"(...) Dada tu experiencia dentro y fuera del gobierno, ¿crees que hay una tensión fundamental entre capitalismo y democracia?
Sí.
Compara el carácter de una elección democrática con una reunión general
de accionistas de una corporación privada. Ambas son elecciones, pero
en el proceso democrático, el “una persona, un voto” se aplica, mientras
que en el proceso corporativo tú tienes un voto por cada acción, en
esencia, una estructura de votación basada en la riqueza.
Mis compañeros
economistas, especialmente los verdaderos creyentes en los mercados
libres, aman retratar al mercado como un mecanismo de voto. Esto es
cierto si cada vez que compras un yogurt estuvieras votando a favor de
esa marca. Lo mismo se aplica cuando compras un Ford en oposición a un
Volkswagen. El que tiene más dinero emite más votos.
Así que si
piensas que el capitalismo es un mecanismo de votación, es uno
antidemocrático, en el sentido de que el dinero determina el poder. La
evolución del capitalismo en las últimas décadas es una historia de la
constante transferencia de poder a los ricos, incluido el poder de tomar
decisiones que afectan a la distribución de ingresos.
Con el
tiempo, el poder ha sido redistribuido desde la esfera política a la
esfera económica. Hasta comienzos del siglo XVIII, no había diferencia
entre esas esferas. Si tú eras rey o barón eras también rico. Y si eras
rico, pertenecías a la nobleza. Con el ascenso del capitalismo, un
pequeño comerciante podía convertirse en poderoso económicamente. A
medida que la separación entre lo político y lo económico se desarrolló,
se transfirió gradualmente el poder al último.
Lo que ahora llamamos
democracia no es democracia real, dada la influencia creciente del poder
económico. Desde luego, el derecho al voto se ha extendido a todos los
hombres (antes solo los terratenientes), a las mujeres y a los negros.
Pero no ha habido un proceso de democratización paralelo en la esfera
económica, donde el poder se ha convertido en menos inclusivo y cada vez
más concentrado.
De la década de 1870 a la de 1920, la democracia
devino gradualmente debilitada a medida que el mundo empresarial –una
zona libre de democracia– emergió. Desde el final del sistema de Bretton
Woods en los setenta, el poder ha emigrado a las finanzas. Goldman
Sachs, repentinamente, llegó a ser más importante que Ford, General
Motors o General Electric. Incluso empresas como Apple y Google están
cada vez más financiarizadas. Apple, por ejemplo, se sitúa en cientos de
miles de millones de dólares y está operando más como un financiero que
como un productor de iPhones.
Esta dinámica garantiza que cuando
votamos, un acto de celebración de la democracia, estamos participando
en una esfera que ha sido totalmente desempoderada. El capitalismo se
basa en frustrar la democracia, incluso cuando el velo democrático
continúa en legitimar el sistema predominante. (...)" (Yanis Varoufakis, Sin Permiso, 22/12/19)
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