1/10/19

Fusaro: la izquierda usa el antifascismo como una excusa para adherirse completamente al fascismo de la civilización del consumo, a la porra invisible de la economía de mercado. Estoy pensando en el caso francés donde las izquierdas forman un frente único antifascista contra Le Pen para aceptar totalmente el fascismo de los mercados y de la élite financiera de Rothschild, representada por el liberal Macron...

"Es evidente que el tema del antifascismo es absolutamente decisivo. Me gustaría resumir la cuestión de la manera siguiente: en los tiempos de Gramsci o de Gobetti, limitándonos al contexto italiano, el antifascismo era imprescindible y fundamental, estaba, al menos en Gramsci, en función comunista, patriótica y opositora al capitalismo. 

El problema, sin embargo, se da cuando el antifascismo continúa desarrollándose en ausencia del fascismo o, más precisamente, cuando el fascismo, si con esta expresión nos referimos genéricamente al poder, cambia de rostro.

Entonces, desde Gramsci tenemos que pasar a Pasolini para entender la cuestión. Pasolini en los años 70 había comprendido perfectamente que el nuevo rostro del poder ya no era el clérico-fascista, sino el permisivo, consumista, hedonista. Pasolini decía que el 'antifascismo arqueológico' era una coartada muy cómoda, que permitía, sin demasiado esfuerzo, luchar contra el poder fascista, que ya no existía, y no tomar posición respecto al nuevo rostro del poder: el poder consumista y hedonista. Esta era la función estratégica del antifascismo en ausencia del fascismo, si queremos decirlo así.

En cuanto a los jóvenes grupos fascistas, Pasolini, en los 'Escritos corsarios' afirmaba que "son paleofascistas y, por lo tanto, no son fascistas". ¿En qué sentido? En el sentido de que el nuevo fascismo era el de la civilización consumista, un fascismo aún más totalitario que el anterior, un fascismo que conquistaba las almas, mientras que el viejo fascismo, en cambio, creaba una disociación entre las almas y los cuerpos; uno llevaba el uniforme fascista, pero luego, cuando se lo quitaba el fascismo no había afectado el alma, la gente seguía pensando libremente, siendo quizás antifascistas en el alma. 

En cambio, el nuevo fascismo del consumismo, decía Pasolini, es un fascismo realmente totalitario porque coloniza las almas y no permite que sobreviva la disociación entre el uniforme y el corazón, si queremos llamarla así.

Yo creo, en los pasos de Pasolini, que hoy en día una gran parte de las izquierdas ya no son rojas sino fucsias, ya no son la hoz y el martillo, sino el arco iris, usan el antifascismo en ausencia del fascismo como una coartada para no ser anticapitalista en presencia del capitalismo. 

De hecho, una gran parte de las izquierdas, que han pasado del internacionalismo proletario al cosmopolitismo liberal, son verdadera y totalmente capitalistas, su programa es el de la 'sociedad abierta' capitalista: apertura ilimitada de lo real y lo simbólico, libre circulación de las mercancías y de las personas, modernización avanzada y, por lo tanto, lucha contra todo lo que se opone a la modernización capitalista, tachado de 'fascista', 'regresivo' y 'antimoderno'.

 De modo que las izquierdas, que ya no defienden las ideas de Gramsci y de Marx, sino que defienden directamente al capital, por lo menos la mayoría de ellas, deben mantener vivo el antifascismo para legitimarse a sí mismas, para que la contradicción no sea evidente; es decir, el hecho de que las izquierdas sean antifascistas ahora que ya no existe el fascismo y no anticapitalistas ahora que el capitalismo avanza más que nunca. 

Mejor dicho, usan el antifascismo como una excusa para adherirse completamente al fascismo de la civilización del consumo, a la porra invisible de la economía de mercado. Estoy pensando en el caso francés donde las izquierdas forman un frente único en función antifascista contra Le Pen para aceptar totalmente el fascismo de los mercados y de la élite financiera Rothschild, representada por el liberal Macron.

 Este es el primer punto fundamental, si el antifascismo era un tema imprescindible en los tiempos de Gramsci hoy se transforma en una coartada para aceptar el cosmopolitismo liberal, por lo tanto, el verdadero antifascismo hoy en día, es el anticapitalismo radical de quienes aún no han vendido el corazón y la cabeza al capitalismo dominante.(...)"

(Diego Fusaro es filosofo, escritor y ensayista marxista italiano, El Confidencial, 07/07/19)

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