"Desde el 6 de mayo han sido abundantes los debates, opiniones y noticias en torno al proyecto piloto que comenzó el 1 de enero de 2017 en Finlandia y que, como estaba previsto, terminó el pasado 31 de diciembre del año 2018.
Esta
vez, por suerte, la información que hemos podido leer en diversos
medios de comunicación y redes sociales no ha sido tan esperpéntica como
la que tuvimos durante todo el año 2018. En aquel entonces, la mayoría
de titulares afirmaban algo parecido a que Finlandia renunciaba al
experimento de Renta Básica cuando sabíamos que no era una renuncia,
sino que éste llegaba a su fin tal y como estaba previsto.
Es más, tuvo
que ser el Instituto de Seguridad Social finés encargado de la gestión y
evaluación del proyecto piloto, "KELA", quien ante las informaciones
falsas tuvo que publicar un comunicado oficial el 25 de abril de 2018
asegurando que había habido "informes incorrectos en los medios de
comunicación sobre el proyecto finlandés de renta básica incondicional.
El experimento se ejecutará hasta el final de 2018. Es decir, según lo
planeado desde un principio."
Pero vayamos al lío. Porque, una vez contamos con los resultados de dicho proyecto piloto de renta básica publicados por el Gobierno de Finlandia,
bien merecen un análisis. Dichos resultados son realmente importantes
ya que este experimento ha sido el primero a nivel mundial que se ha
realizado de forma nacional, tipificado por ley y basado en una muestra
aleatoria donde la participación era obligatoria y no voluntaria. Así,
podemos afirmar que las conclusiones obtenidas son más significativas si
las comparamos con otros proyectos hechos en el pasado y basados,
mayoritariamente, en la participación voluntaria.
El proyecto
piloto se basaba en un pago mensual de 560€ exentos de impuestos a 2.000
personas desempleadas de larga duración e independientemente de otras
posibles fuentes de renta que pudieran tener o de si buscaban empleo de
manera activa. Los beneficiarios de esta prestación fueron seleccionados
mediante un muestreo aleatorio entre todas las personas que en
noviembre de 2016 recibían alguna prestación por parte del Instituto de
Seguridad Social finés y se creó, a su vez, un grupo de control con
5.000 personas que, percibiendo alguna prestación, no fueron
seleccionadas para el proyecto.
A la hora de lanzar este
experimento, los mandatarios fineses querían responder a la pregunta de
si la incondicionalidad de una prestación permitiría aumentar la
empleabilidad de las personas o, en cambio, ésta se reduciría al dar
"dinero gratis" a las personas sin importar si éstas quieren trabajar de
forma remunerada o no. Sin embargo, bien es cierto que las conclusiones
que se han obtenido con este proyecto piloto son mucho más amplias y
satisfactorias.
Dejaremos las conclusiones sobre el empleo para el
final porque, sinceramente, creo que son las menos importantes en un
mundo donde frente al miedo es más necesario que nunca contraponer la
solidaridad, el bien común y los cuidados. Y ahí, la renta básica es un
pilar básico.
Los resultados nos muestran, en primer lugar, cómo
las personas que percibieron la renta básica consiguieron estar más
satisfechas con sus vidas y experimentar menos tensión mental,
depresión, tristeza y soledad. Es innegable que, muchas veces, detrás de
los problemas de salud mental está la inseguridad económica. Además,
las conclusiones exponen que las personas que recibieron la renta básica
también ofrecieron una percepción más positiva de las habilidades
cognitivas como la memoria, el aprendizaje o la capacidad de
concentración.
En segundo lugar, el proyecto piloto nos ha
demostrado que no solo aumenta la confianza que las personas perceptoras
de la renta básica tienen sobre su propio futuro y su capacidad de
influir en las cosas, sino que también incrementa la confianza que
tienen hacia otras personas y hacia las propias instituciones. Una
conclusión que, a priori, puede parecer lógica ya que los sistemas
universales, al no ser socialmente divisivos, permiten acrecentar el
sentido de pertenencia.
En tercer lugar, un conclusión que se
podría dar por supuesta pero que los datos empíricos la corroboran es
que la renta básica mejora la percepción sobre los ingresos y el
bienestar económico de las personas. No es de extrañar, ya que el hecho
de otorgar una renta sin condiciones ofrece una tranquilidad al
asegurarte que ésta no te será arrebatada por la realización errónea de
un trámite burocrático, por la no aceptación de un empleo basura o por
"no portarte bien" en las actividades de inserción obligatorias.
Y
finalmente, y dando respuesta a la pregunta inicial que se plantearon
las personas que diseñaron el proyecto piloto, toca hablar sobre si con
una renta básica las personas nos quedaríamos en casa sin contribuir al
sacrosanto Producto Interior Bruto. Y mira tú por dónde, ¡parece que no!
