"Érase una vez que... ¡Oh, maravilla! De repente, vendían
platos que no se rompían; botas que no se mojaban; y alfombras que no se
manchaban nunca. Hoy sabemos que, por eso mismo, los plásticos con que
se fabricaban tampoco desaparecerán nunca de nuestro medio ni de nuestro
cuerpo.
Niñas de 8 años que han ingerido esos plásticos, como el BPA,
sufren una pubertad prematura. Otros ensayos demuestran que el PFOA, que
mantiene limpia la alfombra para siempre, intoxica, para siempre
también, nuestro hígado.
Por eso, hemos de fabricar pensando no sólo lo
útil que es hoy un producto, sino cómo será dentro de 50 años. Y volver a
admitir que los vasos se rompen, las botas se mojan y las alfombras se
manchan si queremos que nuestros cuerpos estén más limpios.
¿Sabe cuál fue mi regalo de boda?
¿Un viaje al Caribe?
Un juego completo de vajilla y cubertería. ¡De plástico! Me encantó.
Era más moderno que el de plata y nos parecía que podía ser igual de
duradero.
Hoy sería un regalo insultante.
Y entonces no sabíamos que era un problema, porque esos plásticos son
demasiado duraderos. Tanto que se quedan en nuestra sangre y en nuestro
cuerpo durante toda nuestra vida hasta perjudicarnos.
¿Cuánto tardamos en eliminarlos?
No los eliminamos. Si analizamos lo que usted o cualquiera excretamos
en el lavabo, encontraremos miles de partículas de residuos plásticos.
¿Y por qué eso es tan malo?
Muchos tipos de esos plásticos los hemos testado en personas y
sabemos que lo son; pero la mayor parte de esos plásticos son sustancias
artificiales que hemos creado en laboratorios y no se encuentran en la
naturaleza. Son un peligro.
¿Habla usted del PVC de muchas botellas?
Es uno de ellos. Hasta 1970 no nos dimos cuenta en los laboratorios
de salud pública de que nos perjudicaban y logramos que se prohibiera su
fabricación, pero todavía portamos o convivimos con el 70% de los que
se fabricaron antes.
¿Es la peor amenaza tóxica que sufrimos?
Ojalá. En realidad, son menos preocupantes que otros compuestos que se fabricaron después, como los polifluorados.
¿Por qué?
Porque el PVC se degrada y desaparece lentamente; pero otros muchos
que fabricamos, como los polifluorados, por ejemplo, no desaparecen
nunca de nosotros ni del medio ambiente.
¿Cómo llegamos a fabricar eso?
El PFOA, ácido perfluorooctanoico, tiene moléculas de fluorina. La
fluorina no es orgánica; es decir, sus átomos no se unen a los de
carbono excepto en los dientes. Pero no confundamos ese proceso con la
fluorización del agua potable o las pastas dentífricas.
Nada que ver.
¿Para qué sirven entonces?
Servían para gran variedad de usos industriales que acaban en vestidos, calzados, utensilios...
Por ejemplo.
¿Hace usted montañismo?
Yo pensaba que eso era salud.
Y lo es, pero también es probable que sus botas de montaña, el
impermeable y los objetos de camping estén cubiertos con compuestos de
PFOA. Si hoy mismo va a comprarse un equipo de hiking o una nueva
alfombra, lo más habitual es que hayan sido impermeabilizados con una
capa de esos aislantes de PFOA.
Es estupendo cruzar un charco con esas botas impermeabilizadas y no mojarse.
Pero no es natural. Tampoco es natural que una alfombra no se manche.
El milagro del PFOA que repele las manchas o las botas con las que te
hundes en el agua y la nieve sin mojarte , en realidad, es una bomba de
relojería.
Pero todo dura más con esa protección.
Ese es el problema: que el PFOA jamás desaparece y se acumula hasta niveles en los que nos perjudican a todos.
¿Cuáles? ¿Cuándo? ¿Qué daño nos harán?
Tras estudios con grupos de más de 70.000 personas, sabemos que se
han asociado con riesgo de cáncer, efectos en nuestro sistema hormonal,
hipertensión durante el embarazo, aumento del colesterol y grasas en
hígado y sangre y degradación del sistema inmune.
¿Alguna otra enfermedad en concreto?
Sabemos también que puede perjudicar el efecto preventivo de las
vacunas. Y no hablo de ensayos en ratas; hablo de ensayos en monos. Y ya
no sólo estamos analizando el PFOA, sino muchos otros compuestos que no
existían en la naturaleza hasta que los creamos y que no sabemos qué
efecto tendrán sobre ella y nuestros cuerpos; y menos a largo plazo,
aunque ya estamos comprobando que los hay tóxicos.
¿Cuáles de esos otros le preocupan?
Todos, pero hay otro ejemplo: el plástico con que se solían fabricar
la mayoría de vasos y platos que revolucionaron las cocinas.
¿Como los de su boda?
Exacto. No se rompen, pero ese es el problema: no podemos librarnos del material del que están hechos, el BPA (bisphenol-A).
Ni idea.
Pues está en todas partes desgraciadamente desde 1930. Fue
sintetizado por las farmacéuticas como estrógeno, pero enseguida se
hallaron otros mejores. Después se usó para endurecer los plásticos,
pero seguía siendo un estrógeno y tenía efectos sobre nuestras hormonas.
Y se usaba mucho para fabricar biberones.
¿Cuáles?
Entre otros, adelantaba la pubertad de las niñas y les hacía tener
pechos a los 8 años. Fue prohibido, pero aún sigue en nuestros cuerpos y
en el medio. Y hay otros muchos plásticos dañinos.
¿Cómo evitar volver a ingerirlos?
Aún no hemos aprendido a analizar antes de fabricar no sólo lo útil
que resultará un producto ahora, sino también si será un veneno dentro
de cincuenta años. Eso es lo que hay que hacer.
Eso sería una revolución del consumo.
Sería aceptar que una botella de vidrio si se cae al suelo se rompe; y
que una alfombra puede mancharse y que envolver el bocadillo con
plástico protege el bocadillo; pero tanto, que degrada para siempre el
planeta."
(Linda Birnbaum, toxicóloga, ha dirigido el Instituto de Salud Ambiental de EE. UU., La Vanguardia, 01/02/20)
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