"(...) Pero el otro mensaje que Jay Powell quería subrayar ante su audiencia
de economistas es que esta aterradora depresión no es culpa del
capitalismo. Powell se esforzó en asegurar que la causa de la depresión
son el virus y los cierres y no la economía.
“La recesión actual es
única en su clase, ya que es atribuible al virus y a las medidas
adoptadas para limitar sus consecuencias. Esta vez, el problema no ha
sido la alta inflación. Ni la amenaza de que pinche una burbuja que
amenace la economía, ni que reviente un boom insostenible. La causa es
el virus, no los sospechosos habituales, algo que vale la pena tener en
cuenta en cómo respondemos».
Esta declaración me recordó lo que escribí a mediados de marzo,
cuando la Organización Mundial de la Salud declaró el virus una
pandemia. “Estoy seguro de que cuando termine este desastre, la teoría
económica dominante y las autoridades afirmarán que fue una crisis
exógena que no tiene nada que ver con defectos inherentes del modo de
producción capitalista y la estructura social de la sociedad.
Que la
culpa fue del virus». Mi reacción entonces fue recordar a los lectores
que “incluso antes de la pandemia, en la mayoría de las principales
economías capitalistas, tanto en el llamado mundo desarrollado como en
las economías ‘en desarrollo’ del ‘Sur Global’, la actividad económica
se estaba frenando, en algunas economías ya se estaba contrayendo la
producción y la inversión nacional, y otras muchas estaban a punto de
que les ocurriera lo mismo».
Después del comentario de Powell, volví a echar un vistazo a la tasa de
crecimiento del PIB real mundial desde el final de la Gran Recesión en
2009. Según los datos del FMI, se puede ver que la tendencia del
crecimiento anual era a la baja y en 2019 el crecimiento global fue el
más lento desde la Gran Recesión.
Así que la economía capitalista mundial ya estaba cayendo en una
recesión (prevista hace tiempo) antes de que estallara la pandemia de
coronavirus. ¿Por qué? Como Brian Green explicó en la discusión de You Tube que
tuve con él la semana pasada, la economía de EEUU ha estado inflando
una burbuja a base de crédito durante los últimos seis años, lo que
permitió que la economía creciera a pesar de la caída de la rentabilidad
y la inversión en la economía «real». Como dice Brian, «la salud
subyacente de la economía capitalista global era débil antes de la
plaga, pero estaba oculta por el dinero barato que generaban las
ganancias especulativas que retro-alimentaban la economía». (Para los
datos de Brian, ver su web aquí ).
En aquel debate, analicé la trayectoria de la rentabilidad del
capital a nivel mundial. Las Penn World Tables 9.1 proporcionan una
nueva serie llamada tasa interna de rendimiento del capital (TIR) para
todos los países del mundo desde 1950 hasta 2017. La TIR es un
indicador razonable de un cálculo marxista de la tasa de ganancia en
relación al capital fijo, aunque por supuesto no es lo mismo porque
excluye el capital variable y los inventarios de materias primas
(capital circulante) del denominador. A pesar de esa deficiencia, la TIR
nos permite considerar la tendencia y la trayectoria de la rentabilidad
de las economías capitalistas y compararlas entre sí a partir de una
base similar de valoración.
Si observamos la TIR de las siete principales economías capitalistas,
los países imperialistas, los G7, encontramos que la tasa de ganancia
en las principales economías alcanzó su punto máximo al final de la
llamada era ‘neoliberal’ a finales de la década de 1990. Hubo una
disminución significativa de la rentabilidad después de 2005 y luego una
caída durante la Gran Recesión, igualando los resultados de Brian para
el sector no financiero de los Estados Unidos. La recuperación desde el
fin de la Gran Recesión ha sido limitada y la rentabilidad se mantiene
cerca de los mínimos históricos.
La serie TIR solo llega hasta 2017. Sería posible extender estos
resultados a 2019 utilizando la base de datos AMECO que mide el
rendimiento neto del capital de manera similar a las tablas TIR de
Penn. No he tenido tiempo de hacerlo como de debe, pero una primera
ojeada sugiere que no ha habido un aumento de la rentabilidad desde 2017
y probablemente ha caído ligeramente hasta 2019. Por lo tanto, estos
resultados confirman los datos estadounidenses de Brian Green de que las
principales economías capitalistas eran ya débiles antes del golpe de
la pandemia.
En segundo lugar, también podemos llegar a esta impresión observando
las ganancias corporativas totales, no solo la rentabilidad. Brian
también lo hace para Estados Unidos y China. He intentado proyectar los
movimientos de las ganancias corporativas de EEUU y China a escala
global ponderando las ganancias corporativas (publicadas
trimestralmente) de una selección de las principales economías: EEUU,
Reino Unido, China, Canadá, Japón y Alemania. Estas economías
constituyen más del 50% del PIB mundial. Lo que revela esta proyección
es que las ganancias corporativas globales se habían estancado antes de
la pandemia. La ley de doble filo de la rentabilidad de Marx estaba actuando.
