"(...) Se acaba de publicar la
primera parte de sus memorias. El libro empieza con su experiencia de la
infancia marcada por la guerra: es hijo de un comunista, asesinado por
los fascistas, mientras que su hermano mayor muere como voluntario
fascista en los últimos años de la guerra en Italia.
Es decir, una vida
que comienza marcada por el dolor de la guerra, y el sacrificio de su
hermano por una idea trascendente de patria y nación. ¿Qué nos puede
decir esa experiencia –la de los últimos coletazos del nazifascismo en
Italia– sobre el fascismo que pueda venir?
Es difícil trasladar las experiencias infantiles de
una persona a una perspectiva racional sobre el futuro, porque al
hacerlo las explicamos como se explica una pesadilla, que es lo que
experimento si trato de considerar hoy el fascismo bajo esa luz.
Prefiero más bien pensar el fascismo en términos racionales, es decir,
intentando entender lo que ha sido siempre: el poder de una clase de
patronos, de una clase de capitanes de industria y de las finanzas para
reprimir y bloquear la lucha de clases. Para mí el fascismo fue esto.
Hoy de aquella experiencia, después de más de ochenta años de vida, me
queda fundamentalmente la pesadilla de una cosa que ha de ser rechazada
hasta el fondo.
En el libro hablo por primera vez de mi hermano, que
murió por rechazar la guerra civil diciendo que se marchaba a defender
la patria contra la invasión aliada en vez de quedarse en casa, donde
–en los meses inmediatamente posteriores– habría tenido que enfrentarse
en la guerra civil que comenzó en Italia –lo que hoy en Italia se llama
la Guerra de Resistencia, pero que fue en realidad una guerra civil–.
Nunca había hablado de la historia de mi hermano Enrico hasta bien
cumplidos los ochenta años. En esos setenta años de silencio se
encuentra la dureza de pensar el fascismo. (...)"
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