerzas disolventes, se descubre que éste
es la expresión y el sentido de la práctica total de la formación
económico-social en el tiempo histórico que estamos viviendo”.
En el análisis crítico del ciber espectáculo, de su
formación, su funcionamiento y sus poderes, descubrimos que actúa
medularmente en la subsunción del tiempo-espacio histórico y del
cuerpo-mente de la práctica total del modo de producción capitalista.
Tesis 12. “El espectáculo se presenta como aceptación pasiva del monopolio de las apariencias”.
El ciber espectáculo se encarna como la aceptación
pasiva-gustosa e interactiva con las pantallas y con todos los arsenales
cibertecnológicos que se nutren de esa aceptación.
Tesis 13. “El carácter tautológico del espectáculo
reside en que sus medios son al mismo tiempo su fin, recubre toda la
superficie del mundo y se apoya en el imperio de la pasividad”.
El carácter totalitario del ciberespectáculo reside en
que crea y recrea las premisas, los medios y los fines, recubriendo la
superficie, las entrañas y la atmósfera del cibercapitalismo y se apoya
en la subsunción del consumo bajo el capital.
Tesis 14. “La sociedad industrial moderna es en la
imagen económica reinante fundamentalmente espectacularista en su
desarrollo hacia sí misma”.
La cibersociedad industrial moderna es en sus
fundamentos económicos reinantes globalmente ciber espectacularista como
ciberdesarrollo que lo totaliza todo.
Tesis 15. “El espectáculo es la principal producción de la sociedad actual con la multitud creciente de imágenes-objetos”.
El ciber espectáculo es la principal producción de la
ciber sociedad con la multitud creciente de millones gadgets,
dispositivos y autómatas.
Tesis 16. “El espectáculo es el sometimiento de los
seres sometidos ya totalmente a la economía capitalista que se
desarrolla por sí sola”.
En suma, podríamos decir que el ciber espectáculo es
el sometimiento total de los seres humanos y su mundo al
cibercapitalismo que empuja contradictoria y destructivamente hacia el
automatismo y la automatización global. En efecto, esa tendencia
dialéctica la vislumbró Guy Debord en un ensayo de 1971 que tituló “El
planeta enfermo”:
La época que posee todos los medios técnicos para
alterar totalmente las condiciones de vida sobre la tierra es también la
época que, en virtud del mismo desarrollo técnico y científico
separado, dispone de todos los medios de control y previsión
matemáticamente indudable para medir por adelantado a dónde lleva –y
hacia qué fecha– el crecimiento automático de las fuerzas productivas
alienadas de la sociedad de clases: es decir, para medir el rápido
deterioro de las condiciones mismas de la supervivencia, en el sentido
más general y más trivial de la palabra (2006. 76).
Así, más adelante concluye que: “El capitalismo ha
aportado finalmente, por su propio movimiento, la prueba de que ya no es
capaz de seguir desarrollando las fuerzas productivas, y no en un
sentido cuantitativo, como muchos habían creído entender, sino cualitativo”
(p. 79). Por ello es que Debord cataloga a la sociedad capitalista
moderna de la representación espectacular, no sólo como conservadora y
alienada, sino como enferma, llena de nocividades y de riesgos actuales como las técnicas de la guerra termonuclear y su “espectáculo amenazador”.
Premonitoriamente también en el terreno ecológico,
respecto de los tiempos pre-apocalípticos de hoy día, se trata para el
situacionista Debord de una sociedad desvitalizadora y que está poniendo
en peligro las bases frágiles de la vida humana y del planeta: “La
producción de la no-vida ha seguido con cada vez mayor rapidez su
proceso lineal y acumulativo; ahora ha traspasado un último umbral de su
progreso y está produciendo directamente la muerte” (Debord, 2006: 82).
Me parece importante concluir este texto conmemorador
de las posturas históricas de Debord, destacando sus planteamientos
alternativos revolucionarios ante el desastre espectacular, que fueron
hasta antes de su suicidio, siempre consecuentes con el programa
revolucionario situacionista autogestivo de los sesenta; aunque al final
de su vida su vehemencia y su esperanza menguaron pero sin que llegara a
claudicar de sus ideas y de sus acciones.
En 1993, un año antes de morir, se autoreivindicó
afirmando que: “Sin duda hice lo que debía, pensaba lo contrario de lo
que pensaba casi todo el mundo sobre casi todo, y logré decirlo de forma
bastante pública; la catástrofe anunciada de toda una sociedad demostró
después que no me faltaba lucidez […]. He sido alérgico a los métodos
de alteración de los sentidos fabricados por la industria de épocas
recientes” (Debord, 2011:11 y 13).
Así pues, en 1971 enfatizaba con entusiasmo que la
verdadera “lucha contra la contaminación” no puede convertirse en
voluntad real sino “transformando el sistema productivo actual en sus
raíces mismas, ni puede llevarse a cabo con firmeza sino en el instante
en que todas las decisiones, tomadas democráticamente y con pleno
conocimiento de causa por los productores mismos (los buques petroleros,
por ejemplo, seguirán infaliblemente vertiendo el petróleo en los mares
hasta que no manden en ellos unos verdaderos soviets de marineros).
Para decidir y ejecutar todo eso, hace falta que los productores se
hagan adultos: hace falta que se hagan con el poder entre todos”
(Debord, 2006: 87).
Sin embargo, a pesar de reconocer que después de la
década de los sesenta y especialmente del 68, se había instalado en las
relaciones intersubjetivas un miedo generalizado, la manera de superarlo
–dijo– es “confiándonos a nuestras propias fuerzas, a nuestra capacidad
de destruir toda alienación existente y toda imagen de poder que se nos
haya escapado, sometiéndolo todo al único poder
de los consejos de trabajadores que posean y reconstruyan a cada
instante la totalidad del mundo; es decir, a la racionalidad verdadera, a
una nueva legitimidad” (Debord, 2006: 86).
De tal manera que para el
situacionista Guy Debord, la última consigna y alternativa a la vez
rebelde y científica de nuestros tiempos es: «revolución o muerte». (Miguel Ángel Adame Cerón , Rebelión, 30/12/17)
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