25/2/08

El fútbol, sustituto de la revolución

“Si el fútbol terminara en el espacio del campo y en los 90 minutos del encuentro no pasaría de ser más que una distracción. Se trata, por el contrario, de una pasión que justificadamente se alista junto a las grandes pasiones y, si se husmea en ella, acogiendo incluso a dos o tres.

Cuando la vida pública desfallece hoy, desacreditada, corrupta y aburrida, la militancia futbolística sostiene el ansia de vida colectiva y participación. El deporte… ha venido a erigirse, acabada la misa, consumida la política y cancelada la revolución, en el más ferviente acontecimiento de masas, droga dura o síntesis de las viejas drogas, utópicas o no, que movilizaban a la población. Ni la música logra efectos parecidos puesto que el fútbol no es sólo una potente reunión circunstancial, sino una convivencia esencial y sin pausas. (…)

La hinchada es capaz de engullir las particularidades y generar una conciencia que impulsa a la compañía, la ilusión, la esperanza o la recompensa para todos a la vez… el equipo se perfila con una nitidez simbólica que proporciona una identidad tan oportuna como real. Nunca obtiene mayor carácter una formación que mediante la confrontación. (…)

Ganar o perder en colectividad, verse triunfante o derrotado como grupo, constituye la base de su apego. (…)

El amor y la guerra, el duelo y la gloria, la frustración y la esperanza, oscilan desde la vida al fútbol y del fútbol a la vida. ¿Se puede permanecer todavía al margen de esta afición?” (VICENTE VERDÚ: El fútbol mejora a la política. El País. Ed. Galicia, Sociedad, 23/02/2008, p. 40)

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