El mini boom de ganancias que comenzó a principios de 2016 alcanzó su
punto máximo a mediados de 2017 y retrocedió en 2018 hasta cero en
2019.
Eso me lleva a la conexión causal entre los beneficios y el estado de
las economías capitalistas. A lo largo de los años, he presentado
argumentos teóricos para defender mi interpretación de la visión
marxista de que son los beneficios los que impulsan la inversión
capitalista, no la «confianza», ni las ventas, ni el crédito, etc.
Además, los beneficios arrastran la inversión, y no al revés. No es solo
la lógica de la teoría la que respalda este punto de vista; también la
evidencia empírica. Y hay mucha.
Pero permítanme llamar su atención sobre un nuevo artículo de Alexiou y Trachanas: “Predicting
post-war US recessions: a probit modelling approach” (Predecir las
recesiones estadounidenses de posguerra: un enfoque de modelado probit),
abril de 2020. Es una Investigaron de la relación entre las recesiones
estadounidenses y la rentabilidad del capital mediante un análisis de
regresión multivariante.
Concluyen que la probabilidad de una
recesión aumenta con la caída de la rentabilidad y viceversa. Sin
embargo, la variaciones en el crédito privado, en las tasas de interés y
el índice Q de Tobin (el valor en bolsa comparado con los valores de
los activos fijos) no son estadísticamente significativos y cualquier
relación con las recesiones es «bastante escasa».
Deduzco de este estudio y de los otros anteriores, que aunque el
capital ficticio (crédito y acciones) puede mantener una economía
capitalista a flote un tiempo, eventualmente será la rentabilidad del
capital en el sector productivo la que se imponga. Además, reducir las
tasas de interés a cero o menos; inyectar crédito a niveles astronómicos
que alientan la inversión especulativa en activos financieros (y así
elevar el índice Q de Tobin) y un mayor gasto fiscal no permitirán que
las economías capitalistas se recuperen de esta recesión pandémica. Para
eso se requiere un aumento significativo de la rentabilidad del capital
productivo.
Si observamos las tasas de inversión (medidas por la inversión total
en relación con el PIB en una economía), encontramos que en los últimos
diez años, la inversión total/PIB en las principales economías ha sido
débil; de hecho, en 2019, la inversión total (publica, de los hogares y
de las empresas) en relación con el PIB ha sido menor que en 2007. En
otras palabras, incluso la baja tasa de crecimiento del PIB real en las
principales economías en los últimos diez años no ha sido igualada por
el crecimiento de la inversión total. Y si se deducen el gasto público y
el de los hogares, la inversión empresarial se ha comportado aún peor.
En Europa, los fabricantes que producen bienes de inversión,
utilizados como insumos para la producción de otros bienes y servicios,
como maquinaria, camiones y equipos, experimentaron el mayor impacto
negativo en su actividad, según datos oficiales. En Alemania, la
producción de bienes de inversión cayó un 17 por ciento en marzo en
comparación con el mes anterior, más del doble de la caída en la
producción de bienes de consumo. Francia y España registraron
diferencias aún mayores.
La baja rentabilidad y el aumento de la deuda son los dos pilares de
la Larga Depresión (es decir, bajo crecimiento de la inversión
productiva, de los ingresos reales y del comercio) en la que están desde
hace una década las principales economías.
Con la pandemia, los
gobiernos y los bancos centrales están duplicando estas políticas,
respaldados por un coro aprobatorio de las distintas escuelas
keynesianas (incluida la TMM), con la esperanza y la expectativa de que
conseguirán relanzar las economías capitalistas después de que se
terminen o relajen los cierres y confinamientos.
Es poco probable que esto suceda, porque la rentabilidad seguirá
siendo baja e incluso puede ser que menor, pero aumentarán las deudas,
infladas por la enorme expansión crediticia. Las economías capitalistas
seguirán deprimidas e incluso eventualmente experimentarán una inflación
creciente, de modo que esta nueva etapa de depresión se convertirá en
estanflación. El multiplicador keynesiano (gasto público) no será suficiente, como en la década de 1970. El
multiplicador marxista (rentabilidad) demostrará ser una guía mejor de
la naturaleza de los auges y las crisis capitalistas y demostrará que
las crisis capitalistas se repetirán mientras exista el modo de
producción capitalista." (Michael Roberts, El Viejo Topo, 28/05/20)
No hay comentarios:
Publicar un comentario