Ahora, esta nueva publicación cuantifica por primera la extensión de tierras afectadas por estas políticas de transición europeas. Los datos aportados revelan que el viejo continente podría haber ahorrado más emisiones si hubiera optado por dedicar ese dinero a energías renovables para la carga de vehículos eléctricos. De hecho, para alimentar un vehículo con energía solar se requeriría de 40 veces menos terreno que el que se utiliza para plantar biocombustibles que alimenten el motor de un coche de combustión.

Las plantaciones de biocombustibles europeas –incluidas las que se externalizan fuera del continente– suponen el 9,2% de sus tierras de cultivo. Si se tiene en cuenta que parte de los cultivos generados en esas tierras se destinan para fabricar piensos, la superficie total bajaría hasta el 5,1% y abarcaría 5,3 millones de hectáreas, es decir, una superficie superior a lo que abarca Dinamarca en el mapa.

Transport&Environment, en la difusión del informe, ha considerado remarcar la importancia de destinar esas tierras a otros usos. La renaturalización de estos espacios podría dejar nuevos sumideros de carbono que, a través de la vegetación, retiren 64,7 millones de toneladas de CO2 al año. La reconversión de estos monocultivos a plantaciones de alimentos también parece, según la organización europea, una opción viable para crear cosechas suplementarias destinadas a combatir la crisis alimentaria global.

"Ahora mismo, hipotecamos vastas extensiones de tierra en cultivos que acabamos quemando en nuestros depósitos. Es un despilfarro escandaloso. Esa misa superficie podría servir para alimentar a millones de personas", sostiene Carlos Rico, portavoz de Transport&Environment. "Los biocombustibles son un experimento fallido dentro de la Directiva de Energías Renovables. Seguir quemando alimentos como combustible mientras nos enfrentamos a una crisis alimentaria mundial es una barbaridad", ha apuntado Lucía Rúa, portavoz de ECODES."               (Alejandro Tena , Público, 09/03/23)