Es bien sabida la disposición de las personas a trabajar, siempre y
cuando el trabajo que hagamos tenga sentido y los resultados de este
proyecto piloto demuestran, una vez más, que la renta básica no sería
una herramienta para alimentar a un ejército de personas "vagas y
parásitas".
El 1 de enero del año 2018, en la mitad del experimento, el
Gobierno de Finlandia introdujo un modelo de "activación laboral" en los
sistemas de prestaciones condicionadas existentes aumentando el control
en éstas y reduciendo la cuantía percibida si los beneficiarios no
conseguían trabajar remuneradamente un número determinado de horas o no
seguían los procesos de inserción. Esta reforma ya no está en vigor,
pero sí afectó durante el segundo año del proyecto piloto a
aproximadamente dos tercios del grupo de control y a algo menos de la
mitad de las personas que percibían la renta básica (porque por encima
de la misma podían solicitar otro tipo de subsidios condicionados como
ayudas a la vivienda).
¿El resultado? Que con el proceso de activación
se amplió aún más la brecha entre el número de días que estuvieron
empleados las personas que percibían una renta básica respecto a las que
estaban en el grupo de control volviéndose, además, estadísticamente
significativa. Es decir, la incondicionalidad de la renta básica dio
como resultado una mayor participación en el mercado laboral en
comparación a los mayores controles que endurecieron la condicionalidad
del grupo de control (exactamente las personas con renta básica
estuvieron empleadas, de media, 6 días más al año que las personas del
grupo de control).
Vivimos en un mundo en que la mayoría de las políticas que se llevan a
cabo están dirigidas a aumentar nuestra riqueza en términos monetarios,
lo que tiene muchas consecuencias negativas a nivel ecológico. Esto
implica, por un lado, destruir nuestros ecosistemas para seguir
creciendo y, por otro lado, transformar a las personas en los engranajes
necesarios para que el mercado laboral fluya y la economía pueda crecer
ad eternum.
En la actualidad una vida digna solo la pueden
llevar aquellas personas que contribuyen al crecimiento del PIB, estando
incluso la mayoría de las rentas mínimas condicionadas a la creación de
capital humano y quedando todas las demás actividades que las personas
pueden encontrar significativas para sí mismas totalmente
invisibilizadas.
Por ello es necesario apostar por detener este
crecimiento eterno para reducir nuestra huella ecológica y poner la
economía al servicio de las personas situando los cuidados en el centro
de toda política pública. Porque, además de ser más democrático y más
justo, también mejoraría la calidad de vida de la ciudadanía al tener
más tiempo para sí a la vez que se disminuye la obsesión por el trabajo
remunerado.
Y el proyecto piloto de Finlandia nos ha demostrado que una
renta básica nos permite tener tiempo para realizar actividades que
realmente sean significativas para nosotros y nosotras y nos ofrece
nuevas oportunidades de participar en la sociedad. Algunas de las
personas que tomaron parte en este experimento eligieron hacerlo a
través del trabajo voluntario o de los cuidados. Quizá, cuando
entendamos que todo empleo es trabajo pero que el trabajo es mucho más
amplio que el empleo, consigamos visibilizar y valorar el trabajo más
allá del trabajo remunerado.
Lógicamente, estos son resultados
obtenidos de un proyecto piloto y los cuales debemos tratar con cuidado.
Sabemos de sobra que los proyectos piloto que se realizan sobre renta
básica tienen, al menos, 5 grandes limitaciones: la limitación en el
tiempo, una muestra sesgada no generalizable al total de la población,
nunca se podrá incluir en esta muestra personas que sean contribuyentes
netas al sistema, no es observable el efecto que una renta básica
pudiera tener sobre el mercado laboral y, finalmente, tiene efectos
impositivos nulos.
Por lo tanto, aun celebrando los resultados que
se han obtenido a través este experimento, en línea con los obtenidos a
lo largo y ancho del mundo en múltiples proyectos piloto, debemos ser
muy cuidadosos con ellos. Eso sí, cuando cada vez los datos son más
claros y nos demuestran (a través de proyectos piloto y encuestas) que
con una renta básica incondicional la gente no se quedaría en casa todo
el día delante de la televisión, a lo mejor va siendo hora de que cambie
la carga de la prueba hacia esos "gurús" que aseguran que recibir una
prestación incondicional nos llevaría a la vagancia más absoluta.
¡Reclamemos mayor libertad para decidir qué hacer con los trabajos de
mierda que nos ofrecen y a los que hoy estamos obligados a decir que sí
cuando en realidad quisiéramos decir que no!" (Julen Bollain
, Sin Permiso, 16/05/2020)
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