"(...) ¿Acaso el concepto miserable de sororidad como fraternidad
restringida según el sexo, no es un calco de otros tipos de
solidaridades como la de Europa Aria o “los españoles primero”? Lo
confieso, cuando escuché por primera vez hablar en serio del término con
el que jugueteó Unamuno (quien le haya leído lo entenderá) me entró una
repugnancia visceral.
Es la prostitución de uno de los ideales más
hermosos infundados en lo que de un modo muy amplio podemos entender
como izquierda: la hermandad universal. Para mí fue una clara
revelación, cuando leía los argumentos para no sentirse incluidas en el
ideal revolucionario de la fraternité y acuñar un nuevo término
(en realidad, traducir lo que les dictan desde los campus gringos) de
generalidad acotada según un rasgo fisiológico.
Con la canallada de la sorority
se confirmó mi sospecha de que estaban queriendo sustituir el
pensamiento de izquierda con un discurso reaccionario, maquillado para
facilitar su digestión por las cabecitas huecas que no ven de las
personas y de las ideas más que la apariencia.
Y aquí estamos, con la sororidad, el orgullo español, el white
power/black power o la hermandad musulmana en la umma, compartimentando
la humanidad como ideología de éxito que se aprovecha de nuestros bajos,
animales, instintos (el tribalismo, integrarnos en un grupo para
enfrentarnos a otro es un poderoso impulso inscrito en nuestro genoma,
como en el del resto de primates).(...)" (La Mirada del mendigo, 22/01/20)